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“Hay que escribir de la masturbación infantil sin que sea un drama, seas hetero, gay o lesbiana”

Permafrost (Penguin Random House) va a ser uno de los libros del año. Una voz que llega para atrapar con malicia irónica, como una amiga que pone en palabras lo que nadie se atrever a decir en alto y acoge las miradas de reprobación. Esa amiga es Eva Baltasar (Barcelona, 1978), autora novel en narrativa -tiene más de una quincena de poemarios publicados- y que ya cuenta con 10.000 ejemplares vendidos en Catalunya.

El permafrost es una capa de tierra permanentemente congelada, como la que cubre a la protagonista sin nombre de la novela. El primer capítulo es una fantasía suicida, pero pronto conoceremos que, en realidad, su vida no es tan trágica. “Es hija de su época”, explica la autora. Es decir, inconformista, cínica, mentirosa y alérgica al compromiso. También es lesbiana, fiel al sexo -que no adicta-, con un instinto nulo hacia la maternidad y un imaginario punzante, fresco e absolutamente incorrecto.

Baltasar presenta la edición en castellano avalada por uno de los premios más fiables del sector literario: el Premi Llibreter, entregado por los libreros y sin las injerencias económicas de una editorial. Nos reunimos con ella en Madrid para intentar rascar su permafrost y ver cuánto hay de la irreverente protagonista en su dulce creadora.

Ha contado que escribir este libro le salvó de seguir yendo a terapia. ¿Cómo fue aquello?

Yo quería escribir poesía, la he escrito durante quince años. Surgió por casualidad. Un día fui a la psicóloga por problemas míos existenciales, me pidió que hablara de mi familia y estuve una hora sin parar. Y al final de la sesión me dijo: tengo cuatro hojas llenas de flechas, veo que estás muy liada. Así que me mandó a casa a hacer unos deberes: escribir unas páginas con mi biografía.

Empecé, llevaba tres líneas y me pareció un rollo. Me aburría escribirlo y empecé a mentir un poquito y a añadir cosas que no eran verdad. Paré porque era una terapia y debía ser seria, pero me gustó encontrar una voz nueva que me sedujo. Le dije a la psicóloga que había encontrado algo que me iba a distraer de mis problemas y dejé la terapia. Me encerré cada mañana a escribir y al principio no sabía si iban a ser diez páginas, cien o mil.

Es su primera novela y tiene demasiados puntos en común con el personaje. ¿Le preocupa romper su permafrost y que el público no diferencie entre las dos?permafrost

No fue un relato pensado, no sabía qué temas tratar ni qué personaje quería hacer. Salió mujer porque soy mujer, salió lesbiana porque soy lesbiana y la dejé hablar. Lo que agradezco al libro es que muchas cosas que pienso las he puesto en boca suya y me he quedado tan a gusto. Sí que tiene un punto terapéutico al final.

Es una persona solitaria y yo también. Vivo aislada en un pueblo, no estoy en las redes y soy bastante tímida. Ahora estoy de prácticas [ríe], pero me cuesta mucho relacionarme, no tengo amigos. Así que sí, he creado un personaje que actúa un poco de espejo.

La literatura ha jugado mucho con la doble personalidad y el 'yo' políticamente incorrecto del autor. Su protagonista es suicida, egoísta e inconformista. ¿Ha pensado alguna vez como ella?

No en todo, no tengo ideas suicidas. Pero sí, es una persona que no se encuentra cómoda en la sociedad que le ha tocado vivir. Puedes pensar, ¿de qué se queja? Es una mujer que ha estudiado, ha tenido trabajo cuando ha querido y tiene relaciones sexuales sanas. Pero es un poco hija de su época y tiene un vacío existencial. Es una mujer que no ha tenido que luchar mucho, a la que no han herido especialmente, y sin embargo está en este vacío.

Es bastante egocéntrica, vive mucho para ella, no para los demás. Y eso te conduce al vacío. Al final del libro se humaniza, como personaje la mato. Muere como personaje en el momento en el que asume hacerse cargo de las niñas de su hermana. Se toma la pastilla. Hay mucho sexo, pero el contacto real solo existe al final, y ni siquiera es con una pareja, sino con una niña en la que se reconoce.

Gran parte de los gags cómicos de la novela giran alrededor del suicidio, pero a su vez no lo estigmatiza. ¿Cómo se consigue ese equilibrio? gags

No es una novela que haya pensado, como te decía me iba sorprendiendo a medida que la escribía. Pero sí tenía claro que una mujer que sufre la vida de esta forma se iba a ver abocada a la nada. Es muy fácil dar el paso o al menos jugar con la idea, le aporta algo de vidilla. Tengo una visión muy negra de la sociedad, así que le pongo un poco de humor o termino rasgándome las venas yo también.

La escena de la bañera, por ejemplo, podría ser terriblemente trágica. Pero la vida real es más torpe. Pones las velas y resulta que se te caen porque son muy grandes o se resbalan. Hay mucho humor, que también es un recurso para enfrentarse a la tragedia. Pero no creo que sea un personaje trágico, de hecho es la que más goza del libro: hay sexo, hay literatura, hay arte, hay comida, y ella disfruta de todo.

Con todo el debate que ha surgido al respecto de la frivolización del suicidio, ¿no le preocupó traspasar la línea roja?

Yo no escribía la novela pensando en los lectores. Escribí lo que me daba la gana. Me han dicho, “uy el suicidio, un tema tabú”. Para mí no. Será porque no veo mucho la tele. Es muy real y me he encontrado en clubes de lectura a gente que ha venido y me ha dicho que se han intentado suicidar dos veces. Y yo pensaba, ¿ahora me van a dar una hostia o qué va a pasar? Pero me han dado las gracias por visibilizar el tema y humanizarlo.

Le pasa a gente normal, igual que el tema de la medicación. Hay mucha gente que se medica para estar mejor, señal de que estamos en una sociedad que no va bien. Toda la gente que lo ha vivido agradece que se visibilice.

De hecho, la protagonista es muy crítica con su hermana porque presume de su vida al tiempo que se hincha a ansiolíticos. ¿Quiso mostrar dos formas distintas de enfrentarse a la depresión?

Lo que ella intenta es vivir con intensidad su vida. Aunque el hecho de vivirla con la lucidez de estar sobria hace que la sufra mucho. Eso es lo que hace que fabule con la idea del suicidio.

Las dos hermanas han tomado caminos muy distintos: una toma sus antidepresivos, vive según la norma y no se cansa de repetir lo feliz que es. Tiene un hijo, luego otro, un marido, una casa y todo lo que toca. Pero la protagonista no se lo cree. Sobre todo porque va drogada. Está viviendo una vida que es la hostia, sí, pero no es capaz de hacerlo sobria.

Algunos definen a la protagonista como feminista, entre otras cosas, porque rechaza el “deber” socialmente integrado de ser madre, aunque no es la razón que ella da. ¿Es más egoísta que feminista?

Creo que rehuye el compromiso, no solo los hijos, sino las relaciones. Cuando ve que la cosa se pone un poco seria, coge y se las pira. No se ve capaz de hacer frente a una relación y pasar a ser corresponsable de la felicidad de otra persona. Es un personaje que reconoce que miente mucho para sobrevivir, pero para con ella misma es muy honesta y con el lector más. Es un desnudo integral de su alma y de algunas partes de su vida.

Hay lectores que me han dicho que sentían cosas que no sabían poner en palabras y que al leer sus frases se han identificado. O que pensaban cosas inconfesables y creían que eran los únicos. Esto es lo que creo que ha llegado a públicos tan distintos. No pasa solo mujeres ni con determinada edad. Desde gente muy joven, adolescente, hasta gente muy mayor.

Es curioso que 10.000 personas se hayan identificado con una voz tan pesimista y sarcástica. ¿Estamos faltos de incorrección política en la literatura?

Pienso que hay esperanza porque es un personaje así, pero también está mostrando un síntoma. No solo es crítica con la familia, es crítica con la sociedad. Cuando los lectores se reconocen, dices, ostras, hay más gente que piensa esto.

Es una sociedad donde lo que prima es el capitalismo, el interés. Me asusta mucho esta búsqueda de la perfección para que todos parezcamos que estamos muy bien, que somos muy sanos y que estamos muy equilibrados, cuando esta es la razón de pasar hambre, de matarse en el gimnasio cuando no me apetece o de tomar pastillas porque “lo otro” me está matando. Cuando lo pienso, a mí me desespera. Pero bueno, ver que hay gente así de crítica y que se reconoce, me da esperanza.

Hay un capítulo insólito en el que abordas la masturbación de una niña de 12 años con pensamientos lésbicos. ¿Por qué parece que en los niños es normal e impacta tanto leerlo en la voz de una cría?

Justo. Es un episodio autobiográfico. Algo que me ocurrió, aunque no exactamente igual. Estaba tratando las escenas de la infancia y, como el sexo está tan presente en el libro, pensé, ¿por qué no? Me apetecía contar su primer contacto con la masturbación y el descubrimiento de que había algo que funcionaba y que era placentero.

Es una niña que enseguida tiene un instinto lésbico. Sueña con sus amiguitas y no lo vive como un drama. Ella ve una película porno hetero de lo más cutre y se excita. Impacta un montón, pero hay que mostrarlo y escribir sobre ello sin que sea un drama. Seas hetero, gay o lesbiana. Yo tuve una iniciación parecida, sin mucho adorno ni mucha perífrasis.

Aborda con naturalidad las relaciones lésbicas, pero no se puede definir como un libro activista LGTB. ¿Es la naturalización una reivindicación en sí misma?

No podría haberlo escrito desde otra mirada porque para mí no fue difícil. No he tenido ningún problema por ser lesbiana. No hay ese discurso ni esa voluntad combativa detrás. Si fuera hetero, probablemente la protagonista sería hetero. Pero me gusta que cada cual pueda coger el libro y reivindicar lo que quiera, siempre que sea para un buen fin.

Yo quería que fuese un libro como cualquier otro, como yo me siento cualquier otra en sociedad. Y es una pena que no sea así en muchos casos. La gracia es que puedas imaginarte el libro con un personaje hetero.

Aunque eso sería un poco más complicado porque los personajes masculinos son poco más que floreros.

[Ríe] Esto fue totalmente involuntario. Yo no me di ni cuenta hasta que en un club de lectura alguien me dijo: no hay hombres en esta novela. Entonces me fijé en que son marginales y aparecen poquísimo. Mi mundo es muy femenino, sí que tengo padre pero vive lejos y tampoco tengo una gran relación con él. Tengo dos hijas que me han salido niñas, y tengo una mujer porque soy lesbiana, y no tengo más redes.

Como hay realidades que son así, pues hay libros que también son así: Mis ex son chicas, mis trabajos, ya que he trabajado en el ámbito de la educación, han sido en un mundo muy femenino...No es intencionado, es lo que me he ido encontrando en la vida.

Decía que vive en un pueblo aislado. ¿Cambia mucho haberse estrenado en el mercado en castellano con miles de ejemplares vendidos en catalán?

Ha cambiado un poco. He asumido el compromiso de acompañar a los libros, que van a ser tres, porque la editorial también acompaña y muy bien. No voy a muchos actos, pero sí a las presentaciones y a clubes de lectura. El encuentro con el lector está siendo muy gratificante, aunque me costaba un poco porque no me gusta ser protagonista, relacionarme y tal.

Estoy saliendo más de lo que salgo habitualmente, pero no quiero que me arrastre esta oleada de éxito. Voy a dejar que pase, gozarla, ya que viene, y sobre todo con agradecimientos para medios, lectores y gente de la editorial. Que sea un tiempo limitado ayuda a que lo intente disfrutar.

Va a ser limitado, pero ya se sabe que va a haber otras tres obras.

Bueno sí, limitado de dos o tres años [ríe]. Y luego hay producciones también. Están los derechos en inglés, en francés, en italiano… Tengo una ventaja, y es que ahora mismo no estoy trabajando en otra cosa. Cuando no viajo, el resto de la semana estoy por casa, escribo, voy al cole, hago mis cositas…Tampoco es para tanto.

La clave de su éxito ha sido la de escribir sin pensar en el público, pero hay mucha expectación. ¿Teme empezar a sugestionarse en los próximos libros?

No me afecta. Cuando estoy en casa me meto en mi habitación, que es como una celda. Lo que prima en mí es la vida privada. Me olvido del resto, no me importa lo que digan. Tampoco me informo mucho de si hablan bien o mal. Si hablan bien perfecto y gracias, pero si hablan mal ya tengo dicho que no hace falta que me avisen porque la opinión del resto no me llena, me vacía. Es algo que no quiero que suceda y voy a seguir escribiendo con libertad.

El libro que sigue tiene a personajes que son muy distintos, e igual no va a gustar tanto. Bueno, ya veremos. La forma de escribir es la misma, pero son mujeres muy distintas. Es más fuerte la segunda que la primera, creo, pero tiene más fisuras. Vete a saber si va a gustar o no, ni idea. Yo voy a hacer lo que realmente creo me gusta y estoy en paz en ese sentido.