La portada de mañana
Acceder
Feijóo confía en que los jueces tumben a Sánchez tras asumir "los números"
Una visión errónea de la situación económica lleva a un freno del consumo
OPINIÓN | La jeta y chulería de Ábalos la paga la izquierda, por Antonio Maestre

Fallece Leopoldo María Panero, el poeta de Nunca Jamás

Ha muerto otro más de los Panero, cuando hace apenas seis meses que despedíamos a su hermano Juan Luis. Ambos, hijos del poeta falangista Leopoldo Panero y la escritora Felicidad Blanc, familia de virtuosos que nos va dejando su legado poco a poco.

La noticia se ha dado a conocer a través de un mensaje en Facebook de sus editores Huerga Fierro: “Amigo Leopoldo María Panero, siempre has sido un extraordinario poeta, fiel y amigo de tus amigos. Allí donde estés que sepas que te echaremos de menos. Te queremos Descansa en paz”. La editorial ha confirmado a eldiario.es la triste realidad. “Leopoldo María falleció ayer a las 11 hora de Canarias, según nos confirmó el doctor Manchado”, declaran contritos.

Su poesía, de alto contenido autobiográfico, comenzó su andadura en 1968 con la publicación de su primer libro, Por el camino de Swan. Poco después sería incluído en la famosa antología de José María Castellet Nueve novísimos poetas españoles junto a otros como Vázquez Montalbán o Martínez Sarrión. Pero especialmente recordado será su gran poema La canción de croupier del Mississippi, que resume su excéntrica marca personal.

«Y de la muerte en donde yazgo peor que la mala suerte diciéndole a la nada/ por favor, vete» escribía el poeta de los excesos en su Conjuro hegeliano para la mala suerte. Y ahora son sus amigos los que lloran y conjuran la maldita mala suerte. Panero pasaría buena parte de su vida en los hospitales psiquiátricos de Mondragón y el Insular de Las Palmas, lo que no le impidió proliferar su obra lírica, además de trabajar como traductor, ensayista y narrador.

La desdicha se llama Panero

No sólo el don de las letras heredó de sus padres el amante confeso de Peter Pan y en las sombras de Ana María Moix. La encantadora y sombría matriarca era esquizofrénica y Leopoldo Panero era un conocido aficionado a la botella. El carácter apocalíptico de sus escritos refleja una quiebra emocional cuyo punto de inflexión es desconocido. Aunque su hermano Michi Panero afirmó en varias ocasiones que ocurrió en su adolescencia, y no sorprende.

Uno de los archivos más interesantes sobre la herencia Panero es la película dirigida por Jaime Chávarri y producida por Elías Querejeta, El desencanto. En principio, el cabeza de familia sería la columna vertebral de la cinta, pero más tarde terminó siendo un retrato vivo de las desavenencias paternofiliales que se centró en la figura del hijo mediano. “En la infancia vivimos y, después, sobrevivimos”, aseguraba, sin embargo, el incomprendido Leopoldo María.

Y para quienes no entiendan el cómo ni el dónde, este verso: «Como Nerval me ahorcaré en el poema/ y tendré por guarida el Barco de Nunca Jamás»