La Feria del Libro 2022 acaba bien: una edición sofocante pero impecable

Ha acabado la Feria del Libro de Madrid más esperada de los últimos años. Algunos pensarán que era fácil mejorar la edición inexistente de 2020 y otra a medio gas, donde las polémicas devoraron a las cifras y la ilusión por ir recuperando los grandes eventos tras la pandemia. Por eso las expectativas eran altas y más hacia una nueva dirección que prometía traer aire fresco después de la abrupta salida de su predecesor, Manuel Gil. Pero este domingo la organización ha compartido algunas impresiones y, a falta de datos oficiales, todas ellas son buenas.

El aire fresco de manera literal ha brillado por su ausencia. La Feria ha tenido que enfrentarse su último fin de semana a una ola de calor que ha rozado los 40 grados en Madrid y a una previsión de vendaval que obligó a desalojar el Retiro dos horas antes el sábado por la noche.

Eso lastró un poco los resultados de la última semana, aunque estiman que los datos se acercan a los de 2019, que batió récords tanto de afluencia como de ventas. Por otro lado, la novela ha sido el género más vendido y el cómic el caballo ganador de 2022 por haber logrado arrastrar a más público juvenil de lo habitual.

La primera mujer directora del festival, Eva Orúe, era optimista según lo que le iban contando los expositores. “Las sensaciones son buenas. Sabíamos que había venido más gente, sobre todo en días laborables, y que las ventas habían ido algo mejor. La Feria ha vuelto”, aseguraba hace unos días. El año pasado las ventas alcanzaron 9,1 millones de euros, 10% menos que en 2019. El batacazo económico que supuso la pandemia para muchas familias y la desmesurada subida del IPC de 2022 podrían haber frustrado las perspectivas de mejora, pero tampoco ha sido el caso.

Por otro lado, había más donde elegir. De las 320 casetas que hubo hace unos meses, han pasado a 378. Todos los libreros y editoriales se han apretado –literalmente– para ceder un poco de espacio a los sellos independientes que en 2021 fueron relegados a una isleta apartada. Pero esto ha sido un parche temporal. La realidad es que “no caben todos”, como admitió Orúe a este periódico, y el reparto de casetas pinta ser el quebradero de cabeza de la próxima edición.

La presencia institucional ha sido constante: desde la reina Letizia que inauguró el acto, hasta la primera ministra de Finlandia o la responsable de la cartera de Economía, Nadia Calviño, y el de Cultura, Miquel Iceta, que finiquitó la visita con un haiku en sus redes: “Cierro los ojos, aroma de magnolia. Corre el aire”. También hubo políticos al otro lado del paseíllo, como Mariano Rajoy, que entró a una de las casetas para firmar su libro Política para adultos.

La inexistencia de megafonía no ha evitado que se formasen colas delante de algunas casetas. Una de las mejores decisiones de la Feria ha sido la de absorber desde la organización la firma de los mayores best-sellers y en ocasiones con tickets limitados, como ha sido el caso del Premio Planeta 2018, Santiago Posteguillo, los tres Premio Planeta 2021, Carmen Mola, Ángel Martín, Elisabet Benavent, Santi Balmes, de Love of Lesbian, Miguel Bosé o tiktokers como Marina Rivera.

También han repartido los premios jugosos entre las casetas de librerías “que no están en el centro de Madrid o que están pasando por un mal momento y necesitan esa firma que les puede salvar”, anunció Eva Orúe. Una manera de paliar la enorme desigualdad de la pasada edición.

Otra de las novedades es la retirada de los planos en papel, que se han cambiado por pantallas digitales y un grupo de empleados con chalecos naranjas. Si hubiera un pero en esta edición, sería este: lo difícil que era divisar el naranja entre la marea de jovencísimos chalecos contratados por las oenegé que abordaban al paseante cada metro y medio.

Respondiendo rápido a la actualidad

La Feria del Libro de Madrid es esencialmente privada, pagada con la aportación de los expositores que alquilan sus casetas (1.670 euros los libreros y 2.434 los editores), el patrocinio de empresas e instituciones, y una ligera ayuda pública. Como señaló Pepa Arteaga, la librera más veterana de la Feria, el Ayuntamiento de Madrid “saca pecho” y “lo único que hace es ceder el Retiro”. Teniendo eso en cuenta, una de las partes más destacables de esta edición han sido sus actividades, equilibradas entre las que llevaban un sello corporativo y las que han tomado el pulso a la actualidad.

Eva Orúe llegó en enero con muchas ideas y poco tiempo para ejecutarlas. Dos meses después de empezar a organizarlo todo el país invitado se echó para atrás y estalló una guerra en Europa que cambió el curso de todo, incluido de la Feria. Y las actividades no podrían ignorarlo: “Sin dejar de condenar la invasión rusa, el ciclo Una mirada al Este: Ucrania-Rusia tiene el objetivo de neutralizar el creciente discurso rusofóbico”. Después de muchísimo trabajo consiguieron reunir bajo la misma carpa a un escritor ruso y a otro de origen ucraniano para una emocionante charla, y la completaron con tres monólogos sobre Un país que ya no existe. También presentaron el primer audiolibro sobre Zelenski.

Y del audiolibro pasamos al pódcast, porque ningún evento que se precie puede despreciar el fenómeno al alza de la “escucha”. Se presentó Relato de un náufrago: un viaje del periodismo a la literatura y acogió la grabación en directo de Un tema al día, el podcast de elDiario.es con Juanlu Sánchez en el que se abordó el tema de los periodistas que escriben libros.

Por otro lado, la Feria ha abordado una de las necesidades más inmediatas de nuestra sociedad: la recuperación de lectores. El fomento de la lectura entre los más pequeños se ha tenido muy en cuenta con talleres y cuentacuentos. También con algunas firmas especialmente dirigidas a niños y adolescentes. “La afluencia de jóvenes emociona”, reconocía Orúe.

Los reflejos los tuvieron que demostrar, por desgracia, ante la muerte del escritor gallego Domingo Villar, fallecido el pasado 18 de mayo, al que rindieron homenaje. Pero el más especial fue el de Almudena Grandes, que murió el pasado noviembre. El acto se inauguró con unas palabras de Eva Orúe tras las que sonó una grabación de la propia Almudena con el discurso que pronunció en la Feria de 2015. Después hablaron su viudo, Luis García Montero, y su editor y, para finalizar, sus lectores leyeron en fragmentos de cinco minutos algunas de sus obras.

La Feria de 2022 sabía que partía con ventaja respecto a sus dos ediciones anteriores. No había aforos ni la sombra de la COVID planeando sobre el parque. Por eso lo justo es compararse con 2019, aunque sea más arriesgado. El trabajo ha dado sus frutos: el evento literario ha vuelto con todo su esplendor al Retiro. Ahora toca ponerse a trabajar en los retos del año que viene para mantener el listón de un evento que, pese a las condiciones climatológicas, ha sido impecable.