Filosofía y viajes en el tiempo: claves para descubrir 'Exhalación', el nuevo artefacto literario de Ted Chiang
Ted Chiang es uno de los nombres propios más importantes de la ciencia ficción actual y no tiene ni una sola novela. Ha escrito, eso sí, diecinueve relatos a lo largo de tres décadas de carrera. Narraciones cortas cuya influencia, como la mariposa de Ray Bradbury en Un sonido atronador, es innegable en la literatura contemporánea.
El escritor neoyorquino ha ganado los más prestigiosos galardones de la literatura de género: cuatro Premios Hugo, cuatro Nebula, seis Locus y el British Science Fiction Association Award. En 2016 Denis Villeneuve adaptó un cuento suyo titulado La historia de tu vida (Alamut, 2015) a la gran pantalla. Lo convirtió en La llegada, pertrechando de paso una de sus películas más fascinantes, que no es poco si hablamos del realizador de Prisioneros, Blade Runner 2049 y Dune, la novela de Frank Herbert cuya adaptación se estrenará previsiblemente en noviembre.
Ahora llega a nuestras estanterías Exhalación, la nueva obra de Ted Chiang publicada en castellano por la editorial Sexto Piso con traducción de Rubén Martín Giráldez, y en catalán por la editorial Mai Més con traducción de Ferran Ràfols Gesa. Una colección de relatos apasionante por su aproximación moderna a algunos asuntos clásicos de la ciencia ficción, al tiempo que un libro deliciosamente escrito que plantea debates complejos en términos tan sencillos como inteligentes.
El determinismo y la determinación de un buen narrador
Exhalación se compone de nueve relatos de distinta extensión, ambición y temática. Sin embargo, algunos de ellos dialogan entre sí bien por sus reflexiones últimas, bien por su estructura formal.
Así, el primer cuento titulado El comerciante y la puerta del alquimista, narrado a la manera de matrioshka de una historia que contiene otras, explora la antiquísima idea de los viajes en el tiempo. Pero lo hace utilizando un lenguaje y un ritmo propios de la fábula, y homenajeando de forma hábil a Las mil y una noches. Narra las aventuras de un proveedor de tejidos que un buen día conoce a un alquimista en un bazar, que asegura poseer una puerta que le lleva a uno veinte años atrás.
“El cine y la televisión nos han empujado a imaginarnos las máquinas del tiempo como vehículos en los que viajas, o algún tipo de teletransportador que nos lleva a una era diferente”, explica el propio Chiang en el libro publicado por la editorial Sexto Piso. Él lo imaginó como una sencilla puerta con la que construir una reflexión: “En la mayoría de las historias de viajes en el tiempo se da por sentado que es posible cambiar el pasado, y aquéllas en las que no es posible resultan a menudo trágicas. Aunque todos podemos comprender el deseo de cambiar cosas en nuestro pasado, quería intentar escribir un relato de viajes en el tiempo donde la incapacidad para cambiar nada no fuera necesariamente motivo de tristeza”.
Un relato que tiene en común con otros dos su inteligente reflexión sobre el determinismo: la idea según la cual todos los acontecimientos, y en particular las acciones humanas, están unidos y determinados por una cadena de acontecimientos anteriores que es invariable e independiente de nuestra voluntad. Es lo que aborda en el cortísimo pero brillante Lo que se espera de nosotros, el texto favorito de quien esto escribe.
Lo que se espera de nosotros narra el invento de un juguete muy simple: un aparato llamado Pronostic que consiste en una luz verde que brilla si se aprieta un botón. Solo que la luz se enciende siempre un segundo antes de que apretemos. Por mucho que se intente uno adelantar al aparato o engañarlo haciendo como que vas a presionar el botón, el destello aparece siempre antes que tu acción se complete, porque sabe que va a ocurrir. Un invento inocente que, sin embargo, desata todo tipo de polémicas sobre si existe o no el libre albedrío.
También sobre determinismo y libre albedrío reflexiona Ónfalo, un relato que narra la progresiva pérdida de fe de una arqueóloga creyente. “Me pareció que si la humanidad fuera realmente la razón por la que se creó el universo, entonces la relatividad no debería ser cierta”, escribe Chiang cuando habla de la inspiración de esta historia.
Inteligencia artificial con emoción real
El relato que da título al libro recientemente publicado en nuestro país, Exhalación, narra la historia de una especie de androide que se abre la cabeza para descubrir el funcionamiento de su cerebro. Prácticamente un ensayo sobre la búsqueda de un sentido último a la experiencia vital escrito a modo de epistola que el narrador nos lega a nosotros, los lectores.
Un relato de corte poshumanista cuyas ideas también se exploran en relatos como El ciclo de vida de los elementos de software y La niñera automática patentada por Dacey. En el primero, una compañía desarrolla una inteligencia artificial que aprende sola, y que funciona como mascota virtual en los entornos digitales y videojuegos online que se quiera. Un proyecto de un éxito que pronto muestra su contrapartida: ¿estaríamos dispuestos a 'educar' a una IA? ¿Nos esforzaríamos con ella igual que no un perro de carne y hueso, o lo abandonaríamos? ¿Lo maltrataríamos dado que no puede 'sufrir' dolor físico?
La niñera automática patentada por Dacey , por su parte, está inspirado en la obra de uno de los padres del conductismo, el psicólogo John B. Watson cuyas tesis sobre la educación basada en objetivos, técnicas de modificación de la conducta (¿otra forma de llamar a los castigos?) y limitación de las muestras de afecto, marcaron profundamente la crianza de los hijos en los Estados Unidos de la primera mitad de siglo XX. Watson sostenía: “Cuando tengas la tentación de acariciar a tu hijo, recuerda que el amor de madre es un instrumento peligroso”. Todos sus hijos sufrieron depresiones y uno de ellos llegó a suicidarse.
Memoria y desmemoria en un futuro cercano
¿Qué pasaría si pudiésemos recordarlo absolutamente todo? Es la premisa de La verdad del hecho, la verdad del sentimiento, uno de los textos más interesantes de cuantos componen Exhalación. Narra dos historias paralelas en dos épocas distintas. En una, un joven de una aldea africana del siglo XVIII recibe la llegada de unos misioneros europeos dispuestos a difundir la palabra de Dios mediante la alfabetización. En la otra, un hombre se instala un software conocido como Remem, un programa que graba absolutamente todas tus vivencias y las almacena para que puedas reproducirlas a placer, y saber cómo acontecieron con exactitud. Un invento que cambia la concepción de 'memoria', como la cambió la escritura en las culturas orales.
Y de la desmemoria paulatina del ser humano y la desaparición de la cultura oral habla también El gran silencio. Un relato narrado en primera persona por un papagayo, que lamenta que el ser humano busque alguien que le escuche en el resto del universo con proyectos como el del Observatorio de Arecibo, mientras hace oídos sordos a quienes gritan en su planeta.
“La gente está hecha de historias”, dice el protagonista de La verdad del hecho, “nuestros recuerdos no son la acumulación imparcial de cada uno de los segundos que hemos vivido: son la narrativa que hemos ensamblado a partir de momentos escogidos. Y es por eso que, aun cuando hayamos experimentado los mismos acontecimientos que otros individuos, nunca construimos narrativas idénticas”.
Algo que viene a demostrar el nuevo artefacto literario de Ted Chiang, una colección de historias sujetas a infinitas interpretaciones, tantas como lectores con pocas certezas y muchas dudas sobre el ser humano de hoy y el de mañana.
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