Hace poco hablábamos del efecto Barbra Streisand que estaba creando el secuestro cautelar del libro Fariña tras la demanda interpuesta por José Alfredo Bea, exalcalde de O Grove, por vulneración del derecho al honor. Los ejemplares se vendían a un ritmo espídico de diez tomos por minuto, su precio se disparó hasta los 1.000 euros en plataformas de reventa y los libreros manifestaban su repulsa hacia esta medida que “atenta contra la libertad de expresión”.
Este efecto no solo favoreció las ventas de la obra de Nacho Carretero, sino que ha dado alas a algunas de las iniciativas más ingeniosas de los últimos años. El mejor ejemplo es Finding Fariña en El Quijote, una página que rastrea las palabras y sílabas de la novela de Cervantes para recrear, parte por parte, la de Carretero.
Detrás de ella se encuentra la asociación Librerías de Madrid, un gremio que desde el primer momento se mostró disconforme con la orden del juzgado madrileño de Collado Villalba. Tildan la medida de “desproporcionada y anacrónica”, por lo que “en defensa de la libertad de prensa hemos creado Finding Fariña en El Quijote, una herramienta digital que busca las miles de palabras de Fariña y las extrae para que puedas leer la historia prohibida”.
“Un equipo de comunicación nos ofreció la posibilidad de hacer esta historia a través de una herramienta digital que lo que hace es buscar las coincidencias de las 70.000 palabras que componen el texto de Fariña, todas contenidas en El Quijote”, explica a eldiario.es Fernando Valverde, secretario de la asociación Librerías de Madrid.
La página, de forma automática, analiza la obra de Carretero y busca qué palabras coinciden con la de Cervantes. Más de 400 años de diferencias unidos por un algoritmo. “Cuando hay una palabra rara que podría no existir en el tiempo del Quijote, la busca hasta sílaba a sílaba y la acaba encontrando”, indica Valverde.
La elección de la obra de Cervantes no es al azar. Según comenta el portavoz del colectivo, esta “era la coartada perfecta para mostrar que El Quijote también sale en defensa de Fariña, porque al final no deja de ser un libro de muchos libros”. Continúa diciendo que no se trata de una plataforma online para leer la obra retirada, sino de “una metáfora sobre lo disparatado que resulta intentar secuestrar un libro en tiempos digitales”.
Desde la asociación Librerías de Madrid dicen representar un colectivo donde existen muchas sensibilidades, pero que, a pesar de ello, tenían algo en común: “Que no se puede agredir de esta manera ni a un autor, ni a unos editores”, matiza Valverde, para quien estas decisiones “retrotrae a unos tiempos que algunos hemos vivido”. Porque, en al final, como afirma el secretario, “puedes secuestrar un libro, pero no las palabras”.