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ENTREVISTA

Gonzo: “Quizá los escraches sean la única forma de que cierta gente se piense lo que va a hacer”

Al leer Todo por mi país (Planeta), uno agradecería volver a la literatura del Siglo de Oro para que a cada capítulo le precediese un resumen: “De cómo Esperanza Aguirre salió intacta de toda la corrupción que en el mundo hay”; “Donde se relatan las cutres andanzas de los poseedores de las tarjetas black” o “Del extraño modo en el que Fernández Villa enfermó al descubrirse sus tejemanejes”. Con su libro, Gonzo hace Historia básica de esta España: Todo por mi país se debería recomendar en los institutos.

Subtitulas Vida y andanzas de nuestros próceres y proceresas porque es una antología individual del horror de la corrupción.Vida y andanzas de nuestros próceres y proceresas

En Todo por mi país no hay nada nuevo, todo lo escrito está contado: son 25 años de periódicos sobre varios personajes y corrupciones, sin la paja. Este ejercicio de hemeroteca nos permite ver quiénes han sido los que nos han gobernado y que nos han dicho que, a pesar de lo que pueda parecer, todo lo hacen por nuestro país.

En determinados momentos no es horror, es cutredad.

Sí, no solo es la corrupción monetaria, tangible, sino es corrupción moral, ética… Parece que en este país el que tiene dos dedos de frente, un poco de inteligencia, cuatro contactos y gusto por lo ajeno, lo tiene claro: se dedica a la política. Y sí, hay detalles muy cutres, como por ejemplo la alcaldesa de la Muela (nota del entrevistador: La Muela, pueblo de Zaragoza, 5.000 habitantes), María Victoria Pinilla (PAR). Hizo construir una plaza de toros con dinero público porque quería que cantase Julio Iglesias y Julio Iglesias solo canta en plazas de toros. Es muy provinciano pero, aún siendo cutre, lo hizo con el dinero de los vecinos.

El libro se basa en tu desconfianza de lo que te cuentan por vías oficiales. En el prólogo lo resumes muy bien. Por una parte, veías Telexornal de TVG, que colocaba Galicia como potencia mundial y, por la otra, leías a Castelao, Otero Pedrayo o Risco.

Mis padres son de aldea y yo veía que ni allí, ni en la ciudad donde yo vivía, era lo que contaba el Telexornal, con noticias del tipo de “O Conselleiro asigna un convenio que sitúa Galicia punteira a nivel mundial”. Coño, es que si esto es así, ¡no sé por qué no hay una calle que se llame Beverly Hills en Vigo! Con la burbuja inmobiliaria nos hicieron creer que éramos un país mejor pero, en realidad, era un país mejor para los que se estaban haciendo ricos.

La corrupción en grande: Caja Madrid.

Creo que Caja Madrid es el paradigma de la relación entre el dinero, la política y la corrupción. ¡Los mamporros que hubo cuando tuvieron que buscarle un sustituto a Blesa! Ahí se vio que cuando se trata de repartirse los dineros no hay ni color político, ni siglas sindicales, ni nada de nada. Lo que hay es ganas de estar en el sillón correcto para tener una posición ventajosa en el reparto. El caso de Caja Madrid en esos años es muy representativo de lo que sucedió en este país y sus consecuencias. El enfrentamiento de Rajoy con Aguirre; los burofaxes que llegaban en medio de una reunión desde la sede de la Comunidad de Madrid diciendo “este tío no puede ser elegido presidente de esta comisión por tal...”.

Alrededor de Caja Madrid hay muchas cosas: ¿dónde estaba el Banco de España?

Donde le decían que tenía que estar. El Banco de España nunca está cuando tiene que estar pero, luego, cuando hay que echar culpas… Como los que están ahí, están de paso, cuando tienen que controlar es “para qué me voy a meter yo en todo eso” pero cuando hay que repartir culpas miran para otro lado. Eso también nos pasa como ciudadanos con el Gobierno: nosotros también la cagamos. Te has comprado un piso cuando no podías, has metido el coche en la hipoteca… y cuando han venido mal dadas, te acuerdas del Estado.

La corrupción en el caso de Caja Madrid fue extrema, pero no ha habido consecuencias proporcionales a los responsables. Impunidad casi total.

Solo hay unos responsables que han pagado: aquellos que eran responsables de leerse la letra pequeña de las preferentes. Me cabrea mucho. Blesa diciendo en la vista oral que “yo hacía lo que me decían”. ¡Usted era el presidente de la caja!

Pero ¿quiénes eran estos? Los habían puesto los que tenían capacidad de controlar. “Vaya agujero que habéis montao… Pero no os preocupéis, yo os lo tapo con el dinero de los contribuyentes”. Espero que algún día o Blesa, o Rato, o algún presidente de la Comisión de Control, paguen por lo que han hecho.

Corrupción grande y ahora, corrupción pequeña. Me fascina esa parte del libro. Nombre pequeño: Juan Fernández.

Era Conselleiro de Industria con Fraga. Hasta que un día nos enteramos de que este señor, siendo Conselleiro, se había olvidado de hacer la Declaración de la Renta durante tres años. Lo echan del Gobierno y luego abandona el PP. Monta Independientes por Ferrol (IF) y en las primeras elecciones saca un buen número de concejales… los suficientes como para que el PP tuviese que echar mano de él para negociar. Es decir, el PP, que le echa por evasor de impuestos, tres meses después le llama. Pero la gracia no es esta: ¡es que consigue ser concejal de Economía! Un tío que no paga sus impuestos, el PP le pone a recaudar los de los demás.

También cuentas el caso de Unió Mallorquina, al que describes como una maquinaria perfecta para la corrupción.

Mallorca era propiedad de esta gente. Y se les permitió. Es el concepto de “partido bisagra”. Tenían tanta capacidad de poder por otorgar un voto a uno o a otro, que podían sacar lo que quisieran. Aznar le llegó a ofrecer a Munar, aparte de una cantidad increíble de millones, la nacionalidad histórica. Este partido consiguió que en Mallorca no se construyese nada si no se les pagaba. Y ves que la maquinaria empieza a funcionar; que no hay problemas; que el resto de partidos lo saben pero se tienen que callar porque, si hablan, dejan de mandar.

¿Dónde estaba el periodismo mallorquín?

Pues cobrándole por hacerle los discursos a Matas. El periodismo estaba comprado por ellos pero no solo es dónde está el periodismo, también es dónde estaba la ciudadanía.

¿Cuando la corrupción es de izquierdas o sindical, jode más? Por ejemplo, Fernández Villa.

Cito a un pensador que dice que “cada uno roba o se corrompe por donde puede”. La corrupción de izquierdas suele quedarse con dinero que ya tiene destinatario: los afectados por un ERE o, en este caso, el Monte de Piedad de los mineros. Lo de Fernández Villa es tremendo: ha sido desde el principio. Ha sido alguien que siempre ha buscado manejar el cotarro y se ha cobrado sus servicios por hacerlo.

¿Se te ocurre alguien significativo que tratase de denunciar o detener la corrupción en el momento que se estaba produciendo?

Los pocos que hubo, los echaron. Si tú eres el que montas la fiesta y te viene uno de abajo y te dice que estás montando ruido… ¡Fuera! En el caso de Villa, había uno, Antón Saavedra, que quiso cortar las fiestas en las que se vendía, por decirlo así, alcohol de garrafón. Salió repudiado de todos los lados.

¿Qué enseñanza para el futuro se puede sacar de la antología de horrores que es tu libro?

Todo esto es consecuencia de algo: esto no se corta así como así. Y la ciudadanía no exige soluciones. En el momento que tenemos que hacer algo, solo nos indignamos. Además, ya no solo es indignarse o cambiar el voto, es el aplauso al corrupto. Hablemos de los escraches: yo el día que Miguel Blesa sale por la puerta de los Juzgados de Plaza de Castilla y hay diez o quince tíos que le hacen pasar un mal trago… Muchos dirán “¡eso es fascismo!” pero, mire usted, quizá esa es la única forma de que haya cierta gente que se piense lo que va a hacer, que no se sientan cómodos en sociedad. Rato habrá ido a comer este fin de semana a algún sitio y habrá sido igual de bienvenido porque sigue habiendo ese rollo reverencial al que tiene o ha tenido poder. Se perdonan demasiado estas cosas: en Cataluña a Pujol algunos le perdonan porque “hizo patria”. Hizo patria, ¿a costa de qué?

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