El sector editorial marcó en rojo la fecha del 9 de septiembre cuando Literatura Random House escogió ese día para publicar la nueva novela del fenómeno Sally Rooney, titulada Dónde estás, mundo bello en castellano con traducción de Inga Pellisa Díaz. (Periscopi la publicará en catalán, On ets, món bonic, traducida por Octavi Gil Pujol). Es un lanzamiento cargado de expectación, dentro de un otoño que viene hasta arriba de novedades de auténticos pesos pesados, al menos entre su público potencial –la generación millennial de la que se supone que es una voz relevante, al menos según sus editoriales y parte de la crítica–.
Pero la campaña de promoción que se ha hecho aquí no tiene ni comparación con las que han desplegado sus editoriales anglosajonas. 50 librerías de Reino Unido –20 independientes y 30 tiendas de la cadena Waterstones– abrirán antes de su horario habitual el 7 de septiembre, día de publicación del libro. Además, y entre otros actos, el día 10 se pondrá en marcha una tienda efímera en una galería del barrio londinense Shoreditch, en la que además de vender los títulos de la escritora, ofrecerá talleres de escritura, clubs de lectura, clases de caligrafía y de fabricación de velas.
Si se tiene en cuenta el nivel de fanatismo que desata, puede que los y las asistentes vayan caracterizados como los personajes de sus novelas o como la propia Rooney, al estilo de los seguidores de Harry Potter. Habrá afortunados que tengan el pack de promoción de Farrar, Straus and Giroux, su editorial norteamericana –un gorrito amarillo, una bolsa de tela, lápices y sacapuntas– y hasta puede que alguno de ellos haya comprado una de las copias que los lectores de las editoriales –aquellos que leen un libro antes de que se publique para aconsejar o no su publicación– vendieron ilegalmente en internet por cientos de dólares o incluso el bolso.
Semejante alfombra roja para la llegada de un libro a las tiendas da la razón a quienes señalan que la escritora se ha convertido en un fenómeno. Y esto, aunque sea beneficioso desde un punto de vista empresarial, no tiene por qué serlo para su prestigio como autora, pese a que su currículum no plantee demasiada duda: ganó el Irish Novel of the Year y fue finalista de los premios Man Booker Prize y Women’s Prize for Fiction con su segunda novela, Gente normal, que la plataforma Hulu adaptó a la televisión. Este mismo servicio de streaming está repitiendo la jugada con Conversaciones entre amigos, su primer libro, que ganó el premio Escritora Joven del Año 2017 del Sunday Times.
Habrá quien exponga que los galardones no siempre son sinónimo de calidad –hay numerosos ejemplos– pero se encontrará inmediatamente con un argumento que defienda la excelencia de Rooney. El debate sobre si sus escritos realmente merecen la fama que ha ganado o es una autora sobrevalorada se generó a raíz de su primera novela, se incendió con la segunda y aún no se ha resuelto cuando está a punto de salir la tercera. Discusiones en Twitter, fotos en Instagram con la portada de su libro (su fandom es mayoritariamente millennial o centenial, recordemos) y columnas de prensa avivan una controversia que quizá no sea más que una cuestión de gustos personales, pero que existe.
Un juicio con abogados y fiscales
elDiario.es ha preguntado a voces conocedoras de la obra de Rooney al respecto de esta controversia. Por ejemplo, la periodista Berta Gómez plantea de entrada que “el hecho de crear un debate a favor o en contra es ya en parte capcioso”: “No he leído nada parecido en torno a autores como Arturo Pérez-Reverte, Javier Marías o Mario Vargas Llosa. Ellos no son la representación de algo sobre lo que se pueda decir solo sí o no, no son una caricatura, sino que se les trata desde la complejidad que exige la literatura”.
Pero ya que se le pide un parecer, explica que para ella lo mejor de las novelas de Rooney es que “los conflictos nunca se pronuncian de forma explícita, de hecho solo tira de tópicos precisamente para crear un efecto concreto, para retratar a un personaje”. “En sus novelas la construcción afectiva está determinada por la jerarquía de la clase y el género pero sin que eso se pronuncie. Es complicadísimo hacerlo así. También creo que es una escritora excepcional por su construcción narrativa de diálogos nada habitual”, añade.
Silvia Nanclares, escritora, editora y activista cultural, opina casi lo contrario a Berta Gómez: “Creo que hay que leer por un lado el fenómeno Sally Rooney y, por otro, su obra. Para mí, habría que distinguir entre el aparataje mercadotécnico que ha funcionado genial y la escritora de la generación millennial. Pero si yo hiciera una cata a ciegas de la obra de Rooney, sinceramente me parecería muy pobre. Sus frases no son sencillas, son simples. La creación de personajes es muy esquemática, no te hace trabajar nada como lectora en tu cabeza, las tramas son súper básicas”. Señala que Conversaciones entre amigos le pareció que “tenía un poco más de gracia, está escrita con una falta de prejuicios muy interesante, sin querer adecuarse a la alta cultura”, pero aun así “su escritura en sí me deja bastante fría”.
Nanclares también especifica, ante el peligro de ser tachada de boomer (ella es del 75 y Rooney del 91), que no se trata de una cuestión de diferencia generacional. La analista de datos y activista española Míriam Hatibi, nacida en 1993, es un ejemplo de que se puede ser millennial, pero no ser precisamente defensora de la obra de Rooney. En una de sus intervenciones en el programa de radio Tardeo, expresó que en Gente normal: “se suponía que todos íbamos a encajar pero, por ejemplo, todo el mundo es blanco. Cuenta la historia de chico conoce a chica y que además van a la universidad. Esto no es la voz de una generación”. Además, al respecto de la trama: “tenía la sensación de haberla leído mil veces antes. No me dio la sensación de que los personajes evolucionen, sino que tal como empiezan, acaban”.
El escritor y periodista Juanjo Villalba se pregunta “cuánta gente, de entre todos los que la critican (y también entre los que la alaban) ha leído realmente a Sally Rooney, o si la han podido leer de forma limpia, sin estar totalmente contaminados por todos los prejuicios que rodean a esta autora”. Para él, que está “a favor de Sally”, la autora tiene la virtud de “explicar historias muy sencillas, con las que mucha gente de un amplio abanico de edades se puede sentir muy identificada, pero en las que es capaz de introducir temas o reflexiones muy interesantes”. Asimismo, le parece reseñable “su dominio de los diálogos, la preocupación por las descripciones de detalles mínimos de la acción (lo que también la acerca mucho al mundo cinematográfico) y el uso intenso del correo electrónico como forma de conocer los pensamientos internos de los personajes, que a mucha gente le ha fascinado”.
“Con Sally Rooney me sucede que los lunes, miércoles y viernes pienso una cosa sobre su obra y los martes y jueves, otra. Tengo más objeciones con Gente normal que con Conversaciones entre amigos, sobre todo relativas a algunos esquematismos del argumento y los clichés a la hora de construir, por ejemplo, a Marianne y a su familia. Ahora, leí el fragmento de la nueva novela que publicó The New Yorker y me sentí instantáneamente como en casa”, afirma la periodista Begoña Gómez Urzáiz. Quiere leer la nueva novela por puro placer y por tener su propia opinión “en el inevitable e inescapable debate Sally-Rooney-Sí/Sally-Rooney-No en el que llevamos inmersos ya cuatro años”. Al respecto del fenómeno: “ella no es responsable de las expectativas que genera ya todo lo que hace, no es culpable de su fandom, algunas facciones del cual pueden ser un poco estomagantes, y solo es parcialmente responsable de las campañas en torno a sus lanzamientos”.
La escritora Aloma Rodríguez también lee a Rooney con placer y espera con ganas Dónde estás, mundo bello. Se sitúa en el bando defensor de la autora irlandesa, sobre todo porque: “hay muchos libros y si no te gusta Sally Rooney basta con no leer los suyos”. No cree que esté sobrevalorada, aunque entiende a quien sí lo piense por las expectativas que siempre genera la etiqueta de 'fenómeno'. “Su primera novela, Conversaciones entre amigos, me pareció irregular: tenía cosas estupendas y otras no tanto. Gente normal creo que es una novela más redonda, más compleja y donde todo está mejor ensamblado. Escribe muy bien escenas de sexo, es hábil escribiendo diálogo y sobre todo construyendo una historia subterránea, mucho menos amable que la que se ve en la superficie”.
Leticia Vila-Sanjuán, editora freelance y beca Fulbright, no duda en definirse como defensora acérrima de Rooney. Acaba de terminar su última novela y le parece que “su fama está justificada porque es una excelente narradora y contadora de historias. Si además a eso le sumas dominio de la prosa e ideas de un cierto peso detrás de tramas aparentemente sencillas, me parece que tienes un combo ganador”. Se figura que “parte del rechazo que recibe del establishment literario o intelectual tiene que ver con que al final son historias de amor, de amistad. Me parece que no deja de haber un desprecio sistemático hacia las 'historias de chicas'. También tiene que ser muy complicado lidiar con ese nivel de expectativas, con la presión de las etiquetas de autora joven millennial de moda. Y sin embargo ella sigue haciendo las novelas que le apetecen, de los temas que mejor se le dan, con muchísimo talento”.