ENTREVISTA | Jana Leo

“Cuando te violan, tu rutina deja de tener sentido”

Mina López

Llega a su casa con las bolsas de la compra y se encuentra a un hombre desconocido con una pistola. Así empieza Violación Nueva York (Libros del Lince), el libro en el que Jana Leo (Madrid, 1965) explica cómo la violaron en su propio apartamento de Harlem y cuáles fueron las consecuencias posteriores.

La autora, doctorada en filosofía y titulada en máster por la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Princeton, narra con detalle las dos horas que estuvo encerrada en el apartamento con su agresor, que primero charla con ella casi de manera casi natural y después la viola en su propia cama. No hay dramatismo en sus palabras: con el relato crudo de lo sucedido es suficiente para entender lo devastador del hecho.

El hombre se había colado en el edificio sin problema. No tenía ningún sistema de seguridad y estaba totalmente descuidado por su casero, que ni siquiera cambiaba las cerraduras rotas. Después de su agresión, Leo comienza a recopilar información para apresar a su atacante y establece una relación entre su experiencia y la especulación inmobiliaria de Nueva York. Tanto el violador como el casero acabaron en la cárcel. El primero por la agresión sexual; el segundo por fraude: cada vez que conseguía un nuevo inquilino se llevaba una comisión y subía el alquiler.

En el libro es muy relevante la relación que hace entre la violación y la ciudad. ¿Cómo llega a elaborar esta tesis?

A nivel de intuición había cosas extrañas, que yo no me explicaba a mí misma. ¿Qué hace un violador dentro de mi casa hablando conmigo como si me conociese? Luego hablando con una amiga que es psicóloga me decía: ¿Y si no supiera qué es lo que tenía que hacer? ¿O si le costara trabajo? Como si hubiese sido una violación por encargo. No he podido demostrar que fuese así, pero había algo que no me cuadraba.

En el momento en el que mudé al edificio empecé a ver cosas que estaban mal. Al llegar a mi piso lo veía muy bonito pero después no funcionaba nada: se iba la luz, no había calefacción... Y te dicen: “estamos acabando de arreglarlo, hemos renovado el edificio, tú no te preocupes”, y te lo crees.

Pero el casero lo que está intentando es que la gente se mude, empiece a pagar y que se vaya. Así va subiendo la renta. Esto es muy importante, porque pueden aumentar hasta un 20% el precio del alquiler cada vez que alguien se muda. El valor del edificio va a variar en función del precio que se haya pagado por la última renta. De repente, si el alquiler pasa de 400 a 800 dólares, en vez de venderlo por medio millón lo haces por el doble. Mi edificio se vendió el mismo día en que me violaron.

Cuando me quejaba, mis vecinas me decían: “no te quejes, que te va a pasar algo”. Y claro, cuando me violan y después el portero me dice que había visto al agresor o una persona parecida viviendo en la azotea, entonces pienso que ahí hay algo. Al ver las denuncias que hay en el edificio de otros inquilinos y me entero de la legislación, lo relaciono.

La transformación de la ciudad que explica en el libro se puede ver ahora en ciudades como Barcelona o Madrid donde los precios de los alquileres están disparados y los vecinos se tienen que ir de sus barrios ¿Se ha frenado esa tendencia en Nueva York?

Hay dos cosas. Una es que la subida de precios nunca para mientras haya demanda. En España sí sucedió durante la crisis. En 2005 en Madrid los alquileres estaban al mismo nivel que están ahora, pero cayeron en picado y llegaron a cifras de 1995. Cuando la gente dice que están subiendo es mentira, lo único que están haciendo es recuperar el punto en el que estaban.

Pero lo que cuento también en el libro es el uso de mecanismos ilegales para sacar un beneficio extra y cómo esto es algo organizado, porque el casero es multimillonario y tiene cientos de edificios. Se convierte en un juego de corrupción inmobiliaria, no estamos hablando solo de gentrificación.

En Barcelona, por ejemplo, ocurre algo similar. Ya había edificios propiedad de un solo dueño, pero ahora además aparecen los nuevos inversores, que también se compran el edificio, echan a los inquilinos y los convierten en apartamentos de lujo.

Sí, está pasando en más sitios. De hecho, en mi experiencia el principal culpable es el Ayuntamiento. Intenté abrir una oficina de control, asesoría y ayuda en este proceso de cambio. Porque en todo proceso de cambio van a ocurrir cosas salvajes que se van escapar. Lo mismo que tenemos una oficina de atención al ciudadano o de Hacienda, ¿por qué no hay una que controle el tránsito de las ciudades? Es imprescindible. El casero no es el problema: él ha encontrado un vacío y lo está explotando. Ese vacío viene del Ayuntamiento, que está haciendo la vista gorda y no está teniendo en cuenta los factores que intervienen.

En España se está demonizando Airbnb, pero la gente no se da cuenta de que son dos procesos distintos. Por un lado, la industrialización de los edificios de apartamentos y por otro, la precariedad en el trabajo. Si no hay precariedad la gente no se va a otro sitio y alquila su piso, sino que se queda tranquilamente donde está que para eso se lo ha comprado.

Realmente el problema es más complejo. Por eso me interesaba hacer esa especie de zoom: culpable primero el violador, culpable segundo el casero y sigues echando para atrás y aparece el Ayuntamiento, y sigues y es el trabajo.

También toca el tema de la violación por parte de la mujer hacia hombres u otras mujeres. Generalmente cuando el autor es un hombre se relaciona con el patriarcado. ¿Cómo se explican estos otros casos?

Empecé a verlo porque mi abogada lleva casos de abusos sexuales tanto de mujeres como de hombres. Y llevaba un caso de un hombre violado por una mujer o niños por maestras en el colegio. Y me di cuenta de que esa realidad existe.

Antes, la imagen que tenía en la cabeza es que la violación es un pene que se utiliza como arma. Es decir: la polla es como una prolongación de una pistola, que en mi caso fue así. Hice un libro, que no se ha publicado, de 300 y pico páginas donde se muestran todos los documentos a los que hago referencia en el texto. Y hay una fotografía que para mí es muy llamativa: es una imagen de mi propio útero con moratones tras la violación.

Luego está el otro elemento de la violación: el poder. Utilizas a la persona en un momento en el que tú tienes poder, como por ejemplo en un colegio en el caso de una monja y una niña. Se habla de la pederastia en la Iglesia con curas y niños, pero con las niñas pasa lo mismo y se calla. El libro que estoy escribiendo ahora habla de eso.

¿Cree que la violación interpretada como sexo inmediato (lo quiero y lo consigo ya) está relacionada con el tipo de sociedad de consumo en la que vivimos?

Sí. En esta sociedad del bienestar en la que todo está relativamente accesible nos resulta muy complicado esperar. Recuerdo que cuando era niña el día que comía dulces estaba marcado. Era una estructura mucho más rígida -que no quiero decir que sea buena tampoco- pero sí había unos rituales, que hacen que algo esté relacionado con un momento y no pueda ser en otro.

¿Piensa que su libro puede ayudar a una víctima de una violación? ¿Se llega a superar el trauma con el tiempo?

Puede sentirse reconfortada al identificar lo que le está sucediendo. Por eso empecé a escribirlo, porque yo no entendía qué y por qué me pasaba. Luego comprendí que tienes un sentimiento de pérdida de control total porque alguien ha invadido tu vida de repente. Tu rutina deja de tener sentido y no la puedes seguir. Y eso produce unos efectos horribles.

Esa parte la pasas, claro, cuando vuelves a tus costumbres. Pero lo que creo que no se supera es la parte más profunda, más inconsciente. Porque al fin y al cabo todos somos animalitos y esa parte de animal herido se queda ahí, cambia y ya no se recupera.

Usted pide una condena justa para su violador en el juicio ¿Cree que podría volver a reinsertarse en la sociedad después de la cárcel?

Por un lado claro que piensas que ojalá le metan en la cárcel de por vida. Pero por otro, este tío no es un psicópata. Va con una pistola y violando a gente, pero no lo es. Un poco torpe sí, no tiene una inteligencia demasiado desarrollada.

Va con el arma y hace las cosas de manera sistemática, porque ha encontrado algo que le funciona. Pero si cambias eso, puede trabajar de otra manera. Yo creo que la reinserción puede funcionar para personas así. Para un psicópata que ha asesinado a 50 mujeres, pues igual no. De todas formas, la función de la cárcel en Estados Unidos es castigar, no reinsertar.

¿Qué le llevó a hacer pública tu historia? ¿Se ha arrepentido en algún momento?

Me costó mucho tomar la decisión. Influyó mucho que lo publiqué primero en Estados Unidos y allí esto para mí es algo anónimo, aunque estoy integrada en el país y tengo un trabajo muy político también. Ahora al hacerlo aquí es otra cosa. El otro día, comprando en el supermercado, me vino una chica que conocía hace tiempo del barrio y me dijo que había visto mi historia y ahí pensé: “¡Dios, no! ¿Qué he hecho?”.

Esa es una de las consecuencias negativas que puede tener, que todo el mundo sabe que a Jana Leo la han violado. Si voy a buscar una casa o un trabajo, van a poner mi nombre en Google, porque lo hace todo el mundo, y lo van a ver. Pero en cierto modo es lo que ando buscando, porque me fastidia mucho que sea algo que no puedes decir que te ha pasado.