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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Jordi Évole: “Es obligatorio fortalecer nuestro sistema de salud público, diezmado por los recortes”

“Si el atentado de las torres gemelas de Nueva York en 2001 marcó el inicio del siglo XXI con la primera gran oleada mundial de miedo y un mayor despliegue del control sobre los ciudadanos”, escribe Jordi Évole en Confinados, su nuevo libro, “la pandemia del coronavirus acentuará ese miedo y ampliará el dominio autoritario de los Estados, además de otras consecuencias sociales, económicas, sanitarias y culturales que todavía no podemos prever”.

Lo de Évole iba a ser un programa muy distinto al que terminó siendo. El formato estaba pensado para ofrecer temporadas temáticas y la primera, de diez entregas, iba a versar sobre el mundo de la cárcel. Pero en marzo toda España se vio encerrada: llegó un confinamiento que duró bastante más de dos semanas. Entonces el equipo del programa decidió hacer un especial sobre la crisis del coronavirus. Pero a medida que el estado de alarma se prorrogaba en el tiempo, los programas sobre el virus se convirtieron en seis especiales emitidos en televisión del 22 de marzo al 26 de abril.

Ahora, el periodista y su equipo han convertido gran parte del material de aquellos programas en un libro lleno de historias y protagonistas que vivieron lo más duro de la pandemia en primera persona. Confinados: historias de una pandemia que paralizó el mundo es el segundo título que Évole publica en Planeta tras Más vale pedir perdón que pedir permiso (2010).

¿Por qué convertir una serie de programas para televisión en un libro?

Queríamos dejar testimonio de unos días que pensamos que, de alguna manera, son históricos. Días en los que nosotros, en el programa, vivimos a través de una intensa reflexión. El nuestro, durante esos días, fue un programa mucho más de reflexión que de información. Queríamos recoger todo aquello que vivimos durante esas jornadas tan convulsas en un libro. Y tenerlo casi como un manual de consulta de ‘Ostras, ¿qué pensábamos? ¿Qué se nos pasaba por la cabeza durante aquellos días?’. Y por eso lo hicimos. 

En el libro se recalca en más de una ocasión que está escrito con la colaboración del equipo de Lo de Évole. ¿Este es un libro colectivo, en cierto modo?

Todo lo que hacemos en el programa es con el equipo y este libro, también. Hay partes que son vivencias particulares mías y partes que pertenecen a todo el equipo, no a mí, desde transiciones entre entrevistas a anécdotas de otros compañeros que han querido explicar cómo vivieron ellos aquellos días. 

Millás dice en el libro que “No somos conscientes de que la normalidad es un invento portentoso”. ¿La pandemia nos ha hecho más conscientes de lo bueno y lo malo de la vieja normalidad?

¿Que si nos ha hecho más conscientes? Desde luego, porque echamos de menos cosas que antes eran muy habituales en nuestro día a día como los abrazos y los besos a la gente que queremos. De hecho, yo creo que va a haber cosas que van a ser muy difíciles de recuperar tal y como las habíamos vivido antes de la pandemia. Tenemos que ser conscientes de que algunas igual ni vuelven: hay que mentalizarse. 

El mismo Millás decía que en la actualidad no existe la espera: que lo queremos todo aquí y ahora. Sin embargo, la pandemia nos ha situado en un escenario en el que parece que vivimos en presente continuo rodeados de noticias sobre el coronavirus todos los días. Da la sensación de que lo único que hacemos es esperar, no se sabe muy bien qué. ¿Cree que durante estos meses ha cambiado nuestra concepción del día a día, de cómo tratamos la incesante actualidad?

Sí, pero creo que debemos seguir aprendiendo. De alguna manera hemos tenido que adaptarnos a circunstancias y situaciones que no conocíamos. Hemos tenido que estar más tiempo con nosotros mismos, ha habido un punto más de introspección. Y creo que eso puede ser bueno, también. Sin olvidar que para salir de una pandemia como esta tenemos que actuar en comunidad y saber que lo que tú haces puede beneficiar pero también perjudicar al otro. 

Hay situaciones que parecen perjudicarnos a todos. Ana Sotodosos [auxiliar de enfermería en una residencia de ancianos durante la pandemia] cuenta en el libro que el convenio laboral que regula su profesión es ciertamente sucinto y que, además, las residencias venían de sufrir un grave proceso de privatización. Hoy mismo anunciaba Díaz Ayuso que iban a privatizar las pruebas serológicas en Madrid, una de las comunidades más afectadas por el virus. ¿Será posible reforzar nuestro sistema sanitario cuando salgamos de esta?

Más que posible yo creo que es obligatorio fortalecer nuestro sistema de salud público, que quedó muy diezmado con la crisis y los recortes. Hemos visto que es imprescindible para poder hacer frente a una pandemia y que todo el mundo tenga las mismas oportunidades a la hora de poder afrontar la enfermedad. Creo que el reforzamiento del sistema de salud público debería ser una prioridad de cualquier gobierno.

Creo que el refuerzo del sistema de salud público debería ser una prioridad de cualquier gobierno

¿Por qué cree, entonces, que se están volviendo a utilizar fórmulas de la crisis, como las privatizaciones, para hacer frente a esta situación?

Eso ya forma parte de la ideología de cada uno. Habrá gobiernos que opten por la privatización y gobiernos que opten por la inversión en lo público, pero eso ha pasado históricamente. Depende de la ciudadanía votar a unas u otras opciones. 

En Confinados también habla con el economista Antón Costas, que afirma que el sector servicios y los trabajos esenciales están, esencialmente, muy precarizados en nuestro país. Tenemos el caso de Oti, camionera, cuyo testimonio caló hondo en el programa. ¿Qué tiene que ocurrir para que este sector mejore sus condiciones laborales?

De entrada lo que tiene que cambiar es nuestra percepción de esos trabajos. Creo que muchas veces hemos mirado y hemos ninguneado a estos trabajadores. Me gustaría que, visto lo visto, y teniendo en cuenta que fueron estos trabajadores esenciales los que hicieron que nuestra vida fuese más sencilla durante momentos muy duros, pues que los tengamos presentes. Y si de ese reconocimiento social se deriva unas mejores condiciones laborales y de sueldo, pues daremos un gran paso hacia delante. Pero como mínimo tener un reconocimiento hacia esos trabajos precarizados que, en el momento álgido de la pandemia, han hecho que nosotros podamos seguir con nuestra vida, que nos han ayudado a cuestiones básicas como tener llena la nevera, poder ser atendido en un ambulatorio, en un hospital… tengamos muy presente la importancia de estos trabajos. 

En este libro recoge también historias como las de Charo Torres [cajera en un supermercado], Mari Carmen de la Gracia [limpiadora de un centro de salud de Badajoz] o  Seydou Diop [trabajador en los campos de frutos rojos de Huelva y voluntario de una ONG que intenta mejorar la vida de jornaleros y temporeros]. Historias de personas que vieron los efectos de esta enfermedad en primera línea. ¿Sigue en contacto con ellos?

Hemos llamado a algunos de ellos y en el libro recogemos sus reflexiones, algunas una vez pasado lo más duro de la pandemia. Y sí, hay algunos que siguen reclamando mejoras, claro. Esto no se ha acabado.  

¿Qué les dirías a todos ellos ahora que empezamos a ver las orejas al lobo de la crisis que viene?

Yo les seguiría mostrando mi agradecimiento. Les diría que no olvidamos todo lo que hicieron por nosotros. 

Frente a estas personas que estuvieron en primera línea, también están quienes organizan manifestaciones para protestar por la mascarilla, quienes niegan la pandemia o la llaman ‘plandemia’, y quienes en términos generales no siguen las normas de seguridad ni recomendaciones sanitarias. ¿Cómo afrontar esta versión de los hechos?

Yo es que no termino de entenderlo, la verdad. Pero bueno, es un signo de nuestros tiempos y me parece que al frente de movimientos como ese hay dirigentes tan irresponsables como Donald Trump o Jair Bolsonaro. 

[El negacionismo] es un signo de nuestros tiempos y al frente de movimientos como ese hay dirigentes tan irresponsables como Donald Trump o Jair Bolsonaro

Durante los primeros días de la pandemia muchos músicos, artistas, editoriales, compañías de teatro y trabajadores de la cultura pusieron su granito de arena para poder afrontar el confinamiento de una forma distinta, más vivible, menos opresiva. Pero al mismo tiempo, también a finales de marzo y durante los peores días de pandemia Vox alimentaba la polémica al afirmar que “España puede vivir sin sus titiriteros, pero no sin sus agricultores y ganaderos”. ¿Qué opinas de esta afirmación?

Yo es que creo que la cultura nos salvó durante lo peor de la pandemia. Nos salvó de la reclusión una película, una canción, un disco, un libro, una obra de teatro online. No sería bueno que ahora dejásemos a la cultura en la cuneta. La cultura es imprescindible y además es algo a lo que recurre la gente de cualquier ideología, también la gente de extrema derecha. Entonces eso: nos haríamos un flaco favor si dejásemos al sector cultural en la cuneta. 

No conozco a nadie que se haya infectado en un cine, donde las medidas de seguridad son absolutas, ni en un concierto donde los aforos se han reducido mucho. Hay que seguir acudiendo a las librerías para comprar libros que luego en casa te pueden hacer una compañía enorme. Todo eso hay que tenerlo en cuenta como un alimento que necesitamos, igual que necesitamos ir al super y llenar la nevera. Todo el mundo es importante en una situación así. 

Ahora este mismo partido prepara una moción de censura contra el Gobierno de Pedro Sánchez. ¿Cómo crees que habría sido la gestión de la pandemia si hubiese gobernado Vox?

Casi que prefiero no pensarlo. También te digo que, de alguna manera, todos los gobiernos han errado en la toma de sus decisiones, sean del signo que sean. 

En este libro también hablas con Rosa María Sardà, que dijo que ‘el cáncer siempre gana’ mientras tú intentabas animarla. Hace poco en Málaga presentaba Eso que tú me das, su documental sobre la última entrevista que concedió Pau Donés. Ambos han fallecido recientemente. ¿Hasta qué punto estos últimos meses nos pueden haber acercado a una comprensión distinta de la muerte?

La pandemia nos ha acercado a la muerte, a veces de una forma muy cruel. Pero creo que testimonios como los de Rosa o Pau son muy útiles para saber encarar lo que significa. Creo que, por ejemplo, la manera tan serena que tuvo Pau de irse, esa tranquilidad que nos ofreció en esa entrevista que nos pidió que hiciésemos y, sobre todo, el canto a la vida que hace en esa entrevista: es un ejemplo de vida que nos hace mucha ilusión llevar a las salas de cine para que a los espectadores les pueda ser útil. Ayer ya nos dieron fecha definitiva para el estreno, que será el 30 de septiembre, y la verdad que estamos muy ilusionados con este proyecto porque parte de la recaudación va a destinarse a la investigación contra el cáncer. 

Sardà también recuerda en el libro que “no se lucha contra el cáncer, no se trata de un match a ver quién gana” y que “morir es una consecuencia de estar vivos”. ¿Tenemos que aprender a relacionarnos y a hablar en otros términos menos belicosos del cáncer y otras enfermedades?

De alguna manera, Sardà y Donés sirven para que se hable del cáncer de otra manera. Encarándolo, visibilizándolo y hablando de la enfermedad sin eufemismos. Y ambos dando la cara hasta prácticamente el último momento. Son grandes ejemplos de cómo está cambiando también la forma de comprender y hablar de la enfermedad.