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Entrevista
Escritora

Pilar Sánchez Vicente: “La novela histórica puede servir para mostrar la historia oculta de las mujeres”

La novela de Pilar Sánchez Vicente habla de la Ilustración desde personajes femeninos olvidados

Miguel Ángel Villena

9 de diciembre de 2021 12:00 h

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Al igual que las andanzas de Andrea Carbayo de Jovellanos, la protagonista de La hija de las mareas, la vida de Pilar Sánchez Vicente también transcurre entre Gijón, donde nació hace 60 años y vive hoy, y Oviedo, donde trabaja. Historiadora de formación, documentalista de profesión y escritora por vocación, esta asturiana entusiasta ha transitado por varios géneros que van del ensayo a los guiones de televisión pasando por varias novelas. En La hija de las mareas (Roca editorial), que acaba de publicarse, Sánchez Vicente aborda la historia de tres generaciones de mujeres que recorren todo el siglo XVIII y los comienzos del XIX con el panorama de fondo de la Revolución francesa y la guerra de la Independencia. “No cabe duda”, señala con rotundidad la autora, “que la novela histórica puede servir para mostrar la historia oculta de las mujeres”.

Feminista de larga trayectoria, premiada en varias ocasiones por su lucha por los derechos de las mujeres, Sánchez Vicente explica el porqué de situar la acción de su último libro en la Asturias del XVIII. “Faltaba por escribir”, comenta en una charla con elDiario.es, “una novela sobre el Gijón de esa época, el periodo jovellanista de expansión de la ciudad con la ampliación de su puerto y los palacios de la nobleza en ese periodo tan convulso e interesante del final del Antiguo Régimen. Para narrar ese ambiente necesitaba una protagonista instrumental que también me sirviera para destacar el papel de un ilustrado tan importante y poco conocido fuera de Asturias como Gaspar Melchor de Jovellanos. Así las cosas, a través de Andrea, su hija en la ficción como fruto de una relación de juventud, pude trasladar esa relación de tú a tú, sin débitos ni reditos, entre ambos”.

La novela, con una cuidadísima ambientación histórica y una extensa galería de protagonistas, combina figuras históricas como la familia de Jovellanos, la escritora y revolucionaria francesa Olympe de Gouges, precursora del feminismo; o Fernando VII y Napoleón con personajes de ficción. A juicio de la autora, “ayuda a conocer la Historia el hecho de inscribir ficción en la realidad de una época, al tiempo de dar vida ficcionada a personajes reales poco recordados y que han permanecido en la sombra”. Tanto unos como otros resultan engarzados en La hija de las mareas, por la trayectoria de Andrea Carbayo de Jovellanos, de su madre y de su abuela. Se trata en definitiva de mujeres pioneras e innovadoras que rompieron moldes en su tiempo. En opinión de Sánchez Vicente, “aquellas pioneras fueron muchas veces mujeres anónimas, pero precursoras del feminismo que apareció a mediados del siglo XIX”. “Hay que considerar”, aclara la novelista, “que el XVIII es un siglo muy poco estudiado y valorado y en esa medida las mujeres de aquella centuria estuvieron doblemente ocultas”. A partir de ahí, la novela reivindica a una mujer maestra y traductora, que introduce la imprenta desde Francia a Asturias, y que defiende la libertad de expresión como instrumento necesario para cambiar el mundo y liberar a las mujeres de su opresión. Además, como telón de fondo del relato sobresale el clasismo de una sociedad muy estamentada que impide por todos los medios las relaciones entre las clases altas (dos miembros de la familia Jovellanos, por ejemplo) y las clases subalternas, encarnadas por una criada y un músico.

La Revolución francesa como modelo

En La hija de las mareas la experiencia de la Revolución francesa ocupa un lugar destacado y el relato se sumerge en el París de aquel tormentoso cambio de régimen de la mano de la protagonista, a la que apodan precisamente La Gabacha a su regreso a Asturias. De hecho, Francia actúa como un faro, como un modelo para aquella España atrasada y dominada por reyes absolutistas en una época de choque entre los Borbones, que representan un pasado caduco, y los Bonaparte que ejemplifican los nuevos aires de la Ilustración. “De la guerra de la Independencia”, afirma Pilar Sánchez Vicente, “nacen las dos visiones contrapuestas de España que atraviesan todo el siglo XIX y donde los liberales, entonces estigmatizados como afrancesados, siempre llevan las de perder. Como símbolo encontramos al político y militar asturiano Rafael del Riego que también desfila por mi novela. Aquel conflicto de la también llamada guerra del francés permanece muy ignorado en el norte de España y, por otra parte, se trata de un periodo lleno de tópicos como Agustina de Aragón o el rey Pepe Botella”.

La escritora asturiana se recrea con esmero en las descripciones de paisajes y paisanajes porque sostiene que aspira a que los lectores perciban en la novela el humo, la sangre o la basura y se adentren en la vida cotidiana de finales del XVIII y principios del XIX. “Si no ponemos el foco en la vida privada, las mujeres desaparecen del relato histórico”, argumenta la autora. De otro lado, La hija de las mareas utiliza un lenguaje anclado en usos dieciochescos, aunque muy legibles para un lector de hoy y donde se nota una concienzuda tarea de investigación. A través de un intenso ritmo narrativo, a base de frases cortas y continuos sucesos que se van encadenando, dando juego a las elipsis, Sánchez Vicente pretende que el público “traiga el pasado del relato a su presente”. Al hilo de esa reflexión, esta apasionada escritora lamenta mucho el déficit de educación histórica que padece España. “Hay que reforzar a toda costa la enseñanza de la Historia en los colegios e institutos”, manifiesta, “porque resulta inaudita la poquísima atención que se dedica a las mujeres o las carencias del alumnado en el conocimiento de etapas muy recientes como la II República o la dictadura franquista. Si hasta algunos sectores se permiten negar la necesidad de una educación para la ciudadanía”.

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