La llamada crisis del papel ha generado una tormenta perfecta en el mercado editorial. Con las ferias de libros volviendo a la vida como antes de la pandemia y la de Madrid a punto de abrir sus casetas, la pregunta es inevitable: ¿los lectores vamos a pagar más en esta edición? ¿Ya lo estamos haciendo? La respuesta es que sí, pero menos de lo que cabría esperar.
La inflación ha provocado una subida generalizada de los precios y los libros impresos no son una excepción. Eso sí, de momento están en la columna de los bienes que menos se han encarecido en el último año, a pesar de que el papel es una materia prima escasa y preciada que ha subido entre un 15% y un 30% de media, según varias fuentes. Pero la crisis editorial no se debe solo al papel. Todo está más caro: transporte, impresión, energía y manufactura, sumado a las deudas que algunos arrastran por culpa del coronavirus.
Los datos del Instituto General de Estadística (INE) arrojan que los libros de ficción y no ficción han subido un 1,4% y un 0,7%. Si los bolsillos de los lectores aún no lo han notado es porque algunas editoriales están haciendo verdaderos malabares para no tocar el llamado Precio de Venta al Público. Las razones son muchas y muy dispares: políticas de imagen, miedo a perder clientes o porque están compensando el desbarajuste por otros lados. Aunque hay quien piensa que esta calma chicha tiene los días contados. “Todavía no ha llegado la gran subida de precios, pero le queda na y menos”, asegura Daniel Coronado, responsable de la librería Omega Center, punto de peregrinación de los fans de manga y otros cómics en Madrid.
Él ha visto cómo algunos libros que llegaban a su tienda eran más caros que hace unos meses, pero cree que las primeras subidas generales se notarán en junio, mes en el que publican las remesas de novedades fraguadas en medio de la crisis. Coronado también está siendo testigo del dilema al que se enfrentan las editoriales antes de subir los precios. “Hay reediciones que no van a salir porque antes costaban 22 euros y ahora las tendrían que poner a 30 para que fuesen rentables”, explica.
La de subir los precios es una decisión que no solo afecta a los lectores, también a los libreros, como él: “Nosotros vendemos al cliente final y, si el producto es caro, comprará menos”. Hay sellos especializados en cómic, manga o novela gráfica, como Panini o Norma Editorial, que han escogido esa vía. La primera ha llegado a subir un 25% los precios en seis años y la segunda advirtió de que subirían un euro (de ocho a nueve) los ejemplares nuevos de manga. Pero hay otras que no quieren o no se lo pueden permitir.
“Partiendo de que los libros independientes tienen un público muy concreto, entregado y es el que menos mira el precio, hay una barrera muy psicológica que no puedes sobrepasar: los 20 euros”, admite Diana, editora del sello independiente Cicely. Ella está especializada en la parte de cómic y novela gráfica, la más castigada debido a las características del papel que usa, que tiene que ser grueso para que empape bien el color y de cartón duro en las portadas.
Su imprenta de siempre quiso cobrarles un “inasumible” 30% más, así que optaron por retrasar su gran lanzamiento previsto para esta época y buscar otra empresa que les mantuviese el precio. “Hemos quedado contentas, pero ha sido a fuerza de buscar mucho para no tener que subir ni un euro al público”, recuerda. También han renunciado a las tapas duras y sus portadas ahora son de cartulina.
Cicely es uno de los ejemplos de malabarismo editorial y aún así sus gastos no paran de aumentar. “Hemos recibido un mensaje de Correos diciendo que nos iban a repercutir el aumento de la gasolina en cada paquete enviado. Es un concepto ridículo”, revela Diana. Las editoriales independientes son las que más sufren este encarecimiento abrupto de la materia prima y la producción, y a la vez las que menos se pueden permitir aumentar el valor de sus productos sin pensar en las consecuencias. Se deben a un público minoritario y esa lealtad bidireccional les ata de pies y manos.
Hay una barrera de precio muy psicológica que no puedes sobrepasar: los 20 euros
“No estamos subiendo el precio de los libros porque el literario un sector muy frágil y no queremos que sea menos accesible”, explica Alberto Rodríguez, de la editorial especializada en temas LGTBI Dos Bigotes. Cuenta que su papel ha subido hasta un 35%, pero que es un gasto que están asumiendo tanto ellos como editorial como su imprenta. “No queremos contribuir a esta crisis de precios, tenemos un margen para no subirlos y esperamos que sea algo temporal”, confía. Pero si la situación se mantiene a largo plazo, reconoce que sí se plantearía una subida aproximada de un euro por cada ejemplar. Una cantidad similar a la que baraja subir el colectivo, librería y editorial La Imprenta en las reimpresiones.
Dos Bigotes se enfrenta al mismo dilema que otros sellos pequeños: subir o perder. “Si una empresa mantiene el precio a costa de beneficio lo hace para arañar mercado o por motivos de imagen. Pero da igual, porque si la materia prima sube, los editores no podrán asumir los gastos ellos solos”, cree Daniel Coronado, de Omega Center. Por eso, aunque se resistan a tomarla, muchas barruntan la vía del aumento de precio.
Las que sí han subido los precios
“Los precios de los libros no pueden permanecer inalterables”, entiende Manuel González, presidente de la Asociación de Editores de Madrid, pero también cree que “es posible conseguir un equilibrio de contención de precios que explica el milagro de mantener unos baremos que se resisten a las tensiones inflacionistas”. Las estrategias de los aumentos de precio son distintas dependiendo del producto final. Hay algunas marcas que han encarecido hasta un 20% su catálogo de novedades y otras en las que la subida no llega ni a medio euro por tomo.
Una de las editoriales que asumió pronto que iría por la vía de subir un poco los precios fue Capitán Swing, especializada en ensayo político. “La gente cuando ve un libro solo piensa en el papel de dentro, pero las cartulinas gráficas para las cubiertas están carísimas. Ahí sí que hay mucha demanda y poca oferta. Y la cartulina dura ya está imposible”, explica Daniel Moreno, editor jefe. Por eso han amoldado el precio “un pelín” a los costes: “Unos 25 céntimos por libro”.
Moreno cree que “los precios en general van a subir seguro”, pero que repercutirá poco en el consumidor final. “Quien vaya este año a la Feria del Libro no va a notarlo”. El empresario Servando Carballar, fundador de la editorial de juegos de mesa Gen X Games, entiende que subir los precios en este momento es delicado. “El poder adquisitivo de la gente no es el mismo y tienen que empezar a elegir entre pagar la electricidad, la compra, el libro o el juego que quieren”, explica. Aun así, editoriales como la suya han hecho subidas de hasta el 20%.
“El catálogo antiguo no lo hemos tocado, pero el sector ha tenido que subir las novedades un 15% o un 20% desde enero”, cuenta Carballar. En su caso, como el de las editoriales de cómics y ediciones especiales, el papel de naipes que necesitan para confeccionar los juegos es caro y difícil de obtener, así como los acabados y el cartón para las cajas de packaging. En total, calcula que las materias primas han subido un 20%. “Estamos haciendo malabarismos porque la liquidez se nos ha ido al traste”, reconoce el cabeza de Gen X Games y la cadena de tiendas de cómics Generación X.
El poder adquisitivo de la gente no es el mismo y tienen que elegir entre pagar la electricidad, la compra o el libro que se quieren comprar
Daniel Moreno cree que “se está especulando mucho con el papel” y, por ende, con los precios. “No es que no haya, es que las imprentas o las papeleras se lo reservan a sellos más grandes”, asegura el editor de Capitán Swing. El director de la Asociación de Editores de Madrid coincide en que “es determinante el volumen de compra en la obtención del mejor precio entre los que compiten en los mercados de materias primas y suministros”. De nuevo, las pequeñas son las que pagan el pato. Por eso hay algunas como Errata Naturae que hace tiempo se pasaron a la fabricación propia y ecológica.
“Hace un año y medio tomamos un rumbo más sostenible y empezamos a buscar un papel que fuese mejor para el medioambiente, también por dónde se producen y cómo viajan”, cuenta Irene Antón, editora jefa. Antes usaban un papel de imprenta normal con el que se enfrentaban a cambios imprevistos, a competencias y a aumentos de precio. En su momento fue un gasto mayor, “como el que conlleva todo lo ecológico”, y así lo reflejaron en el precio de los libros, que subieron “unos céntimos”. Pero, a la larga, les ha salido barato porque les ha librado de sufrir tanto la crisis actual. Tampoco se plantean encarecer los productos de nuevo. “No nos hemos aprovechado de esto en ningún sentido”, asegura Antón.
El otro coste: retrasos y contratos precarios
En ocasiones, no repercutir la subida de gastos en el precio al público tiene otras consecuencias que escapan al ojo del consumidor. Por ejemplo, ¿cómo está afectando esto a los autores? Si las editoriales suben el precio de sus libros para contrarrestar los costes, ¿deberían cobrar más?
Marta C. Dehesa es abogada especializada en derechos de autor y el mercado literario y representa a muchos de ellos. “Es un hecho evidente que hay dificultad para obtener papel, pero al final llega. Y es un poco el cuento del lobo que, como siempre, repercute en los autores y autoras, a quienes se les presiona aún más en las negociaciones y en los tiempos”, desvela. Trabajos que antes pedían que se hicieran en tres meses, ahora se piden en uno y “la balanza de poderes se ve de nuevo desequilibrada”.
También nota que están bajando los adelantos –“si es que los dan”– o que está desapareciendo el 10% por ejemplar vendido que se solía pagar a los escritores en concepto de propiedad intelectual. “Este 10% era un pacto no escrito, no es de obligado cumplimiento, pero ahora están tirándolo a la baja: del 10 quieren reducirlo al 8% y en ocasiones ofrecen hasta un 2%”, apunta Dehesa.
El del papel es un cuento del lobo que sirve para presionar más a los autores en las negociaciones y en los tiempos
Las otras consecuencias invisibles se notan en los calendarios. Por primera vez en décadas, las editoriales tienen que prever sus lanzamientos con meses e incluso años de antelación. “Los proyectos que antes tenías en seis meses, ahora los tienes en un año o 14 meses. Es infernal”, se lamenta Servando Carballar, de Gen X Games. Dos Bigotes mide al milímetro las tiradas, algo que antes no tenían que hacer. Errata Naturae, que sigue usando una imprenta normal para los proyectos a color, cómics o libros infantiles, también tienen que planear desde ya la campaña de noviembre y Navidad.
Ese es el terror generalizado: que vuelva el fantasma de las navidades pasadas. Que los grandes lanzamientos pensados para las fiestas se retrasen. “El año pasado ya me llegaron juegos en enero o febrero, que se venden mucho peor”, explica Carballar. Eso, si es que los pueden hacer. En Cicely y Errata ya han renunciado a sacar ejemplares con determinado tipo de material más cuidado, pero también más escaso y costoso.
“Si no se arregla vamos a tener un cambio de paradigma gordo y muchos sellos pequeños no lo van a aguantar”, advierte Daniel Coronado, librero de Omega Center. Pero hay otros que no pierden la esperanza. “Es previsible que los precios y el abastecimiento se empiecen a normalizar en este próximo otoño”, confía Manuel González, de los Editores de Madrid. De momento, a muchas les vale con capear el temporal.
Si no se arregla vamos a tener un cambio de paradigma gordo y muchos sellos pequeños no lo van a aguantar