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Me quedaré soltera (y no será mal plan)

Kate Bolick en la portada de su best-seller Spinster (Solterona)

Lucía Lijtmaer

Un día, a los 28 años, Kate Bolick se despertó llorando. Se había separado recientemente de su novio Allan porque no era el hombre de su vida y aún así el dolor le acuciaba. ¿Por qué el sufrimiento al quedarse sola era tal? ¿Se trataba únicamente del típico luto por una relación que no funcionaba o comenzaba a permear la desesperación por un futuro en soledad? El dolor, como la relación con Allan, acabó remitiendo, pero las preguntas de Bolick no.

Así que diez años más tarde, con mucho más recorrido sentimental y académico a sus espaldas, Bolick escribió All the single ladies, un ensayo que se publicó en The Atlantic, levantó ampollas y se viralizó inmediatamente. En este, Bolick trataba uno de los grandes tabúes de nuestro tiempo: ¿qué pasa cuando la soltería se convierte en un estado más o menos perpetuo en nuestras vidas?

Bolick echaba mano de las estadísticas: según la Oficina del Censo de Estados Unidos en 2013, 105 millones de personas de 18 años o más nunca se habían casado, divorciado o enviudado. El 53% de todos ellos eran mujeres. Las cifras aumentaban considerablemente en las mujeres afroamericanas: un 70% de ellas no se han casado, y su permanencia en este estado a medida que pasa el tiempo llega a doblar las estadísticas de las mujeres blancas.

Ante estos datos, Bolick proponía una alternativa, que ahora desarrolla en Solterona, un best seller que aterriza en nuestro país el 11 de abril de la mano de Malpaso tras arrasar en Estados Unidos: ¿qué pasa si no casarse fuera no un fracaso sino el resultado de las derivas de nuestra sociedad? ¿Y si la soltería (en particular entre las mujeres) fuera en realidad una evolución natural de la lucha por la independencia?

“Necesitamos discutir este cambio demográfico en el que la edad del primer matrimonio no deja de aumentar y cada vez hay más gente soltera que antes”, explica Bolick a eldiario.es. “Este cambio sin duda es nuevo, pero no es un fenómeno exclusivamente contemporáneo, como mucha gente intenta demostrar, sino el resultado de siglos de cambio y progreso hecho por mujeres. Solterona quiere invitar a los lectores a hacerse las preguntas y los descubrimientos que guiaron mi propia vida como una mujer que no se ha casado, y demostrar que crear tu propia madurez fuera del matrimonio y los lazos familiares tradicionales puede ser confuso, divertido, difícil y enriquecedor”.

La vida como una cuenta atrás

Con esta premisa, la autora analiza los últimos fenómenos de la sociedad tardocapitalista, desde las citas online hasta la cultura de los ligues de una noche en las universidades estadounidenses -un fenómeno que comienza a popularizarse en los años noventa-, pasando por el más que comprobado (según Bolick) reloj biológico de los hombres a partir de los 40 años. Todas estas situaciones se basan en una premisa, la del “baile de sillas”, según el cual hay que emparejarse y tener descendencia. Y cuando esto no ocurre, no hay alternativa.

Pero Bolick analiza también desde su propio caso personal, que el lector toma como algo paradigmático: ¿por qué una chica se construye, desde la infancia, como un ser que tiene que ser deseado por encima de todo? ¿Qué sucede cuando las relaciones no funcionan y por toda respuesta se obtiene un “no te preocupes, todavía te quedan seis años”? La vida se argumenta como una cuenta atrás, independientemente de tus logros profesionales y personales.

No solo las 'solteronas'

“Creo que la mejor defensa pasa por ignorar este hecho y centrar tu atención en descubrir y aprender sobre el enorme universo de mujeres que han vivido a su aire, solas, y han logrado ser unas artistas espléndidas o realizar vitales contribuciones a nuestra sociedad”, explica Bolick

En ese viaje de autodescubrimiento, Bolick recurre a las vidas y obras de cinco mujeres que le han ayudado a salir de esa cuenta atrás. A través de las autoras Edna St. Vincent Millay, Maeve Brennan, Edith Wharton, Neith Boyce y Charlotte Perkins Gillman, Bolick establece paralelismos para entender la independencia femenina y la necesidad de autoexpresión. Todas son artistas de amplia trascendencia en la literatura anglosajona -St. Vincent Millay, Wharton y Perkins Gillman son de obligada lectura en los programas de todas las universidades-, todas estuvieron casadas y todas son mujeres blancas sin demasiados problemas económicos. ¿Por qué ellas?

“Mi intención en el libro no era representar a todas las mujeres solteras, sino explorar mi propia relación con la idea de estar sola, y esas mujeres fueron esenciales en mi proceso personal. No puedo representar a todo el mundo”, dice Bolick.

La obra de Kate Bolick llega ahora a rebufo de una serie de ensayos contemporáneos anglosajones que quieren desmontar, desde la primera persona, los discursos con respecto a las mujeres y “lo femenino”. Desde Caitlin Moran con Cómo ser mujer a la obra de Hadley Freeman -de próxima publicación en Blackie Books-, la constante presencia de literatura nueva en torno a las narrativas y los mitos de lo que implica ser una mujer -soltera, sin hijos o simplemente, una mujer en el siglo XXI- reflejan un interés por un público cada vez más mayoritario (o al menos un interés por cazar al próximo best seller irónico-femenino). Hoy Bolick anuncia que las solteronas tienen futuro. Y no es poca cosa.

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