Cuando uno piensa en los primeros referentes LGTBI+ patrios, es sencillo remontarse a los años iniciales de la Transición y a la Movida madrileña: la apertura de salas míticas como Gay Club, las películas de Almodóvar, los himnos en los que se han convertido A quién le importa o Libérate. Tendemos a olvidar que la libertad de los 80 se cimienta sobre aquellos que comenzaron a ser visibles durante el franquismo; no solo en los grandes escenarios de la capital, frecuentados por artistas como Antonio Amaya y Coccinelle, también fue imprescindible la disidencia sexual desde las periferias: el País Vasco tuvo a Francis, Asturias a Rambal, Valencia a La Margot.
El mundo del espectáculo siempre ha acogido, incluso en los tiempos de más represión, a quienes se encontraban fuera de la norma. Por eso, la periodista Valeria Vegas (Valencia, 1985) lo reivindica en Libérate: la cultura LGTBQ que abrió camino en España, publicado por Dos Bigotes. “Desde el escenario o a través de canciones y películas se ha hecho mucho activismo cuando todavía no se empleaba la palabra activista”, explica la escritora a elDiario.es. Ella lleva años intentando ampliar nuestro imaginario colectivo, recuperando referentes españoles en un mundo donde tal vez nos suene más RuPaul que La Prohibida, o conozcamos los disturbios de Stonewall antes que los de Pasaje Begoña. “Muchas veces nos llegan mejor envueltos los referentes internacionales y dejamos de ser conscientes de los nuestros”, opina la autora.
Libérate es el cuarto libro de Vegas tras Grandes actrices del cine español (2015); ¡Digo! Ni puta ni santa. Las memorias de La Veneno (2016), biografía en la que se basa la aclamada serie de Javier Calvo y Javier Ambrossi; y Vestidas de azul. Análisis social y cinematográfico de la mujer transexual en los años de la Transición española (2019). Este bagaje ha facilitado que la escritora desglose, con el orden alfabético de un diccionario, la precisión de una guía y el tono didáctico de un manual, una serie de artistas, canciones, espacios, películas claves para entender la historia LGTBI+ de nuestro país. Inevitablemente, hay ausencias: “Este no es un libro de outing, donde un actor o una cantante tengan que ocupar un lugar por el simple hecho de su orientación sexual sin haberse manifestado abiertamente al respecto, siendo esto igual de respetable pero poco representativo en cuestiones de liberación”, advierte la autora en el prólogo.
Porque fueron, somos
Para Vegas, ser visible es posicionarse, exponerse públicamente con actitudes o declaraciones. Cita como “huracanes de liberación” a Paco España o Yeda Brown, cuyas extensas biografías aparecen en el libro. “Creo que el de travesti es un trabajo como otro cualquiera”, dijo Paco España en una entrevista con Gaceta Ilustrada que revolucionó a la opinión pública en 1976. También hay espacio para quienes se marcharon pronto pero dejaron huella, como Francis, transformista e icono de la lucha LGTBI+ en el País Vasco tras ser asesinado en 1979 por un policía.
“Casi nadie pensaba: 'voy a transgredir', simplemente les nacía por su propia identidad y circunstancias”, señala Vegas. El libro, además de poner en valor a los que disentían desde la periferia, intenta dignificar a personajes como Carmen de Mairena, fallecida en marzo de 2020, apenas una semana después de que se decretase el estado de alarma. “Carmen de Mairena o Cristina La Veneno fueron descubiertas por programas de máxima audiencia, eso las hizo visibles, pero de una manera en la que la sociedad las ridiculizaba”, recalca Vegas. “Figuras como Carmen de Mairena son parte de nuestra historia LGTBI+; España está llena de Cármenes de Mairena, personas muy auténticas pero sin esa exposición mediática, para mí son vidas totalmente irrepetibles”.
España está llena de Cármenes de Mairena, personas muy auténticas pero sin esa exposición mediática
Sobre el proceso de documentación, principalmente a través de las hemerotecas de revistas y diarios nacionales, Vegas destaca cómo ha cambiado el tratamiento de las personas LGTBI+ en los medios. “Antes, por ejemplo, había una confusión entre términos como transformismo, travestismo y transexualidad que no se subsanaba nunca; ahora diferenciamos entre orientación sexual e identidad de género, hay mayor conciencia y mucho menos sensacionalismo en los medios”. Entonces, el reclamo con el que se anunciaban espectáculos o películas LGTBI+ solía ser morboso, con excepciones como Dolly Van Doll, que regentaba su propio music hall. No obstante, Vegas subraya un cariz positivo: “Somos uno de los pocos países con cultura del transformismo”. También reivindica, como hizo Paco España, que se equipare con cualquier otra profesión artística.
“En España hemos tenido un transformismo ligado a algo muy nuestro, como la copla. Ya existía en la II República y volvió a resurgir en la Transición”, prosigue. Algo que achaca a “las divas hispánicas que permitían ese tipo de imitaciones tan sui géneris”. Precisamente, este 2020 arrasó ¡Ay Campaneras!, un podcast sobre folclóricas en el que la investigadora Lidia García ahondaba, más allá de la mítica frase de Lola Flores, en la vinculación de mujeres lesbianas y bisexuales a la copla. Pero en los 80, según Vegas, “las folclóricas fueron asociadas a algo antiguo, y ocurrió lo mismo con los transformistas, eran asociados al régimen, a algo cutre, como de barraca de feria”. Entrando en los 90 se reivindicó ampliamente el concepto de drag queen, que para la autora no difiere de este término en desuso. “Suena más glamouroso, pero para mí no hay una línea que separe uno de otro”.
Antes había confusión entre términos como transformismo, travestismo y transexualidad, ahora hay mayor conciencia y mucho menos sensacionalismo en los medios
Ampliar referencias para el futuro
“Aún quedan muchos territorios por conquistar”, escribe Vegas. Por ejemplo, la intersexualidad todavía es una realidad patologizada y fuera de las principales estadísticas, como apuntó el periodista Rubén Serrano en No estamos tan bien: nacer, crecer y vivir fuera de la norma en España (Temas de Hoy), un ensayo que dialoga a la perfección con Libérate. De hecho, hay quien erróneamente piensa que Mi querida señorita (Jaime de Armiñán, 1972), representante de España en los Oscar como película de habla no inglesa, abarca la transexualidad y no la intersexualidad, denominada entonces hermafroditismo. “Podemos presumir de tener en España una película tan singular como esa”, asevera la autora.
Cree que ha sido exhaustiva “aunque lo bueno de este libro es que siempre se puede ampliar”. Varias de las figuras citadas en él siguen trabajando, otras están retiradas; en general, los mayores LGTBI+ “acaban por ser silenciados si no están envueltos en glamour o algo comercial”, denuncia Vegas. Ahora, ella misma se ha convertido en referente tras el éxito de La Veneno, que refleja, además de su labor como biógrafa de Cristina Ortiz, su propia transición. Aunque viva como algo “bonito y positivo” el hecho de ser reconocida como ejemplo, señala que “no es algo que una se plantee, o no lo sería nunca”. ¿Quién podría estar en Libérate pasados unos años? “Personas como Kika Lorace o Samantha Hudson, ya están dejando su huella”.
La periodista espera que Libérate no llegue solo al colectivo, porque “parece que las personas LGTBI+ sí podemos implicarnos en la cultura mayoritaria y no al revés; me gustaría que recordar que probablemente los padres y madres de los lectores han ocurrido a salas de fiestas a ver a Paco España o a Dolly”. “De hecho, no hay nada que me enamore más que un hombre heterosexual disfrutando de un espectáculo de transformismo, ¿por qué no podemos disfrutar todos de todo?”, se pregunta. “Aún tenemos que reivindicar que los espacios LGTBI+ no sean nichos LGTBI+, reconquistar que los espectáculos drag no se queden para despedidas de soltera, y que vuelvan los matrimonios a las salas”.