El colectivo literario Wu Ming: “Nuestro objetivo es hacer cultura anteponiendo la obra a cualquier fetichismo del autor”

Wu Ming es tal vez el último colectivo artístico de Occidente cuyos autores todavía firman sus obras de manera anónima, acogidos en la denominación colectiva de su nombre. En su caso como escritores –aunque también ejercen de músicos y artistas plásticos– los Wu Ming comenzaron su actividad a finales del siglo XX, amparados en la ola mundial anticapitalista y antiglobalización de aquellos días, una ola que precisamente fue a convertirse en espuma en Génova en 2001 con el asesinato a manos de un policía del activista Carlo Giuliani.
Aunque inicialmente fueron la sección boloñesa del proyecto Luther Blissett, otro colectivo anónimo, todavía mayor, que tuvo su momento álgido a mediados de los años noventa, pronto se dieron a conocer como Wu Ming a través de la publicación de diversas novelas desde 2003. Ya con su nuevo nombre, publicaron 54, a la que han seguido Manituana, Altai, El ejército de los Sonámbulos y Proletkult, estas dos últimas publicadas por Anagrama.
Cada una de ellas está centrada en un periodo concreto de la historia occidental, siempre revolucionario, que Wu Ming lleva a su particular terreno, donde impera una suerte de realismo mágico alucinado. Manituana, hace referencia a la independencia estadounidense; El ejército de los Sonámbulos sucede durante la revolución francesa y Proletkul en la rusa.
Ahora la misma editorial traduce al español Ovni 78, su obra más reciente y en la que abordan, siempre desde su peculiar óptica, los “años de plomo” italianos, el periodo entre las décadas de los setenta y los ochenta en el cual las Brigadas Rojas asesinaron al presidente de la Democracia Cristiana Aldo Moro a la par que el terrorismo fascista atormentaba el país.
Sus obras literarias transcurren en momentos revolucionarios de la historia occidental que dan origen a nuevos mitos e ideales: la Reforma Luterana, la Francia revolucionaria, la fundación de Estados Unidos, la Unión Soviética, el desencanto de Mayo del 68… ¿Consideran la historia como una sucesión de revoluciones que dan origen a nuevos mitos?
Si uno lee la serie de nuestras novelas traducidas al español, de hecho, podría parecer que surge dicha trama, pero no predeterminamos nuestra producción literaria de esta manera, y no creemos que la historia tenga un desarrollo lineal. La forma en que concatenamos nuestros libros es compleja. Por ejemplo, desde la década de 2010 en adelante, a menudo hemos pasado de un libro a otro a través de reflexiones y sugerencias más geográficas que históricas.
¿Por qué en sus novelas lo histórico se mezcla con lo ficcional, incluso lo desconcertante?
Elegimos nuestras historias y construimos nuestras tramas precisamente para lograr unos efectos peculiares, lo que hemos llamado “poética del perturbante”, término italiano que se refiere a ese sentimiento particular que Freud llamó Unheimlich. Básicamente, “perturbante” es cualquier cosa que te haga sentir dos sentimientos contradictorios, incluso opuestos, a la vez.
Adoptamos diversas técnicas para lograr ese tipo de efecto, por ejemplo, fusionando realidad y ficción de manera meticulosa y puntillosa, o mediante incursiones repentinas en lo fantástico, lo onírico, lo visionario e incluso lo sobrenatural.

Ovni 78 se ambienta durante los “años de plomo” en la Italia posfascista, con el asesinato de Aldo Moro como telón de fondo, las Brigadas Rojas, los indiani metropolitani, la violencia terrorista fascista, etc. ¿A qué momento revolucionario corresponde ese período? ¿Quizás al auge de la ideología neoanarquista, al punk?
Es cierto que en la novela hemos esparcido algunos rastros del surgimiento de la cultura punk. En Italia ya existían algunas bandas pioneras, incluyendo una exclusivamente femenina, la Kandeggina Gang. Pero, como acabamos de decir, son solo rastros. Ovni 78 se centra más en cómo los últimos vestigios de las contraculturas anteriores se desvanecieron y dieron paso a la nueva cultura, la del llamado il Riflusso, “el Reflujo”.
Esta cultura estaba impregnada de una retórica de modernidad pero, en realidad, era conservadora, restauradora, centrada en la figura del consumidor individual y en la celebración del retraimiento a la esfera privada tras una década de movilización y acción colectiva. 1978 marca un hito. Es a la vez el último año de la fase que comenzó en 1968 y el primero de un período que conducirá a Italia a la década de 1980 neoliberal y berlusconiana.
¿Cómo habría sido la historia de Italia si Aldo Moro –que quería un pacto de Gobierno con los comunistas de Berlinguer– no hubiera sido asesinado?
Si las Brigadas Rojas lo hubieran liberado, su partido, Democracia Cristiana, habría tenido un gran problema que resolver. Lo veían como una persona fuera de control, un inconveniente. Ahora se ha descubierto que tenían un plan [el Piano Victor] para internarlo en una clínica, al menos temporalmente. En resumen, para hacerlo desaparecer, al menos políticamente, de una forma u otra.
Con respecto al negacionismo creemos que deberíamos buscar otro término, porque de lo contrario, cualquiera que niegue una opinión convencional o impuesta por el poder puede ser llamado "negacionista". Se convierte en una etiqueta para denigrar cualquier oposición
En el texto, hablan del auge de los avistamientos de ovnis en Italia a finales de los 70, lo que, en cierto modo, puede verse como una especie de búsqueda de una realidad alternativa en una época difícil...
En 1978, los medios de comunicación italianos explicaron la gran ola de avistamientos de ovnis como un deseo de evadirse de la realidad. En nuestro país, una década de luchas, revueltas y reformas trascendentales llegaba a su fin. La heroína inundaba las calles, la represión golpeaba a los movimientos sociales con el pretexto del terrorismo. Se decía entonces que los ovnis eran la última esperanza, el síntoma de una renuncia a la política, el reflujo de una ola revolucionaria. “¡Extraterrestre, llévame lejos!”, cantaba Eugenio Finardi.
En la novela citamos esta explicación, pero no es la nuestra. Dos personajes principales la critican; no están convencidos. De hecho, lo mismo podría decirse de cualquier narrativa, incluso de aquellas que nos ayudan a comprender la realidad, no a evadirnos de ella. Además, existen diferentes formas de escapar: la evasión, la deserción, el egoísmo, la retirada estratégica. Nuestros personajes creen que en la epidemia cultural de avistamientos de ovnis puede haber algo más utópico; quizá sean la manifestación final de la ola, no el comienzo de su reflujo.
¿Cree que el negacionismo actual comparte características similares?
Con respecto al negacionismo creemos que deberíamos buscar otro término, porque de lo contrario, cualquiera que niegue una opinión convencional o impuesta por el poder puede ser llamado “negacionista”. Se convierte en una etiqueta para denigrar cualquier oposición.
Las fantasías sobre la COVID-19, el clima y la ciencia no nos parecen meros autoengaños, cuentos de hadas que la gente se cuenta. Creemos que responden a una necesidad narrativa que todos compartimos, pero la distorsionan y la intoxican. Por eso es importante identificar a qué narrativas responden, qué núcleos de verdad contienen.
Pero no dejan de ser negaciones de la realidad.
Las narrativas pseudocientíficas a menudo surgen del hecho de que la ciencia se impone como la única verdad posible, de manera autoritaria, negando la duda, la investigación y los intereses que la impulsan. De igual manera, las fantasías sobre las vacunas son una respuesta engañosa a una ansiedad real y comprensible: que el sistema capitalista no es apto para garantizar la salud de todos. Es en estos aspectos en los que debemos centrarnos, para no resignarnos a creer que no hay motivos para la confrontación con los conspiranoicos.
Los supervivientes del colectivo original somos, ante todo, trabajadores sin garantías en la industria editorial y cultural. Seguiremos adelante mientras podamos hacerlo como lo hacemos
Wu Ming sigue muy activo como colectivo: publican libros, gestionan Giap, su blog, promueven eventos musicales, gestionan un canal de Telegram, etc. ¿Siguen creyendo en la cultura colaborativa y anónima?
Hacemos nuestro trabajo de la única manera que sabemos. Colaboramos con muchas personas fuera de nuestro trío, comunicamos nuestras reflexiones y acciones a través de nuestros canales autogestionados, participamos en debates y batallas solo cuando creemos tener algo significativo que decir o hacer, sin sentirnos obligados a hablar de todos los temas.
Sobre todo, nos negamos a convertirnos en parte de la alta sociedad cultural. Queremos demostrar —ante todo a nosotros mismos, pero no solo a nosotros mismos— que es posible hacer este trabajo de una manera diferente, anteponiendo la obra a cualquier fetichismo del autor. El estilo siempre es una decisión política. Y esta decisión tiene un precio, evidentemente, que hemos decidido pagar conscientemente. A partir de ahora, no volveremos atrás. Nadie nos oirá quejarnos de ser víctimas de algún poder maligno, etc.
¿No temen convertirse en una marca, como quizás ocurrió con Monty Python en el Reino Unido?
Sin duda lo somos: tras 30 años escribiendo, tenemos nuestros propios lectores consolidados, pero lo cierto es que los supervivientes del colectivo original somos, ante todo, trabajadores sin garantías en la industria editorial y cultural, aquella en la que hemos decidido involucrarnos y de la que obtenemos nuestros ingresos. Seguiremos adelante mientras podamos hacerlo como lo hacemos.
1