La “locura” de los nueve días de Warhol en Madrid, contados “en realidad”
Pistolas, Cuchillos, Cruces. Este es el título de la exposición que llevó a Andy Warhol a hacer una parada de nueve días en el Madrid de enero de 1983. El motivo fue una exhibición creada para el galerista Fernando Vijande que supuso un símbolo de apertura para el arte contemporáneo y ubicó a España dentro del exclusivo circuito artístico internacional. Ahora, desde el 17 de mayo Warhol & Vijande, cita en Madrid trae de vuelta la obra de Warhol a la capital bajo una muestra de fotografías, vinilos, fotolibros y diversas obras originales del artista que desempeñó un papel crucial en el nacimiento del pop art.
La muestra, creada gracias a la conexión y fascinación mutua entre Fernando Vijande, galerista e impulsor del arte contemporáneo español, y Warhol, estará expuesta en el Museo Lázaro Galdiano hasta el 21 de julio. En las paredes de este museo también descansará Más que Imágenes Alteradas, una veintena de los retratos más personales de Christopher Makos, el llamado por Warhol “fotógrafo más moderno de América” y testigo de aquella mítica visita a Madrid.
La visita de 1983 contará ahora, cuatro décadas después, con un documental para recuperar la importancia social de aquel momento y la de figuras como Fernando Vijande, tal y como ha explicado Rodrigo Navia-Osorio Vijande, hijo del galerista, en la presentación de la muestra. Dicho reportaje audiovisual contará con la presencia de Alaska como entrevistadora y personaje relevante en el fenómeno social de aquella visita del artista. “La visita de Warhol a España fue una locura. Sin embargo, no fue contada de manera correcta por diversos prejuicios, se calificó por muchos como grotesca o una payasada ante un ídolo vacío. Es por eso que ahora, con el documental, recordamos cómo fue en realidad”, ha explicado Alaska en la presentación.
La exposición organizada por la Colección Suñol Soler y el Museo Lázaro Galdiano está compuesta por tres partes bien diferenciadas: la primera, la visita de Warhol a Madrid y el contexto social y creativo en el que se produjo; la segunda, las obras compradas por Vijande a Warhol para su colección; y la tercera, la veintena de retratos que Makos realizó al artista norteamericano. Ejemplo de algunas de las obras adquiridas por el galerista español es el pictórico retrato de Mao, perteneciente a la serie 10 Early Maos, obra que ya en 1975 marcó el comienzo de la colaboración entre Fernando Vijande y el coleccionista y filántropo Josep Suñol. “Se trata de una de las piezas más importantes de la Colección. Es uno de los diez retratos originales de Mao hechos por Warhol, pero el más diferente, especial y pictórico”, explica Rodrigo Navia-Osorio Vijande para elDiario.es.
Otras de las piezas originales que se entremezclarán con las obras habituales del Lázaro Galdiano son la serigrafía 129 de la serie Ladies and Gentlemen (1975), el retrato díptico de Fernando Vijande (1983) o el cuadro Cuchillos (1982); cedido por el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía y expuesto en aquella muestra de 1983. También las colecciones de los fotógrafos Luis Pérez-Mínguez, Miguel Trillo, Teresa Nieto o Javier Porto, que articulan en esta muestra un recorrido visual y sociológico de aquella visita de Warhol a Madrid que aún se recuerda 40 años después. Asimismo, habrá material audiovisual, como el filme Mario Banana, en el que el artista drag Mario Montez manipula de forma provocadora una banana como guiño a las actrices del cine mudo de Hollywood. La banana no es un elemento casual en el imaginario de Warhol, pues también la utilizó en varias de sus obras potenciando su color brillante y su simbología erótica.
“Este museo le hubiera encantado a Warhol, se hubiera sentido afín como en ningún otro museo”, expresa Makos. “Mi padre se enamoraba de un artista, más que de la obra. Creo que esta exposición le hubiera encantado y, sobre todo, le habría parecido interesante que traigamos a Madrid una parte de la obra desconocida de Warhol, como las cápsulas del tiempo”, cuenta Vijande. En la exposición, como explica Vijande, también figuran dos cápsulas del tiempo, así llamadas por sobrevivir durante años y compuestas por todos aquellos recuerdos que Warhol guardaba, por ejemplo, de su visita a Madrid en 1983 o su proceso de creación del Mao.
Salir al mundo
Fernando Vijande fue una figura de especial relevancia durante la década de los 70 y 80 para el arte español. Sus viajes a Nueva York y las consecuentes relaciones con la élite artística de la Gran Manzana de la época, como Robert Mapplethorpe, Keith Haring o, por supuesto, Andy Warhol le hicieron cobrar especial relevancia en el mundo del arte contemporáneo. La conexión de Vijande con Nueva York se asentó cuando abrió una de sus galerías en el Soho neoyorquino con el objetivo de intensificar el contacto entre artistas locales y españoles y crear, así, un puente artístico entre la ciudad norteamericana y Madrid. “Mi padre pensaba que un artista tenía que salir de España para saber lo que se hacía fuera y evolucionar conociendo otras cosas. También a la inversa, puesto que en ese momento el centro del arte contemporáneo estaba en Nueva York, y traer artistas podría suponer traer referentes”, cuenta Vijande.
Un garaje transformado en galería de arte con una depurada estética minimalista de loft neoyorquino, así era la galería Fernando Vijande en el año 1981. Un lugar de especial trascendencia al convertirse en el punto de encuentro de artistas, aristócratas e intelectuales de la época de la Transición y la Movida. A principios de los 80, Vijande propuso a Warhol la que sería su exposición más reconocida y con la que Warhol visitó Madrid: Pistolas, Cuchillos, Cruces ―Gun, Knives, Crosses―, una exhibición que abordaba elementos relacionados con la cultura española.
La muestra, que también estuvo expuesta en las ciudades más relevantes de Estados Unidos, enseñaba al mundo de los años 80 algunos de los elementos que aún estaban presentes en el significado de España: la Guerra Civil, el catolicismo o la Movida madrileña. “Cuando llegamos a Madrid en 1983, la exposición pretendía englobar las referencias españolas de la Guerra Civil y el catolicismo. Se trataba de una mezcla espectacular de una novedosa cultura americana y una rica historia española que, determinada por la Movida y figuras como Alaska o Almodóvar, nos dejó a todos fascinados”, cuenta Makos para elDiario.es.
Esta visita de Warhol, de nueve días de duración, supuso un momento histórico en la llegada de la vanguardia y, sobre todo, de la presencia de España en el nuevo esquema del arte internacional. Vijande, para conseguir esta muestra de Warhol, tuvo que comprometerse a vender todas sus obras en la exposición o, en su defecto, a quedárselas él. Además, un dato curioso que sus protagonistas han contado en la presentación es que fue la primera vez que una galería cobró entrada (100 pesetas) a los visitantes y, de hecho, tuvieron que emitirse más tickets gracias a la cantidad de personas que quisieron asistir. Tal y como ha contado el propio hijo del galerista en la inauguración, se hicieron 2.000 entradas en un principio, pero se acabaron vendiendo 12.000. La visita “no pudo ser más exitosa. Parecía más la aparición deslumbrante de una celebrity como Mick Jagger o Madonna que un pintor. Esta rueda de prensa, mil veces fotografiada y difundida, es un icono de la apabullante transformación de España en los años 80, justo después de la elección de Felipe González y antes del referéndum de la OTAN”.
En la presentación de la exposición y el resto de días de la visita de Warhol, la sociedad española integrada por celebridades, personajes de la farándula y aristócratas acompañaron al artista durante su estancia en España, muy influenciada por la Movida y por figuras como Alaska ―ahora madrina de Warhol & Vijande, cita en Madrid―, Miguel Bosé, Pedro Almodóvar, Agatha Ruiz de la Prada, Bibi Andersen, Ana Obregón o Isabel Preysler.
La imagen alterada que une a Warhol con Harry Styles
“El fotógrafo más moderno de América”, así es como Andy Warhol definía el estilo artístico del que sería uno de sus grandes amigos, Christopher Makos. El fotógrafo americano se integró en la década de los 70 en The Factory, el estudio de arte fundado por el rey del pop art situado en Nueva York conocido, entre otras muchas cosas, por las visitas de celebridades como Truman Capote, Salvador Dalí, Bob Dylan o Mick Jagger.
Las obras de Makos forman parte de las colecciones permanentes de algunos de los museos más destacados de todo el mundo, y algunas de sus imágenes han aparecido en publicaciones de relevancia internacional como Interview, la revista que él mismo fundó, Paris Match o The Wall Street Journal. El fotógrafo, además, ha realizado serigrafías artísticas de especial importancia, como su carpeta sobre Man Ray o Makos' Icons, una colección de retratos serigráficos de estrellas como Elizabeth Taylor, Salvador Dalí, John Lennon o Mick Jagger.
La exhibición de Makos que llega a Madrid y que toma a Warhol como modelo gira en torno a la identidad de género como tema central. Una serie aún desconocida por el gran público del fotógrafo que enseñó a Warhol a hacer fotos con su Polaroid e influyó en su visión artística. “Yo enseñé a Warhol en el ámbito fotográfico, pero él me enseñó el negocio del arte, algo que se le daba especialmente bien. Gracias a él aprendí a gestionar mi propia carrera y a saber que ser artista está bien, pero que hay que ganarse la vida”, explica.
Esta muestra nace a raíz de la serie Altered Image (Imagen Alterada), elaborada junto a Warhol como modelo e inspirada en la fotografía de Rose Sélavy; alter ego femenino de Marcel Duchamp que indaga en el concepto de identidad. En esta serie interviene solo en el rostro, la única parte del cuerpo que constituye una entidad estética en sí misma y en la que Warhol deja aflorar su yo femenino. “No se trata sobre una idea drag, puesto que Andy no lleva vestido. La idea es jugar con la identidad de género. Sería algo similar a lo que artistas como Sam Smith o Harry Styles hacen ahora en sus conciertos. Sam altera su imagen, Harry altera su imagen, Andy y yo también jugamos con la alteración de la imagen”, cuenta Makos acerca de la última parte de la exposición.
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