“Para todas las mujeres que rompieron sus ataduras y nos hicieron más libres” es la dedicatoria -que funciona a modo de recordatorio- con la que María Solar empieza 'Las horas robadas' (Grijalbo), libro que acaba de publicar.
La escritora y periodista gallega, además de diplomada en Magisterio y licenciada en Biología, nacida en Santiago en 1970, cuenta a través de la historia de dos familias un pasado que no parece tan pasado y ahonda en las distintas formas que tiene el ser humano de vivir el amor.
María Solar habla en 'La horas robadas' sobre sentimientos “de una manera mucho más abierta que nunca”, según cuenta ella misma en una entrevista con Efe.
Ha publicado varios libros de literatura infantil y juvenil, pero nunca había probado con lectores más maduros, aunque para ella “no era una meta escribir para un público adulto” y explica que “fue la historia” la que la llevó hasta “un público distinto”.
Mientras trabajaba esta historia sin tabúes, algo más que destacable puesto que está llena de sentimientos complejos, lo hacía también en su último libro infantil, 'Mi pesadilla favorita', por el que acaba de recibir el premio a mejor libro de literatura juvenil otorgado por escritores y editores en la I Gala do Libro Galego.
La escritora afirma que durante el proceso de creación “hay un momento” en el que, para ella, resulta necesario “guardar y distanciarse un poco” de la narración “para así poder volver a cogerla fresca otra vez” y no terminar “degenerando la historia”.
“Las novelas a veces tienen que reposar, es necesario cogerlas varias veces y yo les hago varios repasos con distancia”, comenta como quien revela un secreto importante, que en este caso lo es.
Su trayectoria en el mundo audiovisual queda patente en la forma de narrar que tiene, evocando imágenes de un modo continuo y directo y ella es consciente de eso.
“No sé describir las cosas en cuatro páginas como hacen otros y escribo yendo mucho al grano. La editora de Grijalbo -encargada de la publicación en castellano- me decía que a este libro no se le puede quitar ninguna palabra ni ninguna coma”, argumenta Solar.
La imagen se puede considerar un protagonista más, por la gran cantidad de referencias a la historia de Televisión Española, en una época en la que solo había dos canales y para verlos era necesario cambiar del UHF al VHF, y por el uso de la misma para mantener en vilo al lector mediante los recuerdos de los personajes.
Todo el libro empieza en 1979, un momento de transición política y social que ha servido a la autora para, según sus propias palabras, introducir “algunos estereotipos de personas y de amores que se mantienen a pesar de la distancia, por ejemplo el de la pareja en la que él es controlador y posesivo y ella lo confunde con el amor”.
En esta línea, la periodista cree que se siguen confundiendo comportamientos dañinos con maneras de amar y que “a veces los amores hacen más daño que bien y es difícil salir de ellos porque también se crea una especie de dependencia”.
'Las horas robadas' es una obra que está narrada desde el multiperspectivismo y se empapa de la visión de adolescentes, adultos y ancianos para, mediante secretos que se revelan poco a poco, hablar sobre cuestiones tan trascendentales como la aprobación de la ley del divorcio en una España recién salida del franquismo o la muerte y las traiciones entre amigos.
“A veces estás en una situación dolorosa o que te perjudica y el propio entorno no ayuda o no entiende”, explica Solar haciendo referencia a que los avances sociales parecen haber ido a un ritmo más lento que los tecnológicos.
“Aún hoy en día cuando hay una separación lo primero que te preguntan es si hay otra persona y lo último que se entiende es que se acabase el amor”.
La emigración es otro de los temas que durante varias generaciones permanecerán en el ADN de cualquier gallego, como Solar, un fenómeno que ha sabido representar, cuidadosamente, en la figura de los más ancianos de la historia.
“La emigración partió vidas e hizo que la gente madurase de golpe y tuviese que romper con todo lo conocido”, comenta tras confesar que en su familia muchos cruzaron el Atlántico por aquel entonces, aunque uno de los que lo intentó “fue hasta el puerto de Vigo y volvió cuatro veces”.
Escribir para un público con más experiencia vital que el infantil o el juvenil fue una experiencia que “revolvió” bastante a la periodista y no descarta repetir puesto que se quedó “con muy buenas sensaciones de este libro” y siente “como una necesidad de volver a contar una historia para adultos”.
“A mí me da igual si al final se olvidan de la historia, pero sí que me gustaría que quedase un poso de lo que sintieron al leer mi libro”, concluye con satisfacción.