Noticia servida automáticamente por la Agencia EFE

Marilyn Manson y Avenged Sevenfold abren un Download más negro y contundente

EFE

Madrid —

0

Todos los matices que caben en el negro, como en los buenos vinos, se han vertido hoy en la multitudinaria primera jornada del segundo Download de Madrid, ebria especialmente con la extravagancia aún mordaz de Marilyn Manson y con el rigor y la contundencia musical de los más jóvenes Avenged Sevenfold.

Unas 34.000 personas, según datos de la organización, se han dado cita en la apertura del festival roquero por antonomasia de la ciudad, a 6.000 del tope diario y un millar por encima de las cifras del pasado año con Linkin Park, para disfrutar esta vez de una programación en origen más coherente con el paladar de los acólitos de la oscuridad sonora.

La jornada, impregnada de un hedor que no abandona La Caja Mágica, ha arrancado a las 17,00 horas bajo un sol ligeramente más benigno que el de días anteriores (30 grados), pero atizado por la celeridad atronante de los italianos Altair en el más modesto de los cuatro escenarios de esta edición, a los que paulatinamente se han asomado Tesseract, Backyard Babies o Kaiser Franz Josef.

Solo tres horas después, la vorágine de rock era total, un caldo de cultivo que han aprovechado los veteranos Kreator, grandes representantes del “thrash metal” alemán con 36 años de carrera y 14 discos de estudio a la espalda, para darse un completo repaso con pinceladas de su último disco, “Gods of violence”, incluido el celebrado “Satan is real”, y final con “Pleasure to kill”.

Con la música de “Ziggy Stardust” de David Bowie y entre nubes de humo, ha tomado el testigo una de las personalidades más singulares de este cartel, Brian Hugh Warner, el hombre que decidió reformularse bajo una suerte de Marilyn Monroe psicótica y endemoniada.

Ataviado con una extraña levita negra que le ha durado un suspiro al calor de las largas tardes del verano madrileño, casi tanto como el maquillaje blanco sobre el rostro, Marilyn Manson ha requerido de espaldas y con gesto displicente más bulla por parte del respetable.

En retorno, el estadounidense se ha mostrado luego locuaz e incluso bromista, además de emplear más recursos de vestuario que una diva pop (inolvidable el abrigo negro emplumado), pero lo mejor es que no se ha olvidado de clásicos como su salvaje revisión de “Sweet dreams (are made of this)” de Eurythmics.

Recuperado del accidente que sufrió a finales del pasado año, cuando se le cayó encima parte de un decorado, ha exhibido alaridos, ha escupido (mucho) y ha llegado a reptar por el suelo, aunque el comentario general fuese que sus conciertos de antaño eran un desfase mucho menos controlado, probablemente también sin las numerosas interrupciones anticlímax entre canciones.

Muy de puntillas ha pasado por su más reciente álbum, “Heaven upside down” (2017), pero no por sus más exitosos álbumes de los años 90: “Antichrist superstar”, del que ha vomitado el corte titular, “Angel with the scabbed wings” e “Irresponsible Hate Anthem”, y también “Mechanical animals”, con “The Dope Show” y “Coma white”.

El punto y seguido lo ha puesto la carga melódica impresa en el “hardcore” de sus jóvenes compatriotas Rise Against, como ha dejado patente el tono casi “power punk” de la apertura, “The violence”.

“Esta es una canción contra aquellos obstáculos que a veces hay que superar y contra los cambios con los que no estás de acuerdo”, ha proclamado su vocalista Tim McIlrath como introducción a “Welcome to the breakdown”, otro de los cortes extraídos de su más reciente álbum, “Wolves” (2017).

Por miles se contaban quienes, brazos en alto, aseguraban haber asistido a su último concierto en Madrid, celebrado en 2015 en el Palacio de Deportes de la Comunidad, y que hoy han repetido en otra cita de tirón popular, a merced del extenso manto humano que ofrecía el escenario 2 a sus pies y para el que han servido hasta alguna balada rock.

A las 23,15 horas, con la pomposidad de las grandes estrellas y un riff magnético de guitarra eléctrica, han planeado hasta el escenario principal los murciélagos californianos, Avenged Sevenfold, que también han apostado por un listado retrospectivo de canciones, entre el reciente “The stage”, del disco del mismo nombre de 2016, y el más antiguo, “Unholy confessions”, de 2003.

Entre medias, esta banda señera del metal para el público “millennial” ha desenfundado un gran sonido, directo y a la vez ampuloso, con recursos escenográficos de gran espectáculo propio, no de formato festival, como las proyecciones o el hinchable gigante réplica del Eddie de Iron Maiden.

No es lo único que ha sonado heredado en un repertorio trufado de referencias a los británicos (“Hail to the king”) y también a Metallica, que además ha manejado sabiamente disparos como “Nightmare” o “God damm” y otros cortes de intensidad emocional colectiva, como “So far away”.

Mientras en paralelo se celebraba el concierto de los veteranos Pennywise, A7X (así se abrevia su nombre) seguía a lo suyo, impertérritos y concentrados incluso cuando una de las llamaradas del “show” ha prendido fuego al decorado, sofocado con extintores como si nada hubiese pasado al término del tema, “Buried alive”.

A Perfect Circle se ha encargado después del cierre con mayúsculas de esta primera jornada, que ha coleado un par de horas más a la espera de mañana, cuando tomará el relevo nada menos que Guns N' Roses.

Javier Herrero