Marina Abramovic no suscita emociones templadas: pocas de las personas que se acercan a su arte se quedan indiferentes, para bien o para mal. Considerada una de las precusoras de la performance, la artista serbia desata oleadas de titulares, críticas y comentarios cada vez que presenta un nuevo trabajo, como ahora.
Generator es la nueva propuesta de Abramovic, que vuelve a la galería Sean Kelly de Nueva York doce años después de la instalación The House With The Ocean View (que, curiosamente, inspiró el capítulo 86 de la serie Sex and The City). Ésta es su primera exposición en solitario en la ciudad desde 2010, cuando el MoMA acogió una retrospectiva de su trabajo hasta el momento y presentó la famosa performance La artista está presente.
“Me llevó 25 años alcanzar el coraje, la concentración y el conocimiento para llegar a esto, a la idea de que iba a haber arte sin ningún objeto, únicamente un intercambio entre artista y público. Tuve que pasar por todos los preparativos que hice, tuve que hacer todas las obras que vinieron antes; me estaban llevando a este lugar”. La declaración, firmada por la artista, está plasmada en la pared que da paso a la sala en la que se desarrolla la obra.
Los asistentes tienen que dejar sus llaves, sus teléfonos y demás objetos personales como si estuviesen pasando el control del aeropuerto. Sólo 68 personas pueden acceder al mismo tiempo al local, que está vacío. Allí llevarán los ojos vendados y auriculares, para no ver ni escuchar nada. La idea de Abramovic es potenciar el resto de los sentidos y ralentizar el ritmo de las personas, que vagan por la estancia intentando no chocarse con las paredes o con los demás asistentes. Según el comunicado que acompañaba a la inauguración, la artista quiere conseguir “el completo vacío” en su sentido budista y que los asistentes “se enfrenten a nada más que a sí mismos y la energía palpable en el ambiente”.
C.B, periodista residente en Nueva York, ha participado en la performance y lo explica: “Creo que cada persona lo debe vivir de una manera muy distinta. Es energética, introspectiva, sorprendente, emocional y creativa. Todo a la vez. Es como una metáfora de la vida, estás dentro caminando con los ojos vendados y a veces te chocas con alguien; a veces te pide perdón o te saluda o te toca o se asusta; a veces chocas con una pared y estás obligado a cambiar de sentido... es una experiencia con muchas lecturas. Y muy meditativa. En mi caso estuve en el interior más de hora y media, pero la verdad es que pierdes la percepción del tiempo y a mí me costó tomar la decisión de salir. Sabía que quería irme pero me daba pena a la vez”.
Abramovic hace apariciones en la sala ocasionalmente, sin aviso previo ni horarios concretos, por lo que el público puede estar interactuando con ella sin saberlo. Las colas para acceder a la galería desde que la exposición se inauguró el 24 de octubre demuestran que el nombre y la posibilidad de encontrarse con la “abuela de la performance” [como ella misma se ha definido] sigue suscitando emoción entre sus seguidores, que podrán visitarla hasta el 6 de diciembre.
“Te permite estar contigo mismo y con el entorno de ese momento de una manera única. De forma anecdótica algo que me sorprendió muy positivamente es que puedes percibir que las personas que están trabajando en la instalación están muy preparadas para guiarte y hacer que tu experiencia sea mejor. Luego leí que todos habían sido entrenados por la misma artista”, comenta C.B.
La capacidad para atraer el interés del público con obras que, de entrada, pueden no resultar atractivas o fáciles de asimilar, es otro de los talentos de Abramovic. Por ejemplo, con La artista está presente consiguió una atención espectacular gracias a la aparición sorpresa de su excompañero Ulay, tras 23 años sin verse. El vídeo del encuentro se hizo viral casi un minuto después de que ocurriese y consiguió hacer aún más conocido el nombre de la artista. De esa misma performance salió el documental homónimo, que pasó por el Festival de Cine de Sundance, los Independent Spirit Awards y consiguió el Premio del Público al Mejor Documental en el Festival de Cine de Berlín en el año 2012.
Con Generator no ha desplegado (o por lo menos aún) la artillería de la promoción directa, más allá del perfil de Tumblr en el que se pueden ver imágenes de la sala. Aunque, casi simultáneamente a la inauguración, su nombre volvió a los titulares gracias al videocomunicado en el que le declara al director de cine Lars von Trier su deseo de trabajar con él: “Estimado señor Lars von Trier, considero que es usted el director más perturbador del planeta y es por lo que de verdad, de verdad, me gustaría trabajar con usted”. Un nuevo golpe de efecto que focalizó la atención en su persona y, de paso, en su trabajo. Llegar a estar considerada la quinta artista más influyente del mundo requiere ciertos esfuerzos.
Más allá de Abramovic
El poder de la performance consiste en causar emociones en los espectadores o participantes en muchas ocasiones partiendo de la sorpresa. El enfrentamiento de las convenciones personales o sociales con la obra precipita la catarsis, por lo que es habitual que la polémica vaya de la mano de la acción.
Una de las últimas artistas, además de la mencionada Abramovic, en desatar la controversia fue Deborah de Robertis. La luxemburguesa reprodujo en la vida real la pintura de Gustav Courbet El origen del mundo (en la que se reproduce la imagen de una vagina) sentándose delante del cuadro -expuesto en el Museo Orsay de París- mostrando sus propios genitales. Algunos de los presentes aplaudieron el acto, mientras que entre los guardias de seguridad cundía el nerviosismo. Posteriormente, la institución publicó un escueto comunicado en el que apelaba a las normas de la institución.
Otros ejemplos de esta disciplina han pasado (y pasarán) por el programa “Esto NO es arte” del Museo de Arte Contemporáneo de León (MUSAC) que se desarrolla en este último cuatrimestre de 2014. Una de las que más atención ha causado ha sido Laia Cabrera, actriz y bióloga, con su obra Zonzo en la que propone una reflexión entre el paisaje y el cuerpo. El mismo museo acoge la exposición de Concha Jerez Interferencias en los Medios,Interferencias en los Medios compuesta por 21 obras divididas entre instalaciones, piezas y performances. El arte de la acción.