Una “antena” que la conecta, la peineta y unas gafas son su parapeto de “teatral privacidad”, las señas de identidad de María Isabel Quiñones Gutiérrez cuando es convierte en la cantante Martirio, que celebra sus 30 años de carrera mezclando tradición y vanguardia con un disco recopilatorio.
“Es lo que me permite ser un personaje y luego Maribel, y al mismo tiempo estar conectada al mundo sin dejar de tener los pies en la tierra”, confiesa Martirio en una entrevista con Efe, en la que reconoce que siente que tiene que empezar otra vez, porque ella nunca ha tenido la sensación de tener que llegar a una meta.
La cantante, que triunfó en los 80 acercando la copla a otros estilos musicales muy dispares, recuerda esos años como un momento en el que “se tenía mucho respeto a la música”. “Era un baluarte”, dice.
“Entonces había posibilidad de mezclar, había mucha creatividad y se podía fusionar, cosa que hecho en falta hoy, que hay muchas músicas y un estado creativo diferente, pero no llega porque no hay salida. Además, el IVA no ayuda”, añade.
“Ahora hay una dirección en un solo sentido que empobrece mucho el alimento que supone la música para el alma. Hay una música que no te cuestiona, que pasa como en hilo musical, una música que la escuchas pero que no la oyes y que no te abre caminos de conocimiento”, dice.
Para Martirio ha cambiado todo mucho desde entonces y lo ejemplifica en que ahora no hay “ni un solo programa de televisión de música en directo”, mientras que en los años 80 “había más de quince”, exclama. “Los artistas es muy difícil que podamos mostrar lo que hacemos, ahora hemos de recurrir a las redes sociales”, explica.
Kiko Veneno, Javier Ruibal, Chano Domínguez, Lila Downs, Chavela Vargas, Raúl Rodríguez, Soledad Bravo, Marta Valdés, Omara Portuondo y Compay Segundo son algunos de los artistas que acompañan a la cantante en un trabajo que “no es un disco de grandes éxitos” sino la “cartografía” de su vida, cuenta.
Pero hay tres personas especiales, que le han abierto “la cabeza y el corazón”: Kiko Veneno, su hijo Raúl Rodríguez y Chano Domínguez. “Kiko me dio el empuje necesario para ver a Martirio dentro de Maribel, Chano me descubrió el mundo del jazz y Raúl es mi cómplice absoluto para hacer las cosas bellas y seguir aprendiendo”, explica.
Desde el rock andaluz hasta el blues del Mississippi filtrados e infiltrados de flamenco, de la inimitable Chavela al mejor filin cubano, del tango al bolero o de la copla al jazz, Martirio recopila parte de su obra para “entregársela al publico en una cajita muy completa” que incluye un documental sobre su vida.
Cuatro temas inéditos, -“Hacia donde” de la cubana Marta Valdés, versionada a dúo con su hijo Raúl Rodríguez; “Zumba que te zumba”, de Soledad Bravo; “Silencio” con Omara Portuondo y “Coplas del payador perseguido”, completan este recorrido por las treinta canciones de su vida.
“Esta ultima es la primera canción que yo canté con la guitarra, cuando era jovencita y la he puesto al final del disco porque he querido terminar como al principio”, reconoce Martirio sobre un tema con una letra “absolutamente vigente” en la actualidad.
“Y también, como dice la letra, para dejar mis canciones en el alma de los demás, algo que es un poco lo que define mi trabajo”, añade una cantante para quien la copla es una “grandísima escuela de interpretación”.
“La copla es una obra de teatro en cinco minutos” que cada uno debe “reinterpretar” para “incorporar su propia experiencia profesional y vital”, que sirva para “aprender de las grandes intérpretes, pero sin copiar”.
El próximo 28 de enero comienza en el Teatro Circo Price de Madrid la gira de presentación del disco en compañía de artistas invitados que todavía no quiere desvelar, un proyecto en el que ahora está ahora inmersa, y al que le seguirán otros muchos.
“Siento como que tengo que empezar otra vez, nunca he tenido la sensación de haber llegado a una meta, siento que tengo que empezar de nuevo, un grupo nuevo, un espectáculo nuevo, canciones que no suelo cantar y escribir”, concluye.