“Fuck you Elon Musk”. De esta forma contundente cierra Michel Nieva (Buenos Aires, 1988) su inapelable ensayo Ciencia ficción capitalista (Anagrama, 2024), una disección precisa de las correlaciones entre algunos de los proyectos más ambiciosos de magnates como Elon Musk (X, Tesla, SpaceX), Jeff Bezos (Amazon), Richard Branson (ex Virgin) o Paul Allen (ex Microsoft) –todos ellos profetas del nuevo capitalismo 2.0– y muchas de las novelas de ciencia ficción más célebres del siglo XX.
Nieva, que actualmente trabaja de profesor asociado en la universidad de Nueva York, desde donde charla con elDiario.es, se hizo popular en 2013 como escritor de ciencia ficción (llamémosla) alternativa por su novela ¿Sueñan los gauchoides con ñandúes eléctricos? (Colmena Editores, 2021), una reivindicación, no exenta de humor, de la ciencia ficción desde el sur latino, la descolonización narrativa y una perspectiva ácida sobre la sociedad argentina.
“Como escritor de ciencia ficción, mientras investigaba para una novela que tenía que ver con el cambio climático y con soluciones corporativas a la crisis del calentamiento global, me di cuenta de que el propio capitalismo se nutre de la narrativa de la ciencia ficción para producir soluciones utópicas a los problemas que va creando”, explica el autor sobre lo que le motivó a escribir Ciencia ficción capitalista.
Ilustra esta influencia del género en Silicon Valley citando desde la estética de empresas como SpaceX, “cuyas naves y trajes se encarga de diseñar un especialista de películas de Hollywood”, a la supuesta invención de conceptos por parte de los magnates, como sucede con el “metaverso”, que no sale de la cabeza de Mark Zuckerberg “sino de un libro de Neal Stephenson, Snow Crash”. También revela que todas estas empresas tienen un cargo especial, el de futurólogo, que muchas veces está ocupado por un escritor de ciencia ficción.
La ciencia ficción clásica como portadora de valores imperialistas occidentales
Nieva sostiene con brillantez en Ciencia ficción capitalista que el grueso de la novela de ciencia ficción escrita en el siglo XX adolece de un sesgo claramente blanco, anglosajón e incluso se podría decir que machista. “La edad de oro del género coincide con los años 50 y 60 del siglo XX, un momento en que muchos escritores eran físicos o ingenieros, todos hombres y blancos, en un momento de expansión, además, del capitalismo anglosajón por el mundo”, apunta el ensayista argentino.
Y por supuesto colonial: el ensayo nos ofrece una visión desde el primer mundo conquistador y sometedor de culturas, en las que la asumida superioridad moral europea y anglosajona se mantiene gracias a la tecnología. “Basta con rememorar a Jeff Bezos a la vuelta de su viaje espacial [en una nave en forma de falo] poniéndose un sombrero de cowboy con una hebilla, como un vaquero que conquista el salvaje oeste”, comenta Nieva.
Desde esta perspectiva, Ciencia ficción capitalista desgrana los sueños más arriesgados de los magnates de Silicon Valley, como la inmortalidad que predica el físico y genetista inglés –de rasputinescas barbas– Aubrey de Grey, el negocio del turismo espacial que tanto Musk como Allen, Branson o Bezos han intentado armar, o la colonización de otros planetas tras dejar el nuestro en ruinas, el sueño más preciado de Elon Musk.
También hay lugar para propuestas “atrevidas” como la del gran latifundista de la soja transgénica, el argentino Gustavo Grobocopatel, que fantasea un futuro en el que se diseñará una planta como quien diseña un automóvil. Grobocopatel –la versión del sur global de los tecnomagnates anglosajones– cree que se podría sustituir la producción mundial de plásticos, e incluso de maquinaria, a base de fibra de soja. Por supuesto es él quien la produciría...
Las lecturas de Elon Musk y compañía
Pero más allá de exponer estas ambiciones multimillonarias, a las que seguramente solo el 1% de la población mundial tendría acceso, Nieva desvela el peso de los autores de la ciencia ficción tradicional –desde Julio Verne a H. G. Wells o Isaac Asimov, pasando por Philip K. Dick, Neil Stephneson o Douglas Adams– en esta suerte de pensamiento mágico que conduce a Musk y compañía a creer que la tecnología les permitirá incluso superar la evidente catástrofe ecológica hacia la que se desliza el planeta y de la que ellos son en buena manera responsables.
Son los dueños de las plataformas de internet donde todo el mundo se informa y se comunica, y desde allí han dado cancha a gente como Trump o Milei, que pretenden instaurar el fascismo
“Son los dueños de las plataformas de internet donde todo el mundo se informa y se comunica, y desde allí han dado cancha a gente como Trump, Milei o Bolsonaro, que pretenden instaurar el fascismo en sus países”, apostilla Nieva. El objetivo es perpetuar la carrera hacia el abismo del modelo capitalista: “El capitalismo no va a frenar con las emisiones de CO2 y no va a buscar la redistribución de la riqueza, así que coloca a gente en los gobiernos que apoye sus utopías, con las que cree que podrá continuar rapiñando y contaminando”.
Muchos de los libros de estos autores, explica, constituyen una suerte de biblia para los dueños de Facebook, Instagram, X, Amazon y tantas otras plataformas y servicios que todos alimentamos cada día al dejarles que hagan negocios con nuestros datos y nuestra intimidad. Y lejos de ser una lectura atemperante y reflexiva, la ciencia ficción blanca ha alimentado en ellos el delirio de poder escapar de este planeta –en lugar de intentar frenar el desastre– para acudir a otros del mismo modo que los conquistadores españoles del siglo XVI sortearon el Atlántico e invadieron el continente americano. “La conquista de América es algo que cautiva, una fantasía muy grande de la humanidad que también tiene que ver con la destrucción de los hábitats colonizados”, opina el escritor.
No contentos con estos sueños de conquista, la intención final, asegura Nieva, es convertir planetas sin atmosfera, y, por tanto, gélidos e inhabitables, en réplicas de la Tierra. No se les ocurre mejor manera de hacerlo, relata Nieva, que ¡contaminado el nuevo planeta! “Sueñan con la colonización de Marte como un espacio donde acelerar los mecanismos destructivos del capitalismo”, remacha. La teoría que defienden, según él, es que así se crearía una atmosfera con gases y calor suficiente para hacer Marte habitable. Para generar tales gases, la fórmula que insinúa no es otra que una combinación de combustibles fósiles a todo quemar y ganado rumiante en grandes cantidades, para que eructe metano a mansalva.
J. Posadas y los marxistas del espacio exterior
Pero también hay espacio en Ciencia ficción capitalista para el anticapitalismo y su creencia en que existen otras sociedades extraterrestres en las que la ideología comunista es la imperante. Nieva habla del encuentro entre H. G. Wells, autor de La guerra de los mundos, y Lenin en 1920, durante el cual el líder de la Revolución de Octubre expuso sus comentarios a la lectura de este clásico de la ciencia ficción.
“Lenin le hizo una crítica literaria marxista de La guerra de los mundos a Wells y le dijo que, de acuerdo a la tesis de avance de la historia, si existen civilizaciones extraterrestres más avanzadas que la nuestra, inexorablemente ya deben haber llegado al comunismo y a una forma de vida igualitaria”, aclara Nieva, que además cita a los zapatistas mexicanos, y en especial al legendario sindicalista trotskista argentino J. Posadas, como defensores de una igualdad marxista interplanetaria.
Finalmente, Michel Nieva concluye Ciencia ficción capitalista con un ejemplo práctico de su apuesta por otra ciencia ficción alejada de los cánones clásicos. Se trata de un relato corto y gamberro que, a modo de coda, cierra el libro de una manera sumamente ingeniosa y de la que solo se puede desvelar –para no caer en el espóiler– su frase final: “Fuck you Elon Musk”.