La lista roja del Patrimonio acaba de ampliarse hasta los 1.000 monumentos, pero no es algo digno de celebrar. Todas las obras que aparecen señaladas están a punto de desaparecer o de perder todo su valor arquitectónico y cultural. La última incorporación ha sido la ermita de Cuadrilleros, en Ledesma, Salamanca. Una iglesia del siglo XIII que se encuentra en un estado de “ruina progresiva” con su techumbre ya derrumbada, según la plataforma encargada del informe.
Basta con echar un vistazo al listado para cerciorarse de la cantidad ingente de obras en riesgo de extinción que trufan la península y parte de las islas. Esta base de datos pertenece a la asociación en defensa del patrimonio Hispania Nostra, reconocida por la Unesco y que desde 2007 advierte de la gravedad de la situación de buena parte del patrimonio español.
El mapa depende de la implicación ciudadana, pues son las personas quiene emiten una alerta para que el equipo de expertos de Hispania Nostra se traslade a la zona y analice el estado del monumento in situ. En el grupo hay profesionales de diferentes ámbitos, desde arqueólogos, restauradores, arquitectos, ingenieros o historiadores, pero también cuentan con una amplia cartera de colaboradores externos.
Hay muchas razones para introducir una obra en la lista roja, pero Hispania Nostra destaca el valor patrimonial y la relevancia social. “Nuestra filosofía consiste en no hacer valoraciones sobre cuál está peor o mejor. Trabajamos sobre el concepto de que el patrimonio es solo uno y que todo es merecedor de atención por parte de la sociedad y de los poderes públicos”, explicó en su día el portavoz Víctor Antona del Val a elDiario.es.
A pesar de que este año se han aprobado los presupuestos más altos para Cultura de la democracia (gracias a la bomba de oxígeno europea), estos se olvidan del patrimonio sin protección. La partida de Conservación y Restauración se ha recortado en dos millones y el Ministerio de Iceta ha incrementado únicamente las ayudas a los Bienes de Interés Cultural. Es decir, los bienes que no cuenten con la máxima protección que les otorga la ley no formarán parte de estas ayudas y buena parte la Lista Roja del Patrimonio quedará fuera de esta partida.
“La Lista Roja no debe considerarse como un inventario o un trabajo académico, sino como una llamada a la sociedad civil para que conozca, se sensibilice y actúe sobre los elementos patrimoniales en riesgo incluidos en la misma”, advierte la asociación en el comunicado. Desde finales de octubre de este año, la Lista Roja ha incorporado ocho monumentos: el Pantalán de Valencia, perteneciente a la vanguardia tecnológica industrial de los años 70; un faro en Cartagena, Murcia; o el Castillo de Salvatierra de Tromes, en Salamanca. Todo ello suma un millar de bienes monumentales, militares, religiosos y naturales que se esparcen por el territorio español, más en concreto por las partes vaciadas.
Uno de estos monumentos es San Martín de Fuentidueña, en Segovia. Una iglesia cuyo ábside se venera en el museo Metropolitan de Nueva York, que Franco regaló a Estados Unidos, mientras que la estructura que quedó en España se cae a pedazos. Castilla y León es la comunidad más azotada, con 356 obras en la lista roja, a la que siguen Andalucía con 166 y Castilla La Mancha con 115.
Las listas negra y verde
En ocasiones, la implicación de los ciudadanos y de las asociaciones en defensa del patrimonio logran salvar una obra. Cuando a Hispania Nostra les consta que existen núcleos sociales preocupados por preservar un monumento en concreto, este pasa directamente a formar parte de la lista verde.
Algunas de las afortunadas han sido el Monasterio de Santa María de Oia, en Pontevedra, el Palacio fortificado de los Zúñiga o las Altazaranas de Sevilla, que se enfrentaban en 2016 a una restauración “absolutamente inapropiada”, según un estudio, y que se recondujo a tiempo gracias a su denuncia. Son 181 en total. La última es el Monasterio de Sandoval, en Castilla y León. La reparación llevada a cabo este verano a tres manos por la Junta, la Diputación y el Ayuntamiento ha conseguido su difícil incorporación al “grupo verde”.
Por desgracia, hay veces que las señales no son suficiente y los monumentos acaban enterrados en la lista negra del Patrimonio. Son obras perdidas de forma irreversible. El último, el ala oeste del antiguo Hospital Militar de Santoña, que data del siglo XVIII, ha sido derribado porque las “entidades interesadas lo calificaron indebidamente de anexo sin interés artístico”, expresa el informe. La intención es construir bloques de viviendas de entre cuatro y cinco alturas, mientras que todo el entorno son edificios del siglo XIX de como máximo tres pisos.
Junto al hospital cántabro hay otras diez obras “perdidas” o desaparecidas en este in memoriam. Incluidas las Cocheras de Cuatro Caminos de Madrid, demolidas en 2021. La asociación continúa luchando para que no haya ninguna más que engrose las filas negras.