Milo J, la consolidación de la música urbana argentina en las nuevas generaciones
No poder pedir una cerveza, pero llenar el estadio en el que actúas. Eso le acaba de suceder a sus 17 años Camilo Joaquín Villarruel, conocido artísticamente como Milo J. Este viernes, el músico argentino puso broche final a su gira española en el estadio de Vistalegre de Madrid ante más de 12.000 personas. Es el sexto sold out seguido del argentino tras sus conciertos en A Coruña, Pamplona, Valencia, Sevilla y Barcelona.
De las plazas de freestyle a los estadios. Milo J subió su primera canción a los 13 años y poco tardó en triunfar. Su voz grave, su mezcla de estilos r&b, trap, rap, drill e incluso corrido tumbado embaucan a su público. En la noche del Vistalegre demostró que los casi 20 millones de oyentes mensuales en Spotify son reales y su base de fans es sólida. Antes del concierto, los aledaños del estadio estaban repletos de adolescentes y de un montón de niños de 7 u 8 años acompañados por sus padres. Un público bastante equilibrado entre chicos y chicas hasta con sudaderas y camisetas con fotos de Milo J hechas en sus casas.
El fenómeno fan por el argentino es real. Las gradas estaban repletas de camisetas de la selección de fútbol argentina o Boca Juniors y de carteles con frases de cariño para Milo J. Ya había estado en España para actuar en la Velada de Ibai, pero es su primera gira tras su álbum 111 y su EP en dormir sin Madrid, este último producido por Bizarrap, con quien comparte sello (Dale Play Records).
En cuanto empezó con 1708 se escucharon gritos de fascinación en el público. Al acabar la primera canción la gente ya coreaba su nombre, algo que se repetiría durante todo el concierto. Con FLA apostó por la puesta en escena con banda que lo acompañó todo el show: dos guitarristas y una teclista. Continuó con Toi en el mic, uno de sus éxitos con su compatriota Bizarrap. Juegos luces de diferentes colores, humo y una pantalla enorme pusieron el acompañamiento total al concierto
Padres e hijos se veían unidos durante el show. Los pequeños a los hombros y todos con las manos al cielo cantando las canciones del jovencísimo artista. También a Milo J lo acompaña su madre, que siempre lo apoyó en su carrera musical. En su cuenta de Instagram, ha ido subiendo contenido de toda la gira. Ellos son de Morón, al oeste de Argentina, de un hogar de clase trabajadora en el que no hay antecedentes artísticos, más allá de que a su hermana mayor le gustase también el rap o se escuchase mucha música en casa. “No soy rico ni me siento por salir del barrio, me siento bien, mis dos abuelas siguen respirando, de niño pensé que a los 16 iba a morirme”, rapea en su sesión con Bizarrap.
En sus letras Milo J habla de superación, de su barrio y del amor. Incluso llega a reflexionar sobre la muerte, algo que sorprende en un adolescente de 17 años: “Perdí el pasado pensando el hoy/y aún no sé si soy mejor que ayer/ya fue, disfrutémoslo/porque tal ve' mañana no esté”, canta en Al borde. Por eso los padres que asisten al concierto disfrutan también de él: una música que mezcla pasado, presente y futuro, canciones con las que se pueden identificar personas de diferentes culturas y generaciones.
En canciones como Morocha, todo su fandom mueve los teléfonos con el flash de lado a lado acompañándolo y cambian la iluminación del estadio. En otras, como Dispara, que canta junto a Nicki Nicole, los chavales se graban selfies cantándola. Se les ve desde lejos al estar iluminados por el flash de su cámara frontal. En las gradas están casi todos de pie, parecen casi hooligans del joven.
“El presente es hoy, aprovechadlo”, se dirige Milo hacia sus fans que responden con vitoreos. “Pronto llegará el día de mi suerte, sé que antes de mi muerte, seguro que mi suerte cambiará”, samplea Milo J de Héctor Lavoe en Fruto para encarar la recta final del concierto. Los padres, encantados de cantar un clásico de los años 70. “Pero vi un destino mejor: ¿cuál hay si quisiera una vida sana y económicamente buena”, rapea Milo. Con esta canción termina por levantar a todos sus fans y estos saltan sin parar durante la canción haciendo algún pogo cerca del escenario.
Continúa con su súper éxito viral, Rara Vez. Esta tiene casi 500 millones de reproducciones en Spotify, fue top 1 global y en más de 15 países. Y sí, todo el mundo se la sabía. Siguió con Milagrosa y lo que todo el mundo esperaba su Sesión 57 con Bizarrap. En esta última deja un recado a quienes dice que lo robaron por su canción viral en redes: “Me pusieron de enemigos a mis hermanos, cuando los que me robaron fueron ellos; pegué un tema top global y todavía no veo un peso”. Se refiere aquí a que aún no ha cobrado los ingresos por reproducción en streaming de Spotify.
“Me miran de reojo porque lo logré antes de poder terminar el colegio”, vacila en el tema. Tras poner a todo el palacio de Vistalegre a saltar, Milo J agradece por la gira y se despide pidiendo una foto. Probablemente esté nervioso al ver toda la gente que lo ha ido a ver. Se va rápido con su equipo. “Eh, durísimo el concierto, bro”, le dice un chaval a otro en la cola de los baños tras el cierre. El trap argentino que inició Duki sigue perpetuando en las nuevas generaciones.
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