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La mitad de los científicos han sufrido ataques tras expresar sus opiniones en los medios
Madrid, 11 dic (EFE).- La mitad de los científicos (el 51,05 por ciento) ha sufrido ataques tras expresar sus opiniones y exponer sus argumentaciones en los medios de comunicación durante los últimos años, unos ataques que aumentaron cuando disertaron sobre asuntos como el cambio climático o la covid-19 y que es mayor entre las mujeres.
La red social X es el escenario más habitual en el que se sustancian esos ataques (el 59,86 por ciento), aunque son muy frecuentes también los comentarios de los usuarios en los propios medios de comunicación digitales (21,13 por ciento) o los señalamientos en persona, tanto en público (un 11,97) como en privado (un 7,39).
Los datos se ponen de relieve en el informe “Experiencias del personal investigador en su relación con los medios de comunicación y redes sociales” que ha realizado el Science Media Centre España (SMC) de la Fundación Española de Ciencia y Tecnología (FECYT) en colaboración con el grupo de investigación Gureiker, de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU).
El trabajo recoge los datos de una encuesta pionera en España que analiza las experiencias relacionadas con la exposición mediática que tienen los científicos tras comunicar sobre ciencia en España en los últimos cinco años, la percepción que tienen los investigadores sobre los beneficios u obstáculos que les reporta esa participación y las consecuencias personales y profesionales de las experiencias negativas.
Los datos de la encuesta se han conocido semanas después de que casi un millar de organizaciones se hayan adherido a una carta de apoyo al investigador y divulgador Fernando Valladares, un activo comunicador de las amenazas del cambio climático y la pérdida de biodiversidad, ante el creciente acoso, muestras de odio y amenazas que ha sufrido, y que aumentaron de forma considerable tras las devastadoras inundaciones del pasado 29 de octubre.
Abandonar la divulgación y el contacto con los medios
La investigadora Maider Eizmendi Iraola, del grupo Gureiker, de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) y directora científica de la encuesta, ha asegurado que el trabajo es pionero en España y que sus resultados están en consonancia con estudios similares que se han publicado en las revistas Science y Nature.
En un encuentro con los medios de comunicación para exponer los resultados, Eizmendi ha puesto el foco en un dato: el 16,5 por ciento de los investigadores que ha tenido experiencias negativas opta por abandonar las labores de divulgación y por dejar de hablar con los medios de comunicación.
El trabajo corrobora además la trascendencia que tiene para la ciudadanía recibir información honesta y bien contrastada sobre ciencia para contrarrestar los bulos y la desinformación, y la importancia que tiene para los periodistas contar con fuentes fiables y adecuadas.
El 83,12 por ciento de los investigadores que respondieron a la encuesta (un total de 237; el 17 por ciento de los que fueron contactados) tiene una percepción positiva sobre su participación en los medios. Valoran sobre todo la posibilidad que tiene de hacer llegar su mensaje y la visibilidad que se da a sus investigaciones y citan, como principal obstáculo para hacerlo, el miedo a que se tergiversen sus opiniones o la falta de tiempo.
Una realidad “hostil”
Los ataques más prevalentes son los insultos (un 30,38 por ciento), los comentarios sobre la capacidad profesional (28,69) o sobre la integridad profesional (17,72 por ciento).
La realidad “hostil” que dibujan los investigadores es que el 51,05 por ciento ha sufrido algún tipo de ataque tras hablar de ciencia en los medios, pero ese porcentaje es diez puntos superior en el caso de las mujeres (el 56,86) que en el de los hombres (46,21).
Los ataques suelen consistir en la mayoría de los casos en insultos; en un cuestionamiento de la capacidad profesional; ataques a la integridad profesional; por origen, etnia, ideología, religión o creencias; en un contacto intenso y repetitivo; o por el aspecto físico; y en menor medida los investigadores han sufrido la publicación de datos personales; ataques por su orientación sexual o género; amenazas de violencia física o sexual; y hasta amenazas de muerte.
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