El buen patrón ha hecho historia con sus 20 nominaciones a los Goya. La película de Fernando León de Aranoa es la que más candidaturas ha acumulado en los 36 años de premios de la Academia de Cine, superando a Días contados (19), Blancanieves (18) y La niña de tus ojos (18). Pero ¿es el número de nominaciones un garante de triunfo? ¿Son las más nominadas las favoritas de los académicos? El análisis de los datos no arroja esa conclusión.
De las 72 películas que obtuvieron 10 nominaciones o más, el 24% se llevaron más de la mitad de los premios a los que optaban. Eso son 17. Que una cinta acapare más de diez candidaturas es algo excepcional –este año solo llegan a ello El buen patrón y Maixabel–, pero que ocurra en los Goya es más habitual que en otras industrias. Entre otras razones porque el volumen de creaciones españolas es menor que en Francia y Estados Unidos, por ejemplo, y cada año la Academia concentra varias categorías entre sus caballos ganadores.
Pero acaparar las nominaciones a veces puede ser un caramelo envenenado. Cuatro de las películas más multinominadas se fueron de vacío en sus respectivos años: ¡Átame! aspiraba a 15 nominaciones en 1991; El artista y la modelo a 13 en 2013; Sin noticias de Dios a 11 en 2002; y Abre los ojos a 10 en 1999. Ninguna de ellas consiguió una sola estatuilla.
En el otro extremo, la película que obtuvo una mejor ratio dentro de las más nominadas fue Mar adentro en 2005 –14 premios de 15 (93%), incluidos los Goya a Mejor película y Mejor dirección–. Solo falló en dirección artística. Otras grandes vencedoras fueron Tesis en 1997, con 7 de 8 premios (88%) y ¡Ay, Carmela! en 1991, con 13 de 15 (87%).
Aunque no siempre estalle, la burbuja de las películas que monopolizan las candidaturas a los Goya responde a diversas razones. Y casi todas están relacionadas con el sistema de votación y las sinergias de la industria, aunque los medios de comunicación también tienen su cuota de responsabilidad.
David Pulido, guionista y miembro de la Academia de Cine, piensa que hay tres factores a tener en cuenta antes de lanzarse a hablar de las supuestas favoritas. “En España tendemos a reducirlo todo a tres o cuatro películas, y abogo desde aquí por ampliar el espectro”, reivindica.
La preselección: campañas y favoritas de la industria
Hace unos meses, Pulido desveló el problema que tenían los académicos con las votaciones de los Goya, un sistema que siempre ha estado rodeado de un aura misteriosa. Pero la realidad es poco enigmática. Los académicos, que según la institución rondan los 1.800, reciben una clave personal e intransferible el día de las elecciones. Todos, se dediquen a lo que se dediquen, votan en cada una de las 28 categorías.
“Pinchas en ellas y te aparece un scroll con 160 casillas, de las que tienes que elegir como máximo cuatro”, explicaba el guionista, que lo comparó con “hacer un examen tipo test muy largo en el que al final ya no lees ni las respuestas y respondes por inercia”.
¿La consecuencia? Las películas que cuentan con el engranaje perfecto –presupuesto holgado, buena campaña de marketing, caras conocidas en el elenco o la mejor fecha de estreno en cartelera– tienen más nominaciones. Es lo que en opinión del experto ha ocurrido este año con El buen patrón, que incluso fue la elegida por la Academia para representar a España en los Oscar, aunque Hollywood finalmente la haya excluido.
“El sistema de votación de los Goya favorece el reduccionismo, pero este efecto arrastre que ocurre en las nominaciones desaparece cuando toca votar quién se lleva el premio. Entre cuatro o cinco trabajos se puede hilar más fino y la capacidad de comparar con objetividad y de atinar es mucho mayor”, explica Pulido.
Sin ser académica, la experta en cine Mary Carmen Rodríguez suscribe la opinión de Pulido. “La industria española no es demasiado grande, no es Francia ni mucho menos EEUU, y cae en la endogamia. Muchos de los 2.000 miembros de la Academia no tienen la capacidad de verse toda la cosecha del año, así que van a lo obvio, que son los nombres que gozan de gran presencia en los medios”, dice la redactora y coeditora de El cine de LoQueYoTeDiga.
Ignacio Pablo Rico, coordinador del medio especializado Cine Divergente, señala incluso al Festival de San Sebastián como una lanzadera de las nominadas al Goya. “TVE tiene una participación importante en el festival y también en muchas de las películas que optan a los premios. Hay una tendencia comercial e industrial clara, que deja fuera a muchas películas importantes”, dice poniendo de ejemplo La hija, de Manuel Martín Cuenca, que en esta edición solo opta a dos Goyas y en dos categorías muy reñidas: Mejor dirección y Mejor actor protagonista.
La misión de las productoras es intentar colar el mayor número de nominaciones. Para ello, muchas veces hacen “juegos extraños”, como los define David Pulido. El actor Fernando Albizu, nominado a Mejor actor de reparto por El buen patrón, contó en este diario que él compitió en la categoría de Actor revelación en 2009 por Gordos teniendo 45 años y varias películas a sus espaldas. “Hay casos flagrantes en los que incluso los actores han estado en desacuerdo”, recuerda Pulido.
“Lo que urge, y no solo en los Goya, es un relevo generacional de los académicos. No puede ser que el cine siga avanzando, que aparezcan nuevos creadores y que siempre posen los ojos sobre lo mismo: melodramas con tintes pseudohumanistas o películas con un discurso político determinado que tampoco son del todo políticas”, destaca Pablo Rico. “¿Cuánto cine español ha visto realmente la Academia?”, se pregunta el también investigador y docente universitario.
La selección: falsas ganadoras y el efecto titular
Los siguientes que contribuyen a hinchar la burbuja de las nominadas son la prensa y la crítica especializada, que caen en una simplificación común. Cuando una película obtiene un récord de nominaciones o se convierte en la más nominada de su edición, los medios enseguida la señalan como “favorita”. “No es la favorita de la noche porque puede que no lo sea en ninguna de las categorías”, señala David Pulido.
“Al final volvemos a ir a la singularidad de una película y no a trabajos completos. La frase debería ser ”la que parte con más nominaciones“. El buen patrón este año sí que es la gran favorita, pero otros años películas con muchas nominaciones se han ido de vacío. Ese titular siempre es engañoso y se ve haciendo el recuento”, critica el guionista. Como muestra, los ejemplos ya mencionados de ¡Átame! y Abre los ojos, y otros muchos que pueden encontrarse en el siguiente gráfico.
Mary Carmen Rodríguez cree que el público tiene la sensación de que solamente se han estrenado seis películas españolas a lo largo del año: “Las cuatro que están en los Goya, la comedia familiar de Santiago Segura y la adaptación de la novela juvenil de Netflix”. Por desgracia, sigue, “hay muy poco espacio en la prensa no especializada para hablar del cine español y mal van las cosas si el refugio es El hormiguero”.
“En ese sentido los medios de comunicación y las revistas especializadas nos estamos centrando a menudo a ser comentaristas del trending, aunque sea para criticarlo. El año pasado hubo una cosecha de cine español impresionante que no ha llegado a los Goya y somos cómplices de alguna manera”, admite Pablo Rico.
Sin embargo, Rodríguez también pone el foco sobre las productoras, “sobre todo las de películas pequeñas”, que no hacen una campaña de promoción al nivel de las grandes competidoras. “No se lo toman en serio. Por ejemplo, el documental El año del descubrimiento, que podría haber estado en la categoría de Mejor película y que contó con mejor promoción por el boca en boca entre los actores que por parte de Movistar”, critica.
El palmarés: la segunda vida de las más premiadas
En tercer y último lugar, los expertos destacan un factor de pura estadística. “Tener muchas bazas no significa que vayas a tener más premios. El buen patrón ha comprado este año más papeletas que otra que parta con tres, pero no es un sorteo”, dice Pulido. “Depende más del premio en cuestión que de la cantidad de nominaciones”, añade Mary Carmen Rodríguez.
“Lo más importante es quién gana a Mejor película. Es lo que se traduce en que las salas se vuelvan a abrir a la proyección de esa película. Las que se llevan más Goyas, pero no ese, no suelen tener una segunda vida en los cines”, recuerda Pulido. No obstante, un gran número de nominaciones a veces también se usa como reclamo en la cartelera: “Las productoras son coherentes con lo que llama más la atención, como aspirar a 11 premios y no a tres seguros”, entiende el académico. El propósito se reduce a “llamar la atención del espectador y que vaya a las salas”.
Lo que tanto Rodríguez como Ignacio Pablo Rico creen que debe tenerse más en cuenta es la opinión del público, sobre todo para que esta burbuja deje de sentirse como tal. “Creo que las nominaciones a los Goya tienen prestigio y las ceremonias tienen interés, pero también es verdad que hay una gran parte del público que desprecia por sistema al cine español”, expresa la redactora de El cine de LoQueYoTeDiga.
El coordinador de Cine Divergente va un paso más allá y cree que hay un “creciente desprestigio social de los Goya y de los Oscar”. “Hace unos años Mar adentro podía venderse como una película con interés público. Pero muchas veces los verdaderos taquillazos y las cintas más vistas por los espectadores son totalmente ignoradas por la Academia”, precisa.
“Se tiende a infravalorar al público”, en definitiva. “Los premios antes servían como repaso o reconocimiento al cine más interesante dentro de parámetros muy académicos, pero ahora están guiados por otro tipo de motivaciones”, continúa el experto. “Las cinco nominadas a mejor película en los últimos años muchas veces eran nefastas o no habían despertado ningún interés en taquilla”, recuerda. Por eso alerta de que acumular más nominaciones se puede confundir con connivencia o desprecio al interés general. Y esa burbuja “va a terminar reventando”.