Al menos veinte periodistas muertos y más de un centenar de enfermos es el saldo que ha dejado en Perú hasta el momento el paso del COVID-19, unas cifras desoladoras que evidencian la cruda realidad del trabajo periodístico en el país andino.
Perú, uno de los diez países del mundo con más enfermos diagnosticados con la enfermedad, lidera la triste estadística global de comunicadores muertos en el ejercicio de la cobertura informativa de la pandemia, un dato que “ha hecho saltar lo que ya se conocía: las malas condiciones laborales del periodismo” en el país.
Así lo indicó a Efe Zuliana Laínez, secretaria general de la Asociación Nacional de Periodistas (ANP) de Perú, organismo que agrupa y atiende a los periodistas peruanos y para quien no hay dudas sobre la responsabilidad de la “precariedad” laboral “que ha reventado en la cara del país” en la muerte de los periodistas.
REGIONES MORTALES
“La mayor parte de los muertos son periodistas de las regiones, donde se trabaja en condiciones realmente precarias. A dos meses largos del inicio de la cuarentena, los comunicadores aún responden por su propia seguridad, con sus mascarillas caseras (...) Con instrumentos de protección nulos se expusieron y se exponen al riesgo, esa es la situación”, resumió Laínez.
En las regiones de Perú, particularmente en las aisladas y distantes zonas selváticas, alejadas social y culturalmente de la urbanizada costa, el medio de comunicación predominante es la radio, que tiene gran alcance y penetración social.
En ese contexto, la práctica más extendida es que los periodistas compren sus espacios al aire en las emisoras y trabajen de forma completamente independiente, recibiendo ingresos de la publicidad que, también de forma independiente, contratan con empresas de la zona donde llega su difusión.
“El 80% contrata espacios en la radio y no pueden exigir a nadie por su seguridad, responden por sí solos. La precarización es absoluta, más con la economía parada, que los deja sin ingresos porque no hay publicidad”, anotó Laínez.
Así, particularmente en las primeras semanas del estallido de la pandemia en el país, los periodistas salieron a cubrir la crisis sin protección o con los únicos elementos “pobres” que pudieron encontrar, pues tampoco había mascarillas o guantes disponibles en el país.
TRABAJO ESENCIAL
Laínez lamentó que desde el Estado no se atendiera esta situación con prontitud, pese a que la ANP solicitó precisamente al Ministerio de Salud que proveyera de protección a los periodistas que ejercían en la calle, “que era una situación de riesgo”, pero que no se consideró en su momento por la escasez de materiales.
Por su parte, José Vidal, presidente de la Asociación de Fotoperiodistas de Perú, apuntó que el pico de infecciones entre los comunicadores se produjo en las primeras semanas también por “falta de seriedad” en la aplicación de protocolos o porque los avisos llegaron tarde.
“La Organización Mundial de la Salud no recomendó el uso de mascarillas hasta bien entrada la crisis y hubo un momento de dudas. Luego se recomendó el uso para evitar exposición, pero mientras hubo contagios”, relató.
IMPROVISACIÓN
La situación entre los medios masivos de Lima es mejor, al menos en cuanto a la incidencia de la enfermedad, si bien la tónica general entre ellos fue la de “la improvisación” y la adaptación a trompicones a la nueva realidad.
Casi a diario se ha visto en las televisiones cómo los redactores y camarógrafos han mejorado sus equipos de protección y sus prácticas laborales, como por ejemplo el uso de mamelucos, pantallas protectoras, coberturas para sus micrófonos y trípodes para micrófonos para mantener las distancias de seguridad.
“Ahora se ven avances, pero en el primer mes y medio, fue terrible. Nadie estaba preparado. Algunos periodistas de medios estatales nos decían que debían cubrirse con pañuelos porque no había elementos de protección. Y no solo afectó a periodistas, sino a otros trabajadores, como por ejemplo impresores o chóferes, que enfermaron y algunos murieron”, indicó Laínez.
Ese progreso tuvo su primer aviso apenas inició el confinamiento en el país, hace 80 días, cuando, después de varios días ofreciendo ruedas de prensa diarias en el Palacio de Gobierno, el presidente Martín Vizcarra se vio obligado a prescindir de la presencia de los comunicadores después de que uno de los redactores habituales contrajera la enfermedad.
VOCACIÓN vs VIDA
Otro aspecto que multiplica la exposición de los periodistas al virus ha sido el afán profesional por cubrir el drama desde la primera línea, lo que conspira contra las “precauciones y el mantenimiento de la distancia”, claves para controlar la pandemia.
“Mi vida vale más que una fotografía, ese es el lema que estamos lanzando ahora a los afiliados. Queremos que tomen precauciones, que usen herramientas apropiadas y guarden la distancia. Muchos son 'freelance', se compran sus implementos de protección, y compran lo que encuentran, como máscaras que no protegen. Queremos que no sean kamikazes, que midan, que no se expongan”, indicó Vidal.
APRENDIZAJES
En cualquier caso, y más allá de la tragedia entre los profesionales, desde la ANP tienen la esperanza de que de esta crisis se salga con mejoras en la situación laboral de los periodistas independientes peruanos.
“Una de las cosas que debería quedar de la cuarentena es que ningún periodista o comunicador independiente debería quedar fuera del acceso a la salud o la pensión. El Estado no debe permitir que eso suceda. Que compañeros tuvieran que hacer una colecta para enterrar a un colega es de lo más duro que nos ha toca vivir”, concluyó Laínez.