El Cairo, 12 nov (EFE).- A partir de este martes, los visitantes del Museo Egipcio de El Cairo podrán ver algunas de las piezas recogidas en su ingente colección de antigüedades del Egipto faraónico a través de un filtro con tecnología de realidad aumentada desarrollado por Meta que simula de forma interactiva cómo era el aspecto original de estas reliquias.
El denominado “Proyecto Renacimiento de Instagram” incluye, por ahora, cinco obras que contarán con un código QR en la vitrina, el cual permitirá al visitante, al escanearlo, ver una recreación digital de la pieza en su forma original a través de los filtros y la cámara de su teléfono.
Las piezas disponibles hasta ahora incluyen una estatua de Tutankamón, el célebre busto de Hatshepsut, las esculturas de Senusret I y Jasejemuy, y la del dios Amón con su esposa Mut, cada una acompañada de un texto explicativo.
Este proyecto en colaboración con Meta, pretende mejorar la experiencia turística en el histórico Museo Egipcio, ubicado en la céntrica plaza Tahrir de El Cairo cuando este cumple su 122 aniversario, al tiempo que también pretende extender esta experiencia próximamente al Museo Nacional de la Civilización Egipcia, otro de los grandes atractivos turísticos de la capital egipcia.
“Por primera vez estamos viendo cómo se combina la realidad aumentada y la tecnología para restaurar esculturas antiguas y darles vida. ¿Qué mejor lugar para hacerlo que Egipto, la cuna de la civilización?”, explicó la directora de Programas Políticos de Meta en Oriente Medio y África, Sherry Dzinoreva, durante la presentación de la iniciativa.
La IA en la cultura egipcia
La implantación de nuevos modelos de turismo en los museos egipcios, como en la reciente apertura -aún parcial y en periodo de pruebas- del Gran Museo Egipcio, ha generado un debate sobre si el turismo en el país árabe debe ser algo más que una visita rápida y permitir a los visitantes conocer realmente el país.
En ese sentido, el ministro de Turismo y Antigüedades de Egipto, Sherif Fathy, explicó también en la inauguración del proyecto que la inteligencia artificial ha llegado para “aportar al turismo”, pero que también es importante “mantener el elemento humano” de modo que la experiencia del turista se convierta en un “intercambio cultural”.
“Esto es lo que da sabor al turismo; no es solo visitar un lugar, sino también tratar con el entorno, interactuar con su gente y disfrutar de la experiencia”, aseguró Fathy.
El Museo de Tahrir, ¿futuro gran olvidado?
El uso de estas nuevas tecnologías en el museo de Tahrir, un lugar decrépito y polvoriento que almacena tesoros como el de Tutankamón, pero que necesita desde hace décadas una remodelación, choca con la apuesta oficial egipcia por el Gran Museo Egipcio, que se encuentra junto a las grandes pirámides de Guiza.
En ese museo, “la cuarta pirámide”, se invirtieron más de mil millones de dólares con préstamos japoneses, y se prevé que eclipse al venerable museo de Tahrir, debido a que sus principales atractivos, como la máscara y todo el ajuar funerario de Tutankamón, se trasladarán al Gran Museo en cuanto esté listo.
“Muchos dicen que estamos olvidando el Museo de Tahrir, pero no es así. Tenemos varios museos, y todos deben estar unidos para crear una experiencia única para el turista. Cada museo debe ser diferente del otro”, aclaró Fathy.
“De hecho, la cultura egipcia y sus monumentos son distintos en términos de turismo, y por eso afirmamos que tenemos la mayor diversidad turística”, añadió.
En cuanto a la meta que se propuso el Gobierno de alcanzar 30 millones de turistas en 2028, el ministro justificó que “es solo una proyección en función de desafíos actuales”, como los económicos y geopolíticos, y explicó que es un “pronóstico variable” que depende de posibles cambios futuros.
El año pasado, Egipto logró el récord de número total de turistas y registró 14,906 millones de personas que llegaron al país africano, una cifra que superó los 14,731 millones del año 2010.
España es uno de los países que más turistas aporta al país árabe, particularmente en el segmento del turismo cultural.
Raúl Martín Lorenzo