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La bailaora de flamenco que sacó a Depeche Mode del guion: “Me invitaron al concierto después de verme bailar”

Elena Cabrera

13 de marzo de 2024 18:28 h

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La sorpresa en el WiZink fue mayúscula. Depeche Mode daba el primero de sus dos conciertos en Madrid este martes 12 de marzo. Tras su paso por el Primavera Sound, llegó el momento de la gira de invierno en estadios cerrados para presentar su último disco, Memento Mori. Enjoy the Silence era la canción que cerraba el show justo antes de los bises. Todo iba según lo previsto. Nunca hay grandes sorpresas en los conciertos del grupo. Hasta que llegó la parte final del tema, donde Martin Gore suele juguetear con las líneas de guitarra, el batería Christian Eigner marca con fiereza los ritmos y Dave Gahan se contonea por el escenario.

Pero de entre las sombras, al fondo del escenario, surgió una mujer vestida de negro –como titula una canción del grupo– y arropada con una chaqueta de colores negro y rojo. Su rostro muy serio. Martin Gore se aparta a un lado. Dave Gahan la señala, toma el micro y grita: “¡Belén!”.

Eigner retomó el ritmo y la bailaora Belén López comenzó a bailar y a zapatear, todavía al fondo del escenario. Cuando el batería reencauza los golpes de percusión a la melodía reconocible, Gahan aplaude ostentosamente para que la gente le siga. La bailaora avanza unos pasos y gira sobre sí misma, da un golpe sobre su pierna y eleva los brazos, retuerce las muñecas y avanza de un lado al otro del escenario. El cantante no puede evitar bailar a su alrededor, dibujando un círculo grande, dándole así la bienvenida al mundo Depeche Mode, del que de pronto ella ya forma parte.

Al habla con elDiario.es, Belén López explica cómo se fraguó la sorprendente colaboración. Sucedió tan solo un día antes. Pino Sagliocco, promotor y presidente de Live Nation España, preparó una tarde y noche con cena para los músicos de Depeche Mode y sus familias en un local de Madrid. López es una de las artistas principales del espectáculo creado por Sagliocco Oco The Show, donde se fusiona flamenco y rock con versiones de Rolling Stones o David Bowie, y que se ha podido ver en el Espacio Ibercaja Delicias de Madrid. Así que no era extraño que Sagliocco incitara esta invitación, que partió de él y del grupo.

“Fue muy especial, casi espontáneo, de un día para otro”, señala López. “En la cena les dimos una pincelada de lo que hacemos y, después de verme bailar, me dijeron: el martes te queremos allí en el concierto con nosotros”. La artista dice que ni lo pensó dos veces. “Cuando surge la oportunidad de compartir con alguien de ese tamaño, ni te lo piensas”. Depeche Mode ha vendido esta semana las 12.000 localidades del WiZink dos veces (el jueves, Belén López está invitada de nuevo) y tocará también en Barcelona (16 de marzo) y Barakaldo (21 de marzo).

En la cena les dimos una pincelada de lo que hacemos y, después de verme bailar, me dijeron: el martes te queremos allí en el concierto con nosotros

En el escenario, Belén López camina hacia Martin y busca sus ojos, baila ante él. Luego deshace el camino y se acerca a Dave, busca sus ojos y baila ante él. Es invisible pero ha tejido un hilo que los enlaza, que los sostiene. Entre ambos, gira sobre sí misma una, dos, tres, cuatro, cinco, seis y siete veces en un sentido. Se detiene. Alza un brazo al cielo, lo baja. Luego lo hace también con el otro brazo. 

Parece ensayado mil veces, al menos ese día. Pero no. “Mi parte fue improvisada. Subí con ellos al escenario en la prueba de sonido y acordamos de palabra lo que íbamos a hacer. Todo encajó porque es necesario que el artista principal se involucre contigo y con tu manera de ser, te tienen que dar tu sitio. Un artista grande es generoso en el escenario y ellos lo fueron conmigo y por eso salió redondo. Nos dejamos llevar por la corriente. Ellos conmigo y yo con ellos. Nos escuchábamos y nos mirábamos. Había compenetración. Y yo estoy muy agradecida. Cuando un artista va a lo suyo, no hay conexión y esta vez ha habido todo lo contrario”. Y añade: “La música es universal, no tiene idioma”.

Mientras Belén López sigue bailando flamenco sobre el ritmo de Enjoy the Silence, Gahan y Gore le dan espacio, se retira humildemente y ella arrasa, es un incendio en el centro del escenario. Y entonces avanza por la pasarela central con un paso tan firme y a la vez oscuro y a la vez seductor como solo se ha visto en el propio Dave Gahan. El público grita, chilla, aulla.

“No es fácil enfrentarte a un publico que son fans de un grupo de toda la vida y sales tú ahí y no sabes cómo lo van a tomar”, reflexiona Belén López. “Si les va a gustar, si les va a herir, si voy a pasarme de los límites”, dice. Pero no fue así, en absoluto. “Agradezco al público de ayer por el cariño y la entrega”, afirma esta artista de 37 años nacida en Tarragona.

Cuando llega al último paso de la pasarela, donde le espera Martin Gore tocando el riff de guitarra de la canción, una y otra vez, Belén se sitúa a su lado y mientras redobla el tambor ella hace girar violentamente su pelo hasta que deshace el peinado. Y con él, la locura. Belén vuelve sobre sus pasos como si flotara, como si la corriente la empujara. Cuando alcanza la posición de Dave, aproxima su espalda al pecho de él y, al fin, sonríe. El cantante le agradece con un beso en la cabeza. La música continúa pero tras estos minutos, el final está a punto de retomarse.

Los aplausos son atronadores. Nunca se ha visto algo así en un concierto de un grupo que se caracteriza por no salirse de lo esperado, moviéndose solo ligeramente en sus márgenes. No es la primera vez que el flamenco y el pop electrónico internacional se encuentran en España, hubo un recordado procedente. En el Festival de Benicàssim de 1998, Björk subió al escenario a Raimundo Amador, lo que produjo una colaboración posterior. Pero seguramente aquello fue mucho más meditado que la brillante espontaneidad del día para otro, la generosidad de ser uno de los grandes grupos de la música y dejarse impresionar por una bailaora como Belén López y hacerle un espacio, con respeto.

Algo parecido ha sucedido con Suzie Stapleton. Un día, ha contado ella, recibió un pedido de su disco a nombre de “Dave Gahan, Nueva York”. Después, la cantante australiana se atrevió a enviarle un email, por si ese “Dave Gahan, Nueva York” era “Dave Gahan, Depeche Mode”. Y lo era. Una cosa llevó a la otra y el grupo la ha invitado de telonera en esta parte de la gira.

Belén López siente una gran pasión por el flamenco y lo expresa con palabras ardientes. En 2016, recibió el premio Desplante del Festival de flamenco de Las Minas y el premio Mario Maya en 2004. Un año después, mereció el premio al Artista Revelación otorgado por el Corral de la Pacheca. Baila desde muy niña. Con cuatro años actuó en presencia de Antonio Ruiz Soler ‘el bailarín’ y a los siete ganó el concurso televisivo Bravo Bravísimo. Ha sido Primera Bailarina de la Arena de Verona y primera bailarina de la compañía La Corrala de La Danza. En 2004 formó su propia compañía. El año pasado, pudimos verla bailando en un video producido por Dior, con música de Alberto Iglesias.

Cuando alguien ve un flamenco de calidad, se queda como que no entiende qué es esto que les golpea. Hay muchas formas de doler, de pellizcar. La gente sale emocionada porque le revuelve las penas que tienen dentro

“Mientras más conoces el flamenco, más pequeñito te ves. Cuando conoces a fondo el flamenco y te metes en ello, es inmenso. Cuando vas escarbando, dices: es increíble”, explica la artista.

Cuando terminó la canción y todos bajaron para un breve receso antes de los bises, recuerda Belén López que se dieron un fuerte abrazo de grupo. “Y nos pusimos a botar”, añade, riendo.

“Cuando alguien ve un flamenco de calidad, se queda como que no entiende qué es esto que les golpea. Técnicamente el flamenco es muy difícil pero emocionalmente también es complejo. Hay muchos matices. Hay muchas formas de doler, de pellizcar. La gente sale emocionada porque le revuelve las penas que tienen dentro”, dice. Y eso fue lo que, quizá, le ocurrió a Martin Gore y a Dave Gahan, grandes autores de canciones bellas y a la vez dolorosas, al verla bailar, un día antes.

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