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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Mujer, negra, empoderada y rica: ¿es incompatible ser un icono de lucha con ser Beyoncé?

A nadie le gusta más Beyoncé que a la propia Beyoncé. O al menos eso proyecta en Homecoming, el documental (sobre sí misma) que ella ha dirigido, protagonizado y producido para Netflix y que se estrenó hace unas semanas en la plataforma. Es la primera de las tres entregas que la artista hará a la empresa después de firmar un contrato de 60 millones de dólares, una cifra que superó a la que ofrecía HBO. Peleas por una inversión segura.

La película, que dura dos horas y media, intercala partes del concierto-mega-espectáculo que la artista dio en Coachella en 2018 (se diría que después de su paso el evento pasaría a llamarse Beychella) con las reflexiones y confesiones de la protagonista. Esta mezcla de show hiperbólico y retazos de vida personal, provocó un tumulto de comentarios en las redes, incluido el de la propia Michelle Obama en Twitter: “Estoy muy orgullosa de mi chica. La Reina ha vuelto a hacerlo. Gracias Beyoncé por vivir siempre tu verdad”.

No es difícil entender el porqué del éxito. El concierto de Knowles es apabullante: la artista canta y baila apoyada por un equipo compuesto por un centenar de personas entre orquesta, coros y bailarines. Dos pantallas laterales proyectan a una Beyoncé transformada en la Mujer de los 50 pies para que los espectadores más alejados no se pierdan ni un detalle de lo que se está cociendo en las tablas y todo está milimetrado. Tiene cameos de su hermana Solange -que no canta, solo brinca-, su marido Jay Z y sus compañeras de Destiny’s Child, Kelly Rowland y Michelle Williams, con las que canta algunos temas de la desaparecida banda.

Nada es espontáneo porque la preparación del show duró cuatro meses que se emplearon en alcanzar la excelencia. Que ese sea el propósito no es algo que se deduzca, sino que ella misma lo expresa en las partes de la cinta que corresponden a “lo personal”. En blanco y negro o con efecto cámara de Súper 8, las imágenes enseñan a una Beyoncé cercana a su séquito, aficionada al concepto de ‘construir equipo’ y a las frases motivacionales para edulcorar que durante 16 semanas van a tener que dejarse la piel trabajando.

La de Houston también comparte los problemas que tuvo durante el embarazo -inesperado- de sus mellizos, su inseguridad a la hora de volver al trabajo con un cuerpo que no reconocía como suyo después de una cesárea y su visión de la familia. La intención de mostrar que la diva también es una persona dentro de ese autorretrato ideal hecho documental.

Lo personal es político (el hit)

Hace tres años, coincidiendo con el lanzamiento de su disco Lemonade, el programa Saturday Night Live emitió el hilarante sketch titulado El día que Beyoncé se volvió negra. A modo de tráiler de película, la escena presenta un escenario apocalíptico en el que los blancos entran en pánico cuando se dan cuenta de que la cantante es afroamericana al escuchar su nueva canción plagada de reivindicaciones políticas.

La presentó en su actuación en el mítico descanso de la Super Bowl -los 12 minutos en los que actúa una gran estrella- con sus bailarinas en Formation, con el pelo afro y con atuendos en referencia a la estética de las Panteras Negras. Ella, además, llevaba dos cinturones dorados cruzados en el pecho como muestra en honor a Michael Jackson (Leaving Neverland todavía no se había estrenado). Si aquello había causado revuelo, después llegó el videoclip, en el que la cantante aparece subida en un coche de policía después del huracán Katrina que arrasó Nueva Orleans y se lee “dejad de matarnos” escrito en un muro, entre otros detalles. Si alguien no pilló el ‘Black Lives Matters’ es que andaba muy despistado.

Las críticas le llovieron a Queen Bey por todos lados, aunque ya tendría que estar acostumbrada porque su faceta feminista también había causado controversia. La inclusión de los versos de Chimamanda Adichie en su canción Flawless, su disfraz de Rosie La Remachadora en Instagram o la imagen de la palabra ‘Feminista’ en letras gigantes con su silueta recortada delante (con las piernas al aire y la melena al viento) causaron incomodidad en algunos sectores que vieron en sus actos un tipo de “feminismo blando”.

¿Sirve el mensaje de una megaestrella para el activismo?

Basha Changuerra es la responsable de la delegación de Catalunya de Afroféminas, una comunidad en línea para las mujeres afrodescendientes/negras y racializadas. A su parecer, el que Beyoncé se posicione sobre temas como los derechos de la comunidad negra y el feminismo es positivo.

“En lo que respecta al afrofeminismo es una gran ventaja desde luego, porque esta lucha se centra principalmente en generar el cambio de mirada y actitud en las mujeres afrodescendientes hacia sí mismas para luego exteriorizar esa fortaleza interior”, explica a eldiario.es. Añade que uno de los grandes pilares de este activismo “son los referentes” y que “sentirse parte de’ es una cuestión importantísima para las mujeres negras”.

“Vivimos en un mundo que nos lanza constantemente la idea de que no somos válidas, no somos capaces, no somos hermosas... ‘no somos’. Toda mujer que difunda mensajes de empoderamiento de la mujer negra será sin duda positivo para nuestra comunidad ya solo por ser un referente en el que reflejarse”, asegura.

Beyoncé no es en absoluto una persona que hable desde una posición discriminada dentro del sistema. Ha sido la primera mujer afroamericana en ser cabeza de cartel en los 20 años de Coachella, pero aún así sus privilegios son más que evidentes. Su vida está perfectamente acomodada dentro de un capitalismo que siempre beneficia a los poderosos y machaca a los menos favorecidos ¿Existe algún tipo de coherencia?

“Uno de sus talentos es precisamente su habilidad para convertir en mainstream todo lo que hace y en oro todo lo que toca. Su activismo no ha sido una excepción. Ha utilizado su gran micrófono para exportar su mensaje, pero no ha dejado de ganar dinero con ello, así que ha jugado muy bien sus cartas”, explica la activista.

“Su mensaje sirve en el sistema capitalista para reforzar la idea de que el dinero y el poder son deseables por ser el medio para materializar ideales. Y aunque como mensaje se queda corto, está bien para empezar. Ser una mujer negra de éxito es ya de por sí un mensaje poderoso. Ser o usar una herramienta de marketing no es ningún problema, lo interesante es ver que mensaje se está transmitiendo con esa herramienta”, afirma Basha.

Homecoming puede ser una buena manera -o por lo menos, muy entretenida- de introducirse en ese universo 'beyoncero'. Dicho queda.