Bob Dylan
Triplicate
Columbia / Sony
JAZZ
â 6/10
Hace unos años que Dylan siente que juega el tiempo extra de su carrera discográfica, esos (en terminología baloncestística) “minutos de la basura” en los que ya no se espera que vaya a suceder nada determinante pero que, administrados con sabiduría, todavía podrían ofrecer algún golpe de genio.
Triplicate, generoso triple álbum, es a su vez el tercer disco consecutivo del de Duluth en que se entrega a versionar algunas de sus canciones favoritas de siempre. De alguna manera, Dylan parece hoy por hoy más interesado en establecer una suerte de canon de la música popular norteamericana de los últimos cien años que en aumentar su inabarcable aportación a la misma. Se lo ha ganado, qué duda cabe.
Así las cosas, con Triplicate sucede un poco como con algunas de las películas recientes de Woody Allen, una suerte de feliz refugio del autor en ese tiempo pasado que a estas alturas de sus vidas parece ser mejor. Entre ritmos sedosos que marca la percusión con escobillas, slide guitars, y, sobre todo, la voz arrastrada y más romanticona que nunca de Dylan, aquí encontramos acercamientos al legado del Tin Pan Alley, el jazz vocal de Louis Armstrong y, por supuesto, Frank Sinatra, aunque su presencia no resulte tan abrumadora como en los precedentes Shadows In The Night y Fallen Angels.
Arca
Arca
XL / Popstock
ELECTRÓNICA
â 9/10
“Tócame de primera vez / Mátame una y otra vez / Ámame y átame y dególlame Búscame y penétrame y devórame / Yo te siento por dentro / Mira que reviento por dentro”. Es uno de los momentos más descarnados y explícitos de un álbum, el quinto de su carrera, tan íntimo que no podía llevar por título otro que Arca, nombre artístico del venezolano Alejandro Ghersi.
Arca se ha convertido rápidamente en uno de los más respetados productores de música electrónica de todo el mundo, reclamado por estrellas del calibre de Björk, Kanye West, FKA Twigs o Frank Ocean para dar lustre a sus propios discos. Sin embargo hasta hoy sus discos tenían un algo de delicatessen sólo para iniciados. Nada que ver con este trabajo homónimo en el que el artista venezolano se desnuda completamente por dentro y por fuera (toda una sorpresa su faceta como desinhibido vocalista) para completar una desgarradora colección de canciones con el amor, el sexo y las relaciones interpersonales como centro gravitacional.
Tenemos además la suerte de que sea la primera vez que Ghersi apueste por su lengua materna, el castellano, por lo que podemos considerarnos privilegiados por enfrentarnos a estas canciones disfrutando de todos sus matices. Porque este disco está destinado a convertirse en uno de los álbumes que marcarán el 2017.
Clark
Death peak
Warp / Music As Usual
ELECTRÓNICA
â 8/10
Hace tres años su séptimo disco, el homónimo Clark, concretó todo lo que el británico había insinuado desde su debut allá por el cambio de milenio. Definitivamente existía un “sonido clark” más allá de las influencias obvias que siempre le habían perseguido, en buena medida como consecuencia de su filiación dentro de Warp, casa de los clásicos Aphex Twin, Autechre y Plaid. Aquel fue un disco emocionalmente demoledor, que retomaba la electrónica “inteligente” marca de la casa y le añadía unas gotas de misterio a lo Ghost Box (porque un padre siempre tiene algo que aprender de sus hijos).
Tras un tiempo enfrascado en otro tipo de trabajos, bandas sonoras televisivas como la de la miniserie británica The Last Panthers y encargos vinculados con las artes escénicas, Chris Clark vuelve a la carga con Death Peak, un álbum que comparte con su disco homónimo la vocación cien por cien electrónica y con el que definitivamente parece dejar a un lado aquellos experimentos con instrumentos reales que marcaron Iradelphic.
Es un retorno a sus propios orígenes que esencialmente se distingue por su aire ácido y por un incremento palpable de los BPM's. También porque, aunque el nivel sigue siendo excelente (estamos hablando de uno de los más destacados productores de música electrónica de nuestro tiempo), el nivel de las composiciones y sobre todo su impacto emocional se encuentran un peldaño por debajo de su predecesor.
Father John Misty
Pure comedy
Bella Union / [PIAS]
POP
â 9/10
Uno de los grandes méritos de Josh Tillman en su corta pero intensa carrera ha sido estar a las duras y las maduras, cultivar por igual una carrera de culto que no rehuye el éxito y coquetea con el mainstream (esa sociedad puntual con divas como Lana Del Rey, Beyoncé o Lady Gaga). Es el tipo más moderno del momento, un hipster de manual que acapara portadas de revistas fashion a costa precisamente de mantenerse al margen de las tendencias, recién escapado como parece de una cápsula del tiempo que le haya traído al presente desde la idílica California de los 70.
Pure Comedy también surfea estas contradicciones, que no se convierten en mayor problema para que la leyenda alrededor de quien fuera batería de Fleet Foxes siga creciendo. Se trata de un álbum con hechuras de disco doble -alrededor de los 75 minutos- en el que Tillman se asegura de poner la venda antes de la herida: en el tema central, los 13 minutos de Leaving LA, apuesta por la autoparodia al retratar a “otro blanquito que en 2017 se toma demasiado en serio a sí mismo”. Porque, sí, Pure Comedy plantea una visión desesperanzada (otra más) de un mundo cínico, egoísta y disfuncional, en el que política y religión se convierten en irresoluble nudo gordiano para el común de los mortales.
Hasta se atreve a vislumbrar una revolución con la que liberarnos finalmente del yugo que nos oprime (Things it would be helpful to know before the revolution). Y todo esto lo hace con esa innata capacidad para ejercer de crooner romántico, de firmar canciones tan bonitas que inevitablemente nos van a poner de acuerdo a ti y a mí. Y reclutando para orquestarlas a un mito del avantgarde como es Gavin Bryars. Si eso no es talento...
Future Islands
The far field
4AD / Popstock!
POP
â 8/10
Un respeto para Future Islands, currantes del (techno)pop que durante años chuparon kilómetros en la carretera y se buscaron la vida para conseguir sus 15 minutos de éxito. En su caso fueron 3, en el televisivo show de Letterman, y aquel inesperado pero merecido momento de gloria se viene alargando desde entonces, y van tres años ya.
Su nuevo álbum, el sexto del trío de Baltimore, mantiene una total coherencia con la línea artística que Samuel T. Herring y sus amigos vienen marcando en sus diez años de existencia: pop electrónico que se aleja de la frialdad europea para entroncar con la tradición emo del rock norteamericano.
En ese sentido el que The Far Field sea su álbum con mayor presupuesto, con diversos arreglos de vientos y cuerdas y por el que incluso llega a asomarse Debbie Harry (Shadows), no condiciona en lo esencial a unas canciones que mantienen su latido romántico y una fórmula inapelable.
Joan Miquel Oliver
Atlantis
Sony
POP
â 8/10
Segunda entrega de la trilogía que el que fuera cantante de Antònia Font dedica al pintor Albert Pinya. Atlantis se presenta como la “antítesis” de Pegasus (2015), un disco que en lo formal plantea giros estilísticos imprevistos, siempre sometidos al férreo código sonoro de un Oliver que produce y lo toca casi todo. En realidad no hay fallo con el mallorquín, uno de los pocos músicos de dentro o fuera de nuestro país capaces de enfrentarse a una rumba (Rumba del Temps), un ejercicio de clubbing “destroyer” (Atlantis), el grunge (Torneig amistós) o la tradición acid-folk balear (Nins a tobogan) y seguir resultando igualmente divertido y evocador.
El concepto de su cuarto álbum en solitario gira alrededor de una Mallorca convertida en Atlántida, el continente sumergido, como consecuencia de la salvaje invasión turística que amenaza con llevarse por delante a la isla y convertir sus espacios naturales en vertederos.
Es lo más cerca que Oliver ha estado nunca de la canción-protesta, en una peculiar reinvención del género poblada de personajes mitológicos y escenarios maravillosos marca de la casa y sometida como siempre a la dictadura del pop.
Julia Holter
In the same room
Domino / Music As Usual
POP
â 7/10
Partiendo de una aproximación musical de corte experimental que con el tiempo ha evolucionado hacia una suerte de exquisito art-pop, Julia Holter se ha ganado trabajo a trabajo un público cada vez mayor, sin por ello perder nunca el favor de la crítica. Sólo en ese contexto se puede entender el lanzamiento de un disco como este, con un interés relativo, permisible por tratarse de una artista que en estos momentos se sitúa más allá del bien y del mal.
En realidad In the Same Room supone el primer título de una nueva serie de lanzamientos del sello Domino, bautizada Documents, que pretende mostrar las capacidades de sus artistas en directo en las mejores condiciones de audio posibles. Para ello se registra un falso directo dentro del estudio, sin tomas falsas ni (supuestamente) modificación alguna.
En el caso de Julia Holter esto se traduce en una recreación de buena parte de su último álbum, Have you in my wilderness (2015), con el añadido de tres canciones de Loud city song (2013) y una de Tragedy (2011), que no hacen más que confirmar algo que quienes la hemos visto en directo ya sabíamos: por mucho que sus discos parezcan difíciles de llevar al terreno del live, cuando se suben al escenario Holter y sus tres o cuatro músicos son capaces de obrar el milagro. De hecho ese es el hándicap principal de un lanzamiento como este, sólo destinado a los muy fans: resulta complicado encontrar la razón de ser de un disco que en lo esencial apenas difiere de las grabaciones de estudio que ya conocíamos.
Residente
Residente
Sony
MESTIZAJE
â 7/10
René Pérez Joglar ya había afrontado el tema de la multiculturalidad en su proyecto Calle 13 junto a Eduardo José Cabra Martínez. De hecho podría decirse que este Residente tiene un antecedente claro en Multiviral, el disco de Calle 13 de 2014 que en cierto modo anticipaba una serie de conceptos que definitivamente se convierten en el motor de este proyecto en solitario.
En realidad la escucha del disco se queda un poco coja si no se hace de forma paralela al visionado de un documental que sirve para explicar un proyecto que inicialmente surge como el rastreo de los orígenes de René y que ha terminado llevándole a rincones de todo el mundo.
En línea con esa visión de lo humano como inevitablemente mestizo, Residente está marcado por colaboraciones como las de Bombino, Soko, Omar Rodríguez-López (The Mars Volta) o Goran Bregovic, aportando los diferentes sabores de un disco que funciona al mismo tiempo como guía de viaje.