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MÚSICA

'El buen hijo', el grupo de indiepop que amenaza con quitarle a Parchís la hegemonía del “Cumpleaños feliz”

Berta Gómez

23 de julio de 2021 21:54 h

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El primer largo del grupo madrileño El buen hijo -titulado ¡Pan, pan, pan!-salió publicado hace apenas un mes, y sin embargo, entre tanto han pasado cinco años desde que decidieron juntarse para hacer música. Un dato que puede sonar extraño bajo la lógica productivista del presente, pero que se corresponde con la historia de un conjunto que empezó a tocar sin demasiadas pretensiones. “El Buen Hijo nace en 2016 de la simple curiosidad por hacer música”, relatan desde el grupo, que se presenta, en referencia a esta trayectoria, como “una suerte de eterna promesa de la escena indiepop de guitarras”, lo que les ha servido para haber madurado con calma. En este tiempo han sufrido también pérdidas y ganado incorporaciones. De los cuatro miembros que montaron el grupo, pasaron a tres dos años después y ahora suman cinco componentes: Alicia Ros, Daniel Rodríguez, David Chamizo, Marco Frías y Miquel Cañellas. 

Antes de fichar por el sello Sonido Muchacho y publicar este primer disco, algunas de sus canciones fueron seleccionadas como banda sonora de la serie de Netflix Paquita Salas. Aquello les llevó a una nueva posición dentro del panorama musical: un éxito por el que se muestran agradecidos y que califican de inesperado. Pero, sobre todo, fue también el empujón para tomarse el oficio más en serio y comenzar a preparar las once canciones que hoy conforman ¡Pan pan pan!: un trabajo de altibajos de guitarras, homogéneo por su composición pop y mensaje generacional, pero a su vez, diferente a lo que se conocía de ellos hasta ahora.

“Muchas de las canciones se concibieron durante el confinamiento, pero ese encierro no creo que afectara al discurso de las canciones, que siempre han ido un poco por la senda de querer salir, de hacer cosas, de viajar”, comenta Marco Frías, guitarra y voz del grupo, que a pesar de reconocer que el disco se gestó en tiempos de encierro no relaciona la cuarentena con las ganas de poner en marcha las actividades de fondo costumbrista –suceden dando una vuelta por Badajoz, debajo de un puente romano o en la orilla del Guadiana– que inundan el LP, sino con su día a día. “Localizar las canciones en lugares concretos es algo que a mí personalmente me ayuda mucho a la hora de escribir, me imagino las canciones como pequeños cuentos”.

Musicalmente el disco del quinteto madrileño se construye con canciones que avanzan a un ritmo incansable y que se hacen pegadizas desde la primera escucha, alternando armónicamente la voz masculina y femenina. Entre tanto, se atreven incluso a disputarle con Es un día especial –tema para celebrar el cumpleaños de un amigo–, la hegemonía a Parchís y su Cumpleaños feliz: “Sin ser demasiado ambiciosos hemos fantaseado con que eso pudiera llegar a pasar”, comenta Alicia Ros. 

Dramas juveniles

Al buscar el nombre del grupo en Google las entradas que llevan a webs relacionadas con su música se mezclan con otras referencias: El buen hijo es una novela de Ángeles González-Sinde finalista del Premio Planeta en 2013, el título de un libro del escritor coreano You-Jeong Jeong con tintes de thriller publicado en 2019 y el de una película de terror de 1993 protagonizada por Macaulay Culkin, en la que interpreta a un niño diabólico. Pero como han confirmado en varias entrevistas, ninguna de estas obras tiene que ver con el nombre de su grupo; su elección pasa por un motivo mucho más simple: querían algo fácil de recordar y que tuviera un punto infantil, igual que su música.

Una idea que, en este último trabajo, se traduce en letras con referencias a estados de ánimo cambiantes, en muchos casos relacionados con dramas cotidianos para los jóvenes como no encontrar un trabajo estable o el fin del amor en una pareja, todo ello aderezado con unas melodías pegadizas y poperas que, aunque pueda parecer contradictorio, inspiran buen humor. “La vida es preciosa a veces y un infierno otras. Así que de manera natural y por cómo vivimos, al final los contrastes quedan reflejados en nuestra música”, explica Ros, especialmente en referencia Río de Janeiro, un tema que suena a fiesta mientras la letra rememora un viaje romántico que no se repetirá. “La canción la hicimos Marco y yo pasándonoslo muy bien, y en un tono más cómico que otra cosa. No hemos ido a Río nunca pero sí hemos vivido desamores y finales. Nos dimos cuenta de su profundidad emocional porque siempre que se la cantábamos a los amigues con la guitarra acababan llorando”.

Aunque quizá lo que más distingue a las composiciones de El buen hijo es la etiqueta de generacional, que no parece molestarles demasiado. “Las canciones del disco por lo general comparten un tono de melancolía, pero también de cierta esperanza y me gusta pensar también que de cierto humor”, explica Frías sobre esa tristeza autoconsciente que caracteriza a los millennial que rozan la treintena.

“Nada ha sido muy deliberado, son canciones escritas la mayoría en el último año, por lo que los pensamientos a la hora de escribirlas iban un poco por el mismo camino, que considero sin duda esperanzador. Aunque te diré que las ganas de reventarlo todo nunca desaparecen del todo”. Para Ros, esa indignación por la incertidumbre agitada con el deseo por encontrar alguna señal sobre el futuro es una marca de la época actual y también de su música: “Da igual lo que escuches, o lo que hagas, o como seas, al final todos compartimos las mismas problemáticas. La falta de dinero, la falta de un trabajo bien remunerado, saber que ni vas a tener pensión porque tienes casi 30 años y no has cotizado ni la mitad de lo que lo hicieron tus padres. Esto desgasta y genera ansiedad e inseguridades. Aunque también la cultura del meme y las redes sociales en general nos unen como generación porque nos permiten reconocernos los unos a los otros en esos problemas”.

La gira tendrá que esperar

Entre esos acontecimientos desafortunados, por cierto, también está el de encontrarse a una expareja por la ciudad de Madrid, como cantan en Aunque pene, contradiciendo las palabras de la presidenta de la Comunidad de Madrid Isabel Díaz Ayuso. “Literalmente es facilísimo encontrarte con tu ex aquí”, comenta Marco entre risas sobre la casualidad de que justo compusieron un tema sobre la polémica del momento. “La canción está basada en hechos ficticios pero sí, por supuesto, era algo que pensaba que podría pasar en cualquier momento”. 

Entre todos, Alicia Ros es quien mejor conoce tanto lo positivo que se desprende de dedicarse a la música, como la precariedad y el trabajo constante que implica: empezó en otro grupo poco después de crear El Buen Hijo. Cariño, donde le acompañan María Talaverano y Paola Rivero, tuvo un inicio lleno de éxitos y también, precisamente por ello, unas cuantas críticas de más. “De El buen hijo nunca se ha cuestionado la autoría de las canciones o el cómo se han grabado. Creo que son dos inicios muy diferentes, lo de Cariño fue meteórico y El buen hijo ha ido creciendo más paulatinamente. Las dos son bandas de gente interesada en la música que coge instrumentos casi por primera vez, la diferencia es que El buen hijo no tuvo ese foco mediático al principio, que supongo que es lo que envió a ciertas personas a la hora de criticar lo que hacíamos o dejábamos de hacer Cariño”, explica Ros sobre la diferencia entre tener un grupo formado solo por mujeres o hacerlo acompañada de hombres. 

Este crecimiento paulatino del grupo también se está viendo reflejado en su desembarco en los escenarios. A pesar de que algunos festivales de música ya han vuelto este verano, El buen hijo ha decidido hacer solo unos pocos conciertos ahora y dejar la gira para después del calor y el virus, “cuando las salas puedan abrir sin peligro y sin restricciones. De momento tocamos el último finde de septiembre en el Festival Brillante”.

La decisión de aguardar a una mejor situación pandémica tiene sentido especialmente si se tiene en cuenta que su música invita al baile, pero también a saltar, a abrazarse, a cantar gritando al oído de los amigos. En la portada del ¡Pan, pan, pan! se puede ver un corro de personas en medio del campo, aunque la idea inicial era que apareciese un pogo que representara esa comunión física de los cuerpos movidos por las guitarras. Así, entre el corro y el pogo, tienen claro lo que esperan del público para cuando empiece la gira: “Un corro rodeando un pogo sería lo suyo”.