El antes y el después de Rosalía: del tablao a Times Square en solo dos años
Para algunos, el momento de inflexión de la carrera de Rosalía Vila (Barcelona, 1993) fue el concierto en el tablao Casa Patas en 2016. Para otros, fue el aforo completo del Teatro Lara justo un año después, cuando su cara ya había aparecido junto al trapero C. Tangana en un par de temas que le alejaron del flamenco y la situaron en un mapa diferente.
Tanto para unos como para otros, el fenómeno de Rosalía concurrirá este miércoles 31 de octubre en la Plaza Colón de Madrid, donde presentará su próximo disco El mal querer en un concierto “casi sorpresa”. En apenas dos años, la cantante ha pasado de una sala de flamenco a cortar el tráfico de una de las avenidas más importantes de la capital, sin cobrar entrada y respaldada por una poderosa marca. ¿Qué ha ocurrido?
Se puede resumir en que Rosalía protagoniza su propia versión de A Star is Born, en la que una chica de San Esteban de Sasroviras copa las cotizadas pantallas de Times Square con un disco sin canciones. Porque en eso se han basado los últimos meses de carrera de la catalana: expectativas, lisonjas de algunos artistas internacionales, una fotografía con Pedro Almodóvar, otra con Tim Cook, y tres sencillos que abrieron el apetito para todo lo demás.
Desde que estrenó hace cinco meses el single Malamente, los adelantos de su disco El mal querer se han consagrado como el rompecabezas preferido del año. Junto a Pienso en tu mirá y el último Di mi nombre (publicado hace unas horas), reúne la friolera de 44 millones de visualizaciones en YouTube. En Sony Music se están frotando las manos, pues lejos quedan los 3 millones de Catalina, la canción referente del primer álbum que Rosalía publicó en Universal.
Precisamente, este cambio respecto a su disco Los Ángeles es lo que ha dividido a la prensa y a sus seguidores. Por ejemplo, el crítico musical especializado en flamenco, Alberto García Reyes, aplaude este viraje hacia lo urbano por encima de las rumbas y versiones de Enrique Morente.
“Rosalía no canta mal, pero en el flamenco no pinta mucho. Es una chica muy respetuosa, que no ha venido a inventarse una revolución por la cara. No hace daño a nadie ni se ha proclamado maestra de nada”, concede el periodista de ABC, que recientemente firmaba una ácida crónica sobre El Niño de Elche en la Bienal de Flamenco.
García Reyes la vio por primera vez hace ocho años en otra Bienal en Sevilla, donde una Rosalía adolescente acompañaba a una bailaora catalana. “Si te digo la verdad, me tuvieron que recordar que era la misma que aquella niña que habíamos visto, no la identificaba. No nos llamó mucho la atención salvo por un repertorio que no estaba de moda en el flamenco”, evoca. En ese momento, la joven formaba parte del atrás, el fondo musical que pone melodía al bailaor pero nunca le roba protagonismo.
Para los profesionales que siguieron su trayectoria en el mundillo flamenco, el hito más llamativo de su carrera fue la promoción de Los Ángeles junto a Raül Refree. “El antes y el después vino cuando la llevaron a las televisiones y a las cadenas de radio con ese disco y la empezaron a presentar como la nueva diva del flamenco”, cuenta García Reyes sobre el álbum presentado a comienzos de 2017.
“La primera promoción estuvo muy bien diseñada, creo yo. Hasta tal punto que nos hizo dudar a muchos si de verdad era la gran revolución del flamenco y nosotros no nos habíamos enterado. Pero, cuando escuchas el disco con tranquilidad y la ves en los recitales, dices: cuidado”, advierte. Aunque no considera ese primer trabajo “una aberración”, el periodista se muestra más partidario de El mal querer precisamente por su lejanía con el género de Camarón.
“El anterior disco sirvió para situarla en la cabecera del flamenco, donde hasta entonces era una perfecta desconocida. Empezó a sonar mucho, aunque fuera del mundillo flamenco no tanto. Y con este disco ha empezado a sonar fuera y creo que ha sido el paso más natural: el primero era antinatura. Este es su lugar”, sentencia el crítico.
Sin embargo, para decepción de algunos, hay quien dice que el resto del nuevo disco vuelve a sus raíces flamencas y se olvida del coqueteo con el género urbano, como se ha intuido en su tercer adelanto, Di mi nombre.
“Me despierta mucha curiosidad cuál va a ser la acogida del disco fuera de España, porque el resto del disco está bastante apegado al flamenco, no puro, pero sí en la línea de Los Ángeles. Quien espere un álbum de flamenco-trap-dance se va a llevar un enorme chasco”, avisa Luis J. Menéndez, redactor jefe de Mondosonoro y crítico musical de este medio.
En su caso fue al contrario y comenzó a interesarse por la figura de Rosalía a raíz del hit urbano Antes de morirme con C. Tangana. En su opinión, “Universal no vio clara la jugada y Sony sí que lo hizo. Y, viendo la repercusión que está alcanzando fuera de España, parece que los segundos han acertado”.
En este lapso de dos años, la veinteañera ha cantado con el exponente actual de música latina, J. Balvin, ha grabado en el estudio de Pharrell Williams y ha recibido loas de Lana del Rey y Dua Lipa. España solo intuyó que algo grande estaba pasando con ella durante el caótico concierto de los Veranos de la Villa de Madrid en 2017, en el que colapsó la venta de entradas.
Como dato, por ese entonces Rosalía contaba con 90.000 seguidores en Instagram y ahora acumula 650.000. Después vino la BBC, la actuación en los Grammy del pasado año y sus cinco nominaciones en esta última edición por El mal querer. Es decir, un breve lapso en el que se ha convertido en una estrella que luce en el firmamento internacional.
“Imagino que la mecánica es más o menos la siguiente: Sony España apuesta fuerte por ella, la presenta a sus otras delegaciones como posible artista global y, si esas delegaciones creen en el proyecto, rápidamente su nombre empieza a circular entre algunos de los nombres más importantes de la industria. No hay que olvidar que Miami es ahora mismo una de las capitales mundiales de la música y hay una fiebre universal por lo latino de la que Rosalía se está beneficiando claramente”, opina el experto musical.
Menéndez apela a un “efecto bola de nieve” que inevitablemente se beneficia de la imagen que ha diseñado la artista de cara al exterior. “Una estrella de pop lo es todo: imagen, actitud y por supuesto canciones. Rosalía tiene esos tres atributos, pero reconocer el peso de la imagen como un factor importante en su éxito puede parecer un ejercicio de machismo”, piensa el periodista.
Alberto García Reyes, al contrario, asume que el potencial comercial ha sido clave a la hora de crear el fenómeno. “Universal no vio en ella una buena cantaora, ni falta que hacía. Lo que importa es que venda”, y en tal caso, “el flamenco es una marca que sobre todo fuera de España vende mucho. Rosalía y quienes llevan a Rosalía se han servido de esa marca de forma muy inteligente”.
Polémicas de apropiación cultural aparte, los dos críticos conceden que Rosalía ha protagonizado una revolución en la música. Lo único que pide el de ABC es que no se extrapole al flamenco y que se suavicen las comparaciones con Lola Flores y otras divas del género. “Me parece de una ignorancia supina. Para compararse con los grandes genios tienes que comerte muchos pucheros”, valora. Por lo demás, “olé Rosalía y que le dure mucho el éxito que tanto gusta a la gente”.
Menéndez, por su parte, se mantiene cauteloso respecto al “lucrativo” fenómeno comercial de la artista. “Solo la compañía conoce los números que se está gastando en el ”proyecto Rosalía“, y ahora que sale el disco todavía queda que lo más importante: que esa apuesta se concrete en ventas de discos, escuchas de streaming y una gira exitosa dentro y fuera de nuestras fronteras”, avisa.
Ha llegado el momento de abandonar las expectativas y medir fuerzas con la cruda realidad. La pregunta es la siguiente: cuando los neones de Times Square se apaguen, ¿Rosalía seguirá aquí?