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El eterno retorno de Frank Zappa

El hombre con bigote estrambótico y nariz grande agarra una foto del presidente Ronald Reagan y la sostiene ante un niño de cuatro años. Ese niño es su hijo. Señalando la foto, mira directamente a los ojos a su hijo y le dice muy suavemente: “Si te cruzas con este hombre y te ofrece caramelos o te pide que te unas al ejército de los Estados Unidos, simplemente di no”.

Bienvenidos al mundo de Frank Zappa.

¿Acaso Frank Zappa hizo o dijo alguna vez algo que no fuera digno de ser reseñado? No lo parece. Uno de los creadores más personales y únicos del la segunda mitad del siglo XX parece haber sido, además, uno de los más ocurrentes. Músico iconoclasta, director de cine, productor, diseñador y activista político, el mundo pareció quedarse corto para detallar la carrera de un autor difícilmente clasificable. Quizás por eso durante tantos años los mitos hayan enturbiado el trabajo y la vida de Frank Zappa. Ahora, veintiún años después de su muerte llegan dos trabajos que prometen echar algo de luz sobre el personaje o, al menos, perpetuar con su leyenda.

Esta última parece ser la intención de La verdadera historia de Frank Zappa (Malpaso), la autobiografía coescrita en 1989 con Peter Occhiogrosso que ahora llega a nuestro país. La obra fue calificada en su momento como una de las memorias más divertidas e irreverentes jamás escritas y parece hacer justicia a las preconcepciones sobre Zappa. El libro muestra a un hombre completamente autiautoritario, asqueado por cualquier tipo de religión organizada, devoto de la música en todas sus formas y capaz de acostarse con toda mujer viviente. El director de Mothers of Invention aparece retratado como un ser extraño para su tiempo. De aspecto psicodélico y padre ejemplar, resulta un visionario en algunos temas: avanza que la música debería ser descargada electrónicamente para uso de los ciudadanos y ofrece algún detalle desopilante -además de las transcripciones- sobre el juicio al que fue sometido en el Reino Unido, acusado de pornógrafo.

Entre dos aguas estaba

Resulta curiosa, además, la valoración que años después realizó el biógrafo, Peter Occhiogrosso: “Creo que Frank quedó atrapado entre dos aguas. Por un lado estaba la mentalidad del 'todo vale' del rock'n'rol, que era su fuente de ingresos. Por otro lado, estaba el mundo de la música clásica contemporánea, que puede ser muy conformista. Como resultado, él creó su propio mundo absurdo, a partir de una música imposible de tocar y difícil de escuchar”.

La música parece ser el elemento cohesivo del otro gran retrato de Frank Zappa, realizado por el maestro Frank Scheffer, que llega a las pantallas del festival de documentales musicales Inedit en la próxima semana. La obra fílmica de Scheffer, una verdadera crónica de la música contemporánea es el objeto de la retrospectiva del festival de este año, y cuenta en este caso con “Frank Zappa, Phase II- The Big Note” dónde es Frank Zappa, otra vez a través de sus propias palabras, quien nos cuenta su primer interés por “los explosivos, no la música”, y como eso deriva en su posterior fascinación por el sonido termonuclear de Varèse o la furia de Stravinski.

El interés de Scheffer por la obra de Frank Zappa no es casual. El primer disco de Frank Zappa fue su puerta de acceso a la constelación de la música contemporánea del siglo XX: Edgar Varese, Pierre Boulez, Elliott Carter, John Cage, Karlheinz Stockhausen, Brian Eno. A todos ellos ha dedicado algunos de sus principales trabajos, la mayoría desde su propia productora, Allegri Films. Su trabajo sobre Zappa es, en sí mismo, un continuo “work in progress” que arranca con Frank Zappa: The Present Day Composer refuses To Die (2000), crece en Frank Zappa: Phase II, the Big Note (2002) y de acuerdo con su plan inicial, podría cerrarse con una tercera película.

Es en la segunda película dónde se puede admirar al artista en su esencia: a partir de material visual inédito vemos a Zappa dirigiendo al público en una extensa pieza de abstracción y chaladura. Otra filmación muestra a Zappa tocando música con una bicicleta, acompañado de una orquesta entera. Y por ahí campan los otros comparsas, protagonistas de esta historia: Mothers of Invention, Captain Beefheart. George Duke, Dweezil Zappa, Pierre Boulez o Steve Vai, y, como no, las GTO's, considerado el primer grupo de rock formado por entusiastas groupies, un proyecto personal de Zappa.

Más allá de las excentricidades, queda claro que lo importante para Frank Zappa era la música. En sus propias palabras: “Todos los músicos que conozco se metieron lo que ganaron por la nariz. Yo me lo metí por las orejas”. Una buena declaración de intenciones, que regresa ahora con la misma fuerza.