Gata Cattana
Gata Cattana
Banzai
Fundación Gata Cattana
RAP
8/10
El 2 de marzo de 2017 la noticia de la muerte de Ana Isabel García Llorente -más conocida por su sobrenombre artístico, Gata Cattana- nos golpeó con inusitada fuerza. Como sus canciones y su poesía, el fallecimiento de esta joven de 26 años con un futuro esplendoroso por delante nos hablaba de lo injusto y también del absurdo de las cosas de la vida y de la muerte.
Durante el tiempo que estuvo entre nosotros, la rapera cordobesa resplandeció dejando una huella profunda entre los que la conocieron personalmente y quienes lo hicieron a través de su obra. La mejor definición de lo que ella fue y también de lo que nos deja la aporta su propia madre: “Sus órganos aún viven en el cuerpo de otros. Se fue igual de generosa que vivió. La persona que recibió su corazón se llevó el mejor”.
Pero sus órganos vitales no es lo único que Ana legó a quienes aquí seguimos. En el momento de su fallecimiento Gata Cattana ultimaba un disco de debut, Banzai, que había generado muchísima expectación entre crítica y público, algo inusual para una artista novel. En el momento en que una crisis respiratoria puso punto y final a su vida, Banzai se encontraba casi terminado, solo pendiente de algunos detalles de producción. Su muerte abrió un tiempo de incógnitas que felizmente se ha resuelto con la publicación del mismo por la recién creada Fundación Gata Cattana, encargada de velar por el correcto uso de la obra de la cordobesa y que recientemente ya autorizó la reedición de su poemario La escala de Mohs.
La decisión nos permite escuchar la que quedará para la posteridad como obra definitiva de Gata Cattana. En Banzai, la producción futurista arropa de la mejor de las formas posibles los rapeados de Ana y su intransferible universo en el que se fusionan poesía, política, Historia y un punto de fantasía. Un trabajo que roza lo sobresaliente y que, desde un aspecto meramente musical, duele solo de pensar aquello en lo que Ana podría haberse convertido en el futuro.
La Bien Querida
La Bien Querida
Fuego
Elefant
POP
â 7/10
Desde que en 2009 publicara su disco de debut, Romancero, La Bien Querida ha protagonizado una de las carreras más interesantes del pop en castellano reciente. Solo hay que asistir a uno de sus conciertos donde, puestas en fila, se suceden una serie de canciones memorables que han calado en el subconsciente de todos los que le han dado al menos una oportunidad.
Así las cosas, la dupla formada por Ana Fernández Villaverde (además de la cara y la voz del proyecto, compositora de todos los temas) y David Rodríguez (encargado de colorear las canciones en su faceta de Phil Spector en pijama) se enfrentaba a la disyuntiva de grabar un quinto disco tras haber publicado dos álbumes inapelables como fueron Ceremonia (2012) y Premeditación, nocturnidad y alevosía (2015). Aquellos, además de contener un buen puñado de canciones magníficas, situaban a La Bien Querida en un contexto muy concreto que le hizo mucho bien al proyecto: el del pop ochentero de tintes oscuros y ramalazos kraut. Sin embargo, es posible que Premeditación, nocturnidad y alevosía marcara el punto más alto para esa apuesta. Así que el quinto disco de La Bien Querida inevitablemente implicaba una nueva resituación para el proyecto.
En la portada de Fuego, inspirada en el movimiento Things Organized Neatly, se muestran un montón de elementos personales de Ana distribuidos por el suelo. Lo que se convierte en una perfecta metáfora de lo que vamos a encontrar dentro de un disco que comparte con Fiesta (2011) su condición de contenedor de canciones sueltas, sin una línea argumental o sonora con la que sí contaban sus dos trabajos previos y su celebrado debut.
Así, volvemos a encontrarnos con una simpática rumbita (Recompensarte) por la que Muchachito y Jota, de Los Planetas, se pasan a echar la tarde. O uno de los mayores aciertos del disco, 7 días juntos, una cumbia bailonga y espacial que cuenta con la colaboración vocal de Joan Miquel Oliver. También un tema acústico que Ana ha venido interpretando en directo desde hace un tiempo, Fuerza mayor, y la solemnidad orquestal de Dinamita y Lo veo posible. Como en los cuatro álbumes precedentes, Fuego esconde grandes canciones de pop. Pero tomado en conjunto, la sensación es que es un largo construido a retazos. Como si la actividad de Ana y David en los últimos años, componiendo canciones para terceros (Soleá Morente) o colaborando con otras bandas y músicos, terminara por imponerse a la propia idiosincrasia del dúo.
C. Tangana
C.Tangana
Ídolo
Sony
MÚSICA URBANA
â 7/10
Lo de menos en Ídolo es la música. No se malinterprete: por supuesto que hay mucho de lo que hablar en la nueva colección de canciones del otrora rapero madrileño y hoy aspirante a estrella global. Con Alizzz en modo estelar, el nuevo disco de C. Tangana cuenta con una larga lista de productores (Livinlargeinvenus, El Guincho, Horror Vacui, Danni Ble...) que partiendo de los presupuestos sonoros de Siempre -el disco publicado el año pasado por el colectivo Agorazein al que pertenece el propio C. Tangana- se acercan sin disimulo al sonido mainstream de un Weeknd, Drake o Migos.
Supone una búsqueda indisimulada de la conquista de un espacio, a día de hoy vacío, el del r'n'b/rap superventas para público latino. El movimiento comenzó de forma más o menos consciente con el éxito de Mala mujer (por supuesto incluida en este disco y que va ya por los 17 millones de reproducciones en YouTube) y busca refrendarse con el lanzamiento multinacional de Ídolo.
Y es por eso que detrás de este lanzamiento se deciden cuestiones mucho más interesantes que las que plantean estas doce canciones. Canciones que, en palabras del propio autor, reflejan la trastienda de cómo se construye un Ídolo y sus consecuencias para la persona detrás del artista.
Explica Tangana que el disco estuvo a punto de titularse New pop, en referencia a su ambicioso plan consistente en dar un golpe maestro que definitivamente cambie el curso de la música popular de nuestro país. Lo hace de la mano de su equipo de siempre, pero con el poderoso apoyo económico de Sony y un espectacular plan de marketing que recuerda a la estrategia de una superestrella anglosajona: esa lona gigante en la Gran Vía madrileña o la nueva imagen de Tangana, más propia de un rapero de Atlanta que de una estrella forjada en Puerta del Ángel (Madrid).
Más allá de la efectividad de tal o cual canción o de si el público masivo está preparado para entregarse a un bombo-caja de producción espectacular, el verdadero interés de este disco es puramente mercantil. ¿Efectivamente así se construye un ídolo? Hace unos años Sony hizo una apuesta parecida por Russian Red con resultados desastrosos para la compañía. Será fascinante seguir el desarrollo de los acontecimientos.
Mount Kimbie
Mount Kimbie
Love what survives
Warp / Music As usual
ELECTRÓNICA
8/10
En sus dos discos precedentes, Crooks & lovers (2010) y Cold spring fault less youth (2013), Dominic Marker y Kai Campos se asemejaban a esos turistas británicos en busca de su lugar en el mundo. Son trabajos en los que se aprecian sus inquietudes e intereses, el lugar del que vienen aunque no tanto aquel hacia el que se dirigen. Un territorio que, ahora sí, resulta mucho más definido en este Love what survives. En su tercer disco, Mount Kimbie definitivamente apuestan por el formato canción y sueltan amarras con ese post-dubstep con el que se les vinculó en el inicio.
Es, no obstante, un modelo de canción oblicuo, que no se encuentra cómodo con el corsé tradicional del pop y tiene sus raíces en el art-rock, el post-punk y aquella magnífica hornada que dio el post-rock británico a principios de la década de los 90. Me refiero a los Moonshake, Laika, Insides, Hood y demás formaciones abiertas de orejas que asumían las enseñanzas del dub, el soul, las músicas del mundo y el avant-garde y las aplicaban a un concepto de banda más o menos convencional.
Canciones como You look certain (I'm not so sure), con la colaboración vocal de Andrea Balency, remiten directamente a aquella escena y a algunos de sus herederos naturales (los no menos admirables Broadcast). Otras colaboraciones, las de los mediáticos y viejos amigos del grupo James Blake y King Krule, aportan un extra de repercusión mediática a un disco que, por sí solo, pide a gritos nuestra atención.
Vessels
Vessels
The great distraction
Different / [PIAS]
ELECTRÓNICA
â 6/10
The great distraction supone el (hasta ahora) último paso en la evolución de un grupo que se dio a conocer hace una década como una banda de post-rock “a la Tortoise” y que progresivamente se ha ido introduciendo cada vez más en el terreno de la electrónica de club. Obviamente a los Vessels de 2017, que muy poco tienen que ver con la banda que publicó White fields & open devices, algo les queda de esa concepción de las canciones como un eterno progresivo que otorga importancia a las dinámicas en vez de (como ocurre con la mayor parte de productores que han crecido en la electrónica) las texturas o el mero groove bailable.
Así que las diez piezas del quinto disco de la banda londinense todavía se sitúan en un lugar a medio camino de la música de club, la electrónica de dormitorio y la épica post-rock, un poco a la manera de otros proyectos igualmente exitosos como Kiasmos, Battles o Moderat, que aprovechan su condición de híbrido para colarse por igual en festivales de rock y eventos electrónicos tipo Sonar. Por si la propia identidad del grupo no fuera suficiente para reforzar esa ambigüedad, en The great distraction llaman a colaborar a The Flaming Lips, John Grant o Harkin, que terminan de bajar las composiciones a tierra con sus aportaciones vocales.