El pasado noviembre salió una de las sesiones más esperadas del argentino Bizarrap. En ella, el reguetonero Anuel AA cantaba lo siguiente: “La baby tiene un hijo, eso no es na', yo se lo crío. Si es lesbiana, pue' entonces hacemos un trío”. En ese momento la letra pasó desapercibida, pero reúne en una frase todos los problemas que tienen el reguetón y la música urbana con la sexualidad femenina. En concreto, con la bisexualidad y el lesbianismo.
Las mujeres han irrumpido a cuentagotas en el urbano y hasta hace unos años los referentes se contaban con los dedos de dos manos. Pero cuando han entrado, lo han hecho con fuerza. Tanto es así, que desde un tiempo a esta parte son ellas las que enarbolan las referencias LGTB y el discurso aperturista dentro del género. En solo un lustro ostentando el altavoz, han hecho más por la visibilidad del colectivo que cualquier hombre durante todas sus décadas de supremacía.
Ahora no es extraño que la canaria Ptazeta salte a la fama hablándole a su Mami, que Lola Indigo cante aquello de “me gustan ellos, pero ellas también, y si te descuidas te robo a tu mujer” en Las solteras o que Rosalía haga un tándem con Tokischa donde afirmen contundentes que las “amigas que se besan son la mejor compañía”.
Pero la que se ha hecho un hueco en lo más alto del mainstream manifestándose abiertamente bisexual ha sido María Becerra. La argentina de 22 años acumula 10 millones de seguidores con letras como “girl, yo estoy hipnotizada por tus caderas” y canciones como Maléfica –con Cazzu, también bisexual– o Tranquila, donde FMK y ella le cantan a la misma chica. Por desgracia, este avance no va parejo al de los gays u hombres bisexuales en el reguetón o la música urbana. Y eso huele a chamusquina.
En la vida real, fuera de los videoclips y las listas de éxitos, el lesbianismo se enfrenta a una invisibilización mayor que la de la homosexualidad masculina. También la bisexualidad sigue en el armario. La masculina del todo y la femenina saliendo entre insultos como “viciosas” o propuestas de tríos. El de Anuel AA no es un verso suelto, son los prejuicios machistas de la sociedad aireados por alguien que se cree legitimado para hacerlo. ¿Cuál es la trampa?
“Celebro que aparezcan dentro del mainstream otras expresiones que hace cinco o diez años eran muy difíciles de ver”, dice Romina Bernardo, más conocida como Chocolate Remix. La argentina fue pionera con su reguetón feminista y lésbico en 2015. “Eh, reguetonero macho, escucha lo que digo. De mujeres no sabes, ahora aprenderás conmigo”, retó aquel año en Lo que las mujeres quieren, cuando la visibilidad en la música latina era solo un espejismo que ella decidió romper porque “quería hablar de mi sexualidad y sentía que no estaba representada”.
En su opinión, no todo vale. “No me gusta cuando aparecen personas que no forman parte de la comunidad queer o disidente, o que encarnan un rol dentro del juego patriarcal. Tokischa no es lo mismo que María Becerra, por poner un ejemplo”, diferencia la cantante. Esto último es un asunto peliagudo, sobre todo en un género donde la mujer ha aparecido durante años como mero objeto decorativo. La duda es si el mercado acepta estas propuestas LGTB porque mantienen la lógica antigua y la mirada masculina. Si hay un sesgo marcado por la male gaze.
No es lo mismo ser una mujer lesbiana normativa que otra que no responde a cánones hegemónicos, estereotipos de belleza ni erotismos
La losa de la 'male gaze'
“No es lo mismo ser una mujer lesbiana normativa que otra que no responde a cánones hegemónicos, estereotipos de belleza ni erotismos”, cuenta Choco sobre su caso particular. “Hay puertas que se abren y otras que se cierran en función de esto”, aunque reconoce que las últimas son más habituales. En la industria musical, como en todas las relacionadas con las artes, el machismo y la homofobia se dan la mano cuando lo importante es vender. “La sexualidad se explota muchísimo en el mundo capitalista, pero es un erotismo muy acotado a estereotipos”, añade Romina.
Marta Salicrú, directora de Radio Primavera Sound, comparte que el reguetón no es un género puritano, pero es “profundamente conservador hacia los roles de género”. “La mirada masculina, la male gaze, está desactivando el componente combativo de estas letras. Es una actitud habitual en la que se invisibiliza el deseo de las mujeres o de las personas LGTBI para satisfacer el propio, el del hombre”, identifica la experta. Es una forma de convertir el discurso queer en una proyección de sus filias.
No obstante, hay que tener cuidado al menospreciar el mensaje de una mujer según cómo luzca, vaya vestida o maquillada. Este debate tuvo mucho alcance con la representación de Chanel en Eurovisión y ella misma salió a reivindicar sus decisiones, su profesionalidad y sus luchas. También María Becerra ha reconocido que ha sido tomada como una “degenerada que no se conforma con nada” por mostrar la bisexualidad en sus canciones.
Esa mirada masculina, la male gaze, está desactivando el componente combativo de estas letras
Romina advierte de que el problema no son ellas, sino cómo las trata la industria. “Hay mujeres haciendo reguetón que son típicamente deseables para el hombre cis promedio, pero también otras que van apareciendo y tomando lugares de a poco”. Es el ejemplo de Ptazeta, Tokischa o, en el caso del colectivo transexual, Villano Antillano. “Lo que nos ha tocado como personas disidentes sexogenéricas es abrir puertas que facilitan la vida a mucha gente”, cree Romina.
Ly Raine, rapera y exponente LGTBI, cree que la otra generación de mujeres solo está abrazando los prejuicios que les han impuesto. “La Zowi o Bad Gyal se han reapropiado de insultos como 'zorra' o 'puta' para que no duelan tanto, y hay gente del colectivo haciendo lo mismo. Yo me puedo llamar a mí misma bollera, pero si me lo llaman por la calle hay jarana”, afirma la joven de 25 años, que reconoce el esfuerzo de otras artistas “que nos han hecho salir”.
En el caso de Ly Raine no hubo una confesión traumática o premeditada, pero sí ha tenido que enfrentarse a los ataques típicos al colectivo. “Me jode que por ser lesbiana sea como si estuvieras invitando a un trío. No, señor, por más bisexual que sea, no quiero estar con usted”, critica. Pese a todo, reconoce una mayor diversidad de voces LGTBI entre las mujeres que achaca al “momento de unión” feminista. Entre los hombres no ocurre porque “en la música urbana se les tiene como los típicos chavales engorilaos y masculinos”. Aunque siempre hay excepciones.
La Zowi o Bad Gyal se han reapropiado de insultos como 'zorra' o 'puta' para que no duelan tanto y hay gente del colectivo haciendo lo mismo
La masculinidad frágil cierra armarios
Hugo Durán, cuyo nombre artístico es Yer, es de los pocos artistas urbanos que no esconde su homosexualidad, sino que la representa en sus videoclips. Algo que debería ser normal, pero por desgracia es una rareza. La canción de Ya es tarde, pero sobre todo el vídeo, donde sale una agresión homófoba, marcó un punto de inflexión en la carrera de Yer. “Fue muy reivindicativo, pero siempre lo he tratado con normalidad”, dice el joven de 22 años.
Salir del armario en su vida personal ya es impensable para muchos artistas del género, pero además reivindicarlo en su música y sus vídeos es un paso más allá. “Es bastante evidente la sexualización de la mujer. Por ejemplo, cuando sacan colaboración dos artistas femeninas, en el videoclip sí que pueden interactuar con un toque erótico, picaresco o sexual. Entre dos hombres jamás vemos ese tipo de trato, puesto que parece ser que no es lo que vende”, lamenta el cantante.
Critica la hipersexualización de la industria hacia sus compañeras, muchas veces forzada por los supuestos cánones de audiencia. “A un oyente hombre no le molesta escuchar a una mujer y enterarse de que es bisexual, puede incluso que a algunos les genere morbo”, censura.
La mayor prueba de homofobia en el mundo del reguetón la protagonizó Ozuna, que nunca se ha reconocido como gay ni bisexual. En 2019 vio la luz un vídeo íntimo del cantante manteniendo relaciones con otros hombres, incluido el trapero Kevin Fret, el primero en salir del armario en Latinoamérica. El famoso cantante de Yo x ti tú x mí aseguró ante la policía que Fret lo estaba extorsionando. Días más tarde de que le dijeran en comisaría que el vídeo se iba a hacer público, el trapero fue asesinado a tiros mientras iba en su moto. La reacción contra Ozuna fue brutal, pero más por el contenido homosexual del vídeo que por el trágico final de Fret.
“Influye esa masculinidad frágil y la necesidad de representar algo que no todos los hombres son”, plantea Yer. “Dentro de la movida urbana, el ego es uno de los elementos principales de la imagen de cualquier artista y parece ser que uno no puede ser chulo ni estar seguro de sí mismo si se declara bi u homosexual”, se lamenta, y precisa que esto ocurre sobre todo en el caso del rap. Marta Salicrú coincide y aporta el contexto a este fenómeno.
La masculinidad frágil provoca que uno no pueda ser chulo ni estar seguro de sí mismo si se declara bi u homosexual
“El gangsta rap –en contraposición al de la Costa Este, vinculado más a los derechos civiles– fue el que triunfó al pasar al mainstream y tenía como parte de su agenda lírica el ver quién la decía más gorda: desde mato polis, me follo putas y solo me importa llevar el reloj más caro del barrio. Eso hizo que se impusiese un estilo, el uso de la mujer como mero objeto decorativo y el bragadoccio”, cuenta la directora de Radio Primavera Sound. En el reguetón, el trap y el rap, se han repetido muchos de estos clichés.
Pero Salicrú reconoce que en la actualidad “hay una apertura respecto a la diversidad de género que ayuda a que haya más referentes”. Todos los entrevistados coinciden en mencionar un nombre: Bad Bunny. Si bien el artista puertorriqueño no se define como parte del colectivo LGTB, sí ha manifestado su apoyo y no ha descartado que en el futuro le atraigan los hombres. “Crear iconos así, que defienden al colectivo y nos apoyan, es importante”, reconoce Yer.
El reguetón, a la vanguardia LGTBI
Ly Raine cree que “ciertos artistas que están muy pegaos están provocando un cambio, aunque sea por marketing. Puede que lo hagan en su propio beneficio, pero llegan a millones de personas”. Romina, de Chocolate Remix, comparte que cualquier decisión, incluso la de Bad Bunny pintándose las uñas en un videoclip, está “controlada por el mercado”. “Pero qué sé yo, soy optimista”, dice al verlo.
Contra todo el prejuicio y el ataque al reguetón por su vis machista, Choco defiende que este género está siendo el más vanguardista. “Ahora el punk y el rock están en el lugar conservador, se han quedado un poco antiguos y machistas, y es el reguetón el que está generando revolución”, afirma. “Con el poder y legitimidad tan grandes que tiene en la industria puede usarse como plataforma de cambios”, defiende la reguetonera.
“Estoy de acuerdo con que el género urbano y el reguetón son los más vanguardistas en cuanto a identidad sexual. Bad Bunny y otros están están demostrando que esas construcciones sociales entorno a la sexualidad y al género son una chorrada”, añade Yer. Y pese a que todavía hay muchas cosas que cambiar y mucha lucha que hacer, “el urbano, que es lo más mainstream y lo que casi todos los jóvenes escuchan, está en lo más alto de la representación y de la defensa de los derechos LGTB”.