El delicado y barroco arte de la banda sonora
Pese a su corta edad, Malachai Bandy lleva la música en los genes: su madre fue la primera persona que tocó la marimba en el grupo de Frank Zappa. “Ahora sus manos no son tan ágiles como antes por culpa del cáncer”, recuerda orgulloso cuando ella era la más rápida del mundo en su instrumento. De Zappa sólo le queda una admiración heredada. “Era capaz de tocar hasta trece notas en un mismo tiempo musical”. Más allá de su vinculación familiar con el músico de los setenta, Komanoff se sienta a hablar con nosotros de su profesión actual.
A sus 24 años, es uno de los pocos artistas en el mundo que toca la viola da gamba, un instrumento que no se fabrica desde hace más de dos siglos y que gracias a su arcaico sonido acaba de entrar en el mundo de las series de televisión. Su proyección en la música le ha llevado a ser una pieza clave en el equipo de Bear McCreary, uno de los compositores más importantes de bandas sonoras para series de Hollywood, que destaca por la creación de la música de The Walking Dead. De momento sus principales intervenciones han sido en las series Da Vinci's Demons, Outlander, Black Sails e Intruders.
Interrumpimos una de sus clases en Madrid para hablar sobre su trabajo en la Meca del cine y del selecto mundo de las bandas sonoras antes de que regrese a Los Angeles para retomar las grabaciones.
¿Cómo es trabajar al lado de Bear McCreary?
Es un compositor increíble. Su trabajo es crear emociones y suspense en la audiencia. Cuando vemos una serie o una película, es muy fácil dar por hecho que esas emociones van a existir. Pero si pones la televisión en silencio, la experiencia es completamente diferente. Ser capaz de crear esas emociones es una pasada.
Para mí, lo que Bear hace con las series históricas es muy similar a lo que hacían los compositores en el pasado. Alguien importante tenía la idea de hacer una ópera, por ejemplo, y se la encargaba a un músico que tenía que escribirla en tiempo récord y luego pasarla al resto de los artistas. Eso es, en conclusión, lo que nosotros hacemos. Recibo la música y un instante después ya forma parte de la cultura.
¿Es uno de los mejores compositores que tiene Hollywood?
Desde luego. Ha compuesto música para televisión y para videojuegos. Battlestar Galactica, The Walking Dead, Outlander, Black Sails o Da Vinci's Demons, que es donde estamos centrados ahora. De hecho, el año pasado ganamos un Emmy y este año conseguimos la nominación. Es increíble trabajar con alguien así.
¿Cómo entró en este mundo?
Estuve en el lugar adecuado en el momento adecuado, y, sobre todo, estaba preparado. Yo tenía contacto con el director de música antigua en la USC (University of Southern California), donde mucha gente de Hollywood da clases de interpretación, dirección, grabación... Bear McCreary contactó con la escuela porque necesitaba alguien que tocase la viola da gamba. Ahí aparecí yo, que en ese momento estaba estudiando en Houston.
Charlamos un buen rato por Skype. Estuvimos experimentando con diferentes sonidos a partir del instrumento para comprobar que lo que él tenía en la cabeza para la serie se reflejaba en mi viola. Quería un sonido más... arcaico. Tocar música antigua en el contexto de un proyecto moderno era una idea muy interesante, así que acepté encantado.
¿Le limita este instrumento a las series históricas?
De momento es lo único que he hecho, a excepción de Intruders. Supongo que el mundo hoy día se mueve hacia la búsqueda de la máxima perfección en todo, hacia el sonido exacto. La gente es cada día más consciente de la cantidad de instrumentos que existen, y sobre todo de que existen muchos instrumentos antiguos excepcionales para crear una banda sonora verídica. Un productor en los años 70 u 80 se hubiera conformado con escribir una banda sonora antigua basándose en lo que tenía en su cabeza, pero hoy no creo que eso sea suficiente, desde luego no lo es para Bear. Él intenta llevar siempre a la audiencia lo más cerca posible de lo antiguo.
¿Cómo es el proceso de composición?
Para un músico como yo, que se ha formado en el mundo de lo clásico, el aprendizaje se ha basado siempre en comunicar con la gente mediante la presencia en escena y la compenetración con los otros músicos. Sin embargo, las habilidades que estoy aprendiendo a partir de grabar música para la televisión son muy diferentes. Partiendo de que no conozco a la mitad de la gente que toca conmigo, no les he visto y probablemente nunca lo haga. Tú sólo tienes tu pieza, tu instrumento y tus cascos y tienes que aprender a interactuar con un grupo entero de gente, tienes que interpretar su forma de tocar, sus tendencias y sus giros sin conocerles.
Además, todo sucede muy rápido porque el compositor apenas tiene tiempo de diseñar la obra. Ve la serie y, a la vez que la mira, ya está tomando notas e imaginando dónde va a ir cada elemento, cada melodía... después decide qué instrumento encaja mejor con cada parte y manda las partituras a los músicos. Yo recibo una llamada, voy al estudio y sin tiempo para mirar la partitura tengo que “clavarla” a la primera. Y así durante unas seis horas por episodio. Es una forma de producir música que sólo puede entenderse con la tecnología actual.
Cuando estás en el estudio tienes que hacerlo muy rápido y muy bien, es decir, no valen segundas oportunidades. Al fin y al cabo estás malgastando el tiempo y, sobre todo, el dinero del compositor. Una hora de estudio cuesta cerca de 3.000 dólares.
¿Qué piensa al escucharse en pantalla?
En el estudio nos suelen poner el capítulo para el que estamos tocando mientras grabamos, pero es muy difícil seguir la pantalla cuando tienes que leer una pieza musical que nunca antes has tocado ni escuchado. Luego, cuando ves la serie en tu casa, te das cuenta de lo interesante que es cómo se ensambla todo, la música con la imagen.
Bear es un verdadero genio. Coge pequeños samples de cualquier período en la historia y consigue sacar una frase musical que define perfectamente ese mismo período. De cinco notas consigue sacar un retrato musical de la familia real en el siglo XV, o consigue transmitirte las dudas de Da Vinci sólo con escuchar la música. Es algo muy wagneriano, los leitmotiv, él lo entiende muy bien y le saca mucho partido.
Un Wagner de nuestro tiempo.
(Risas) No, yo no iría tan lejos. Hacen cosas muy diferentes, son cosas muy dispares pese a que ambos se dedican a la música. Bueno, Wagner ya no se dedica a ello, lógicamente.
Cuando toca una pieza de Bach o del propio Wagner, por ejemplo, no hay una historia aparente detrás, ¿qué cambia al interpretarlas para una serie?
Es cierto pero, en parte a la hora de tocar las historias, fluyen de manera similar. Todos los compositores del pasado tenían una historia vital, conocemos muchas de esas historias por los libros y la mayoría son muy interesantes. Cuando toco una pieza siento esa historia entre las notas, es una de las cosas que más me atrajo a la hora de tocar música antigua. La música es una parte de la historia.
En cambio, lo más interesante de tocar para una serie de ficción es la cantidad de gente que llega a escucharte. Cada vez que doy un concierto, la gente llega, se sienta, comenzamos a tocar, se van y la música desaparece. Eso es todo. Aquí estoy llegando a mucha más gente a la que nunca llegaría de otra manera. Y esa música tiene un efecto emocional en los espectadores y que, tanto si son conscientes como si no, juega un papel muy importante dentro de la comprensión de la serie. Eso es fascinante para mí. Tener esa relación con cientos de miles de personas alrededor del mundo.
La mezcla de la tecnología con música antigua, instrumentos de hace 500 años suena hasta irónico, ¿qué nos aporta la música antigua que no podemos alcanzar con la tecnología y la música actual?
Igual que una pintura es una especie de instantánea del pasado, la música es una imagen de lo que la gente experimentaba, vivía y sentía en la antigüedad. Es incrustar el pasado en nuestros días, eso es algo que no se puede alcanzar con ningún efecto especial o visual. No se puede recrear una pintura que está hecha en un momento del pasado concreto, con una historia concreta detrás. Con la música sí se puede llegar a reproducir esa sensación porque es un arte mucho más flexible, se puede recrear un ambiente del pasado con mucha más facilidad, nos involucramos en proyectos como el de las series o hacemos conciertos para los niños donde podemos explicar qué significa cada obra. Con un cuadro no se puede alcanzar esa relación con el pasado.
Cuando tocas una viola da gamba de más de 300 años, puedes escuchar una voz desde el pasado, aunque ya no quede nadie vivo de aquella época. Con la música en las series históricas intentamos reproducir esa voz una y otra vez.
¿Y qué cosas le cuenta esa voz?
Cualquier cosa. Es una voz diferente para cada uno. No te puedo responder a eso porque... yo sólo soy el mensajero.
¿Cuántos mensajeros hay en su equipo?
Muchos. Está la orquesta, que está formada por unos cincuenta músicos, los programadores, los técnicos... toneladas de gente. El compositor normalmente toca el acordeón o el piano o instrumentos raros, luego estamos unos cinco solistas por episodio y muchos cantantes. Pero cada serie es un mundo.
¿Cambia mucho una producción de carácter histórico a una basada en la época moderna?
Es bastante diferente. Por lo menos desde el punto de vista del compositor. Coordinar toda la música y luego traducirla en un lenguaje musical que la gente de hoy en día pueda entender. Por ejemplo, un instrumento como el mío no estaría presente en una producción moderna. Ahora estoy tocando en una serie moderna, que saldrá pronto (Intruders), pero mi función es hacer sonidos raros, para dar suspense a la acción.
Pero sí, siempre depende de la serie. En una serie moderna, los instrumentos tienden a ser actuales y en Black Sails, por ejemplo, hay una especie de “orquesta pirata”. Cada serie se hace con un estilo diferente, el objetivo es captar el interés del espectador y llevarle al tiempo diegético de la serie. Siempre tienes que trabajar con el contexto.
Y en ese proceso, ¿dónde queda la relación con los personajes?
Yo nunca he conocido personalmente a ninguno de los actores para los que “interpreto”, pero creo que mejoraría la producción final porque, en el fondo, yo me siento parte de Da Vinci en Da Vinci's Demons, una parte de mí está en el personaje. Soy él, básicamente. Creo que sería muy interesante conocer al actor que lo interpreta.