En la nave industrial donde se construían motores, ahora se baila (hasta el día que lleguen las excavadoras)
Cientos de personas verán conciertos y bailarán el próximo fin de semana en una nave industrial de Barcelona. El festival se llama Ombra y, aunque está lejos de ser tan conocido y popular como un Sónar, con sus cinco ediciones realizadas hasta ahora se ha ganado un prestigio irrebatible.
El festival tiene un subtítulo: encuentro con sonidos inusuales. Se celebra el 5, 6, 7 y 8 de diciembre y destacan en su cartel nombres como In Strict Confidence, Sixth June, Kalte Nacht, Puerta Negra, A Split-Second o propuestas españolas como HD Substance, Darkway, 80%Baul o Most Significant Beat. Pero aquí lo importante no es el peso específico de estos reclamos, sino proponer “artistas que representen un hilo narrativo o temático, en lugar de depender solo de grandes nombres”, según explica a elDiario.es la dirección del festival, que tendrá lugar en la antigua fábrica ENMASA, en el barrio de El Bon Pastor, al noreste de Barcelona.
Y tan importante como qué se hace en Ombra es dónde se hace. Dentro del proyecto de regeneración del patrimonio industrial de Barcelona se encuentra laMercedes, un futuro ecobarrio: 185.000 metros cuadrados en el barrio del Bon Pastor, diseñado bajo el famoso esquema de la ciudad de los cinco minutos, el tiempo máximo necesario para ir de un sitio a otro. Dará cabida a más de 3.000 nuevos vecinos (el 40% de las viviendas serán de protección oficial o precio asequible, así como un cupo reservado al alquiler social) que se repartirán el espacio con oficinas, comercios, uso público y un campus docente cuyo primer ocupante se ha caído por el camino.
Pero en los años 50 del siglo XX, el corazón del barrio latía con la fabricación de motores de aviación. ENMASA (Empresa Española de Motores de Aviación) se instaló allí y, a partir de 1970, pasó a fabricar también motores para vehículos. En los sesenta, comenzó a construir furgonetas Mercedes-Benz y, ya en los años ochenta, esta casa automovilística se trasladó a ese complejo industrial, por lo que se le conoce desde entonces como ENMASA Mercedes-Benz.
Antes de este dinamizador industrial, El Bon Pastor se urbanizó mediante la construcción de las conocidas como Casas Baratas, en la dictadura de Primo de Rivera. Diferentes leyes permitieron la expansión de pequeña vivienda urbana unifamiliar, en las periferias, para alojar nueva mano de obra, necesaria en las ciudades, llegada del rural. Cuando un siglo después nos asomamos a lo que queda de las Casas Baratas en ciudades como Madrid o Barcelona, lo que encontramos son más bien casas muy caras, colonias de exclusivos chalés con un poco de jardín en lo que ya ha dejado de ser las afueras.
Cuando se planificaron esas casas a finales de la década de los 20, se pensó como una ciudad en miniatura: sus plazas, la capilla, el parvulario, la escuela, el economato y el cuartelillo de la Guardia Civil. El ecodistrito que va a construir allí el inversor inmobiliario español Conren Tramway –autor de otras intervenciones sobre todo en la ciudad catalana, como la Torre Cerdà, la renovación de Las Tres Chimeneas del Paral·lel, o el campus farmacéutico en Esplugues– recoge algo de esa idea, aunque sin enfocar en la clase trabajadora.
Pero este proyecto “diseñado para poner el bienestar de las personas y el medioambiente en un ecosistema verde y sostenible”, sin coches y con muchos árboles de sombra, se está retrasando. Y ese retraso es lo que permite al festival Ombra seguir realizándose allí. El plan de Conren Tramway, que compró el suelo en 2008, es comenzar la construcción precisamente por la nave central, donde estaba la fábrica. Anunció que allí se ubicaría la Escuela de Diseño e Ingeniería Elisava, perteneciente a la privada Universidad de Vic, y que le entregaría el edificio listo en 2026. Pero este verano, según adelantó El Periódico, la universidad se retiró debido a la burocracia que está ralentizando el proyecto.
Mientras tanto, la antigua fábrica de motores es un lugar vacío que puede ser utilizado, aunque en la incertidumbre de su futuro, por festivales como el Ombra. “Es un espacio que combina historia industrial con un aire postapocalíptico”, describe Raúl Gayo, director del festival. “Es un lugar que evoca sensaciones de crudeza, autenticidad y nostalgia, lo que lo hace ideal para géneros musicales que exploran temas oscuros y futuristas. Su arquitectura proporciona una experiencia inmersiva que transforma la percepción de la música en algo casi cinematográfico”, detalla.
El futuro allí de esta propuesta depende de “acuerdos con los propietarios, permisos legales y la sostenibilidad del lugar”, explica. “Si sigue siendo viable, es probable que continúe allí, ya que el espacio es parte integral de la identidad del festival. Sin embargo, cambios como la especulación inmobiliaria podrían influir en la decisión”, añade.
Gayo alerta de cómo la especulación inmobiliaria limita el acceso a lugares tan particulares como estas naves en desuso, que se pueden utilizar para propuestas artísticas. “Están en constante riesgo de ser demolidos o transformados en proyectos lucrativos”, señala. La nave en la que se proyectaron los sueños de innovación en la aviación del ingeniero cubano Arturo Elizalde, que murió inesperadamente en 1925, fue una construcción para ENMANSA (la empresa en la que se transformó la compañía de Elizalde) creada por el arquitecto Robert Terrades.
La nave es un ejemplo emblemático de arquitectura industrial de la época desarrollista, inaugurada en 1951. Sus amplios y limpios volúmenes interiores, pensados para trabajar con holgura en el montaje de motores y la dinámica de conexión con el espacio verde y vial exterior son dos de sus características principales. Además, se combinan en uno dos tipos de edificios: las oficinas, en módulos lineales de hormigón, presentes en varias direcciones, y los talleres, en “una nave mucho más ligera, construida con estructura metálica, sobre la que se apoyan los dientes de sierra que iluminan el espacio interior de forma uniforme”, describe el Institut de Cultura de Barcelona.
Pero el proyecto del Ombra no es fácil. Precisamente al estar ubicado en un lugar singular, “encarece la organización del evento”, apunta Raúl Gayo, “desde permisos hasta infraestructuras temporales”, lo cual “puede poner en peligro la continuidad del festival a largo plazo”.
Por ahora, la organización pide mirar al presente y ultiman los preparativos de cuatro días de actividades musicales y culturales. En la parte musical, el objetivo es resaltar géneros de poca visibilidad en otro tipo de festivales más comerciales, como son la darkwave, la EBM y sonidos electrónicos alternativos.
A diferencia de los macrofestivales, una propuesta como esta se impone como principios “los horarios bien organizados y sin solapamientos excesivos”, el “respeto por el sonido” mediante “equipos de alta calidad y un equilibrio acústico en cada espacio”, el garantizar la comodidad de las zonas de baños, descanso e hidratación y la “comunicación transparente” con el público. Para Raúl Gayo, además de un “concepto sólido”, su festival ha encontrado su lugar gracias a una “selección artística coherente”; un espacio único que genera “atmósferas inolvidables”, como sucede en la antigua fábrica Mercedes-Benz; la combinación de la música con el diseño visual y los elementos interactivos y, en especial, “la conexión con la comunidad”, incluyendo “al público en el proceso cultural”.
La experiencia audiovisual es algo que valora mucho el público del festival, lo que se sueñe llamar una seña de identidad. “Implica una curaduría cuidadosa que conecta los visuales con la música de manera orgánica. Desde proyecciones en tiempo real hasta el uso de iluminación que resalte la arquitectura del espacio, cada detalle está pensado para amplificar la inmersión del público”, resalta el director.
Mientras llega la transformación urbanística de El Buen Pastor, la asociación de vecinos Maquinista Mercedes, muy activa en el barrio, se preocupa de ese futuro. Alerta de que la zona crecerá un 300% en los próximos años pero faltan equipamientos escolares. Les preocupa en especial la movilidad, la masificación, la altura de las torres de pisos y la gentrificación. Pero, de aquí a que eso llegue, una iniciativa como Ombra celebra el uso efímero de la arquitectura industrial en desuso. En el futuro de la dirección del festival, “consolidarlo como un referente mundial de la música electrónica alternativa, manteniendo su esencia íntima y auténtica”.
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