La portada de mañana
Acceder
Feijóo confía en que los jueces tumben a Sánchez tras asumir "los números"
Una visión errónea de la situación económica lleva a un freno del consumo
OPINIÓN | La jeta y chulería de Ábalos la paga la izquierda, por Antonio Maestre

Pechos descubiertos sobre el escenario, un escándalo a ojos del patriarcado

“Que una mujer enseñe el pecho no es sexual. Nuestros cuerpos no están sexualizados. Lo hace el sistema, la mirada patriarcal y el machismo. El de los hombres no está sexualizado de por sí. Son cuerpos y ya está”. Lara Alcázar, activista y fundadora de Femen Spain es tajante al hablar sobre lo sucedido en el concierto de la cantante Rocío Saiz en el Orgullo de Murcia, donde un agente le obligó a cubrirse los pechos durante su espectáculo.

La artista lleva diez años repitiendo la misma acción cada vez que interpreta el tema Como yo te amo y su primera reacción fue decir que no iba a cubrirse. La organización le pidió que lo hiciera para evitar que se suspendiera el show, ella accedió y continuó con dos canciones más con la camiseta puesta hasta que, en la última –Sobreviviré de Mónica Naranjo– volvió a quitarse la prenda. “Pídeme perdón o te vas esposada”, fueron las palabras que le espetó el agente ya fuera del escenario. “Dije que no y se puso como loco”, explica Saiz a este periódico, “fue un abuso de poder y le dije que no le iba a dar la razón por más que me amenazara”.

Dos días después, la Policía de Murcia abrió un expediente disciplinario al agente, tras considerar que su actuación “no fue la correcta”. “Desde el punto de vista de la normativa estatal, nada le impide enseñar los pechos”, dice a este diario Paz Lloria, catedrática de Derecho Penal de la Universitat de Valencia, “está claro que no hay delito”.

La jurista especializada en Derechos Humanos Adilia de las Mercedes coincide y plantea que “habría que preguntarse si el policía habría actuado de la misma forma si un artista hombre, como parte de su espectáculo, hubiera enseñado su pecho desnudo. Todas y todos sabemos que existe una alta probabilidad de que a él no se le hubiera aplicado la misma norma”. Iggy Pop, como recuerda Lara Alcázar, “lo lleva haciendo toda la vida. ¿Por qué no puede una mujer hacer lo mismo?”.

La jurista Adilia de las Mercedes apunta: “Nos encontramos con un claro caso de discriminación en la aplicación de una norma. En este caso, la Ley Mordaza”. Lara Alcázar apoya su postura, recordando que se trata de una normativa que sigue “activa”. “Cuando nos enfrentamos a situaciones de desigualdad contra un policía, las ciudadanas siempre vamos a salir perdiendo. Las activistas feministas tenemos mucho que perder porque la protesta se criminaliza. Cada vez que lo hacemos, incluso de manera pacífica y simbólica, somos multadas y penalizadas”, explica.

Proteger derechos fundamentales

La portavoz de Femen considera que la actuación de la policía “fue desmesurada. Han hecho bastante el ridículo”. Carmen Zapata, presidenta de la Asociación de Mujeres de la Industria de la Música (MIM), reconoce a este periódico que están “muy preocupadas” por lo sucedido: “Ya sabemos que los gobiernos municipales que se están creando en los diferentes territorios suponen retrocesos en los derechos de las mujeres. Que alguien se sienta legitimado para unilateralmente ir más allá, habla de lo que todavía está por venir. No se puede permitir que haya policías que actúen como si fueran la policía de la moral y del honor. ¿Qué nos vamos a parecer, a Irán?”.

El abogado penalista de Madrid Endika Zulueta asegura a este diario que “la actuación de los agentes es más propia de la policía franquista aplicando la legislación penal derogada de escándalo público, que de un policía con arreglo a usos y costumbres democráticos del siglo XXI”.

No en vano, la libertad de creación artística es un derecho fundamental recogido en el artículo 20 de la Constitución Española, que indica que su ejercicio “no puede restringirse mediante ningún tipo de censura previa”. “También están pisando el artículo 9”, subraya Zapata, dado que establece que “corresponde a los poderes públicos –en este caso la Policía– promover las condiciones para que la libertad y la igualdad del individuo y de los grupos en que se integran sean reales y efectivas”.

No creo que en España tengamos libertad de expresión. Y cada vez tenemos menos

Rocío Saiz es rotunda al valorarlo: “No creo que en España tengamos libertad de expresión. Y cada vez tenemos menos”. No es tampoco la primera vez que la cantante se enfrenta a este tipo de problemas por quitarse la camiseta en algún concierto en la Región de Murcia. En 2018 la entonces vocalista de Las Chillers recibió las críticas del PP de Molina de Segura por enseñar los pechos durante el concierto que ofrecieron en el festival de música B–Side. Su espectáculo fue calificado de “irrespetuoso, carente de valores y erótico”.

El Ayuntamiento molinense, en aquel momento gobernado por el PSOE, defendió “la libertad de las artistas” y aseguró que no hubo “faltas de respeto”. “Esta vez ha sido exactamente igual pero con más violencia y con la policía”, compara la cantante.

Entre todos los reproches que recibió por parte del agente, se incluyó que había alterado el orden público porque se había quitado la camiseta delante de niños. “El hecho de que, dentro de una actuación artística, una persona se desnude, no vulnera derecho alguno, aunque hubiera menores entre el público, pues, en el contexto en que se produce no se trata de una exhibición obscena, como tampoco lo es el que las mujeres tomen el sol en toples en la playa”, aunque cada vez se haga menos, explica Zulueta.

La catedrática Paz Lloria suma que “si el responsable de un o una menor está en el espectáculo y no quiere que lo vea esto se lo lleva de ahí y ya está, pero no puede denunciar nada”.

La censura al cuerpo femenino

En los escenarios de la música se muestran los pechos desde hace décadas, por diferentes motivos, desde la reclamación de derechos hasta el calor. Wendy O. Williams, cantante de la banda de punk duro The Plasmatics, lo hacía habitualmente a finales de los 70, como parte de su puesta en escena teatral que denominaban shock rock. En el pop lo han hecho Madonna o Miley Cyrus. En el rock, Courtney Love, Amanda Palmer, Victoria de Angelis de Måneskin y Maja Ibarssson de The Sounds. Las activistas de Pussy Riot también han mostrado los suyos. Y en la música industrial, Genesis P-Orridge al frente de Psychic TV, también lo hacía con frecuencia tras su transición. En 2004, la escapada de su cazuela del pecho derecho de Janet Jackson, involuntaria o no, durante la actuación de la Super Bowl, generó hasta una entrada en la Wikipedia y un debate tan arrollador que tuvo hasta su propio nombre: pezongate.

Y también Rigoberta Bandini, que el año pasado revolucionó el Benidorm Fest con su himno Ay mamá y la teta gigante que presidió su puesta en escena. El grupo liderado por Paula Ribó protagonizó su propio destape durante su ultima gira, al tiempo que entonaban: “No sé por qué dan tanto miedo nuestras tetas. Sin ellas no habría humanidad, no habría belleza”.

Lara Alcázar de Femen opina que, por encima de todo, lo ocurrido con Rocío Saiz debe servir para ampliar el foco, ya que se trata de un debate que viene de lejos: “La censura de los cuerpos desde la visión patriarcal de los mismos”.

De ahí a que señale que el que una artista femenina se quite la camiseta “es una manera de reivindicar y denunciar el doble estándar con el que es leído el pecho femenino respecto al masculino. ¿Por qué a estas alturas el que una performer enseñe las tetas o decida quitarse la camiseta por lo que sea es noticia? ¿Y por qué tiene que ser censurado o reprochable?”. La activista aprovecha para ir más allá y sembrar la duda sobre qué habría pasado si hubiera sido una fan la que se hubiera quitado la camiseta durante el concierto: “Exactamente lo mismo. Me preocupa que no nos enteremos de cosas que ocurren en estos mismos contextos. Una mujer siempre tiene que tener derecho a hacer el uso político y artístico que quiera de su cuerpo”.

Alcázar sostiene que desde Femen proponen que las mujeres puedan vivir libres de violencias, y que puedan “hacer uso de su cuerpo o expresarse sin que sea sexualizada. El problema es que se ha sexualizado una vez más que una mujer enseñe el pecho en un contexto no sexualizado”. La activista reivindica que lo ocurrido con Rocío Saiz no debe llevar tanto a promover un discurso alarmista, pero sí ser conscientes de que no se pueden dar pasos hacia atrás: “Tenemos que blindar lo que ya tenemos y reforzar la idea de que no podemos bajar la guardia nunca. Hemos avanzado a nivel cultural a la hora de entender ciertas cosas y hay que seguir luchando porque no se quede estático”.

Individualizar las luchas nunca es interesante. Lo interesante es llevarlo a que sea un cambio social general, donde todo el mundo entienda que el cuerpo de la mujer dentro del espacio público y privado es exclusivamente pertenencia de ella misma

Una lucha que, además, debe ser necesariamente colectiva: “Individualizar las luchas nunca es interesante. Lo interesante es llevarlo a que sea un cambio social general, donde todo el mundo entienda que el cuerpo de la mujer dentro del espacio público y privado es exclusivamente pertenencia de ella misma. Que se exprese con más o menos ropa no da derecho a censurarla, insultarla ni reprenderla”.