La música popular es cosa de mujeres: las grandes vocalistas de jazz, las soul women, las divas italianas, las compositoras del Brill Building, las muñecas pop o las divas disco saltan a la vista solo con echar una mirada panorámica a estos estilos dominados por mujeres. En cada país existe una figura femenina musical que marca y representa no solo su música, sino también la idiosincrasia de su sociedad: grandes damas como Om Kaltoum, Amalia Rodrigues, Fairuz, Maria TÄnase, Edith Piaf, etc.
También han sido decisivas las pioneras de la vanguardia y la electrónica femeninas como Delia Derbyshire, Clara Rockmore, Wendy Carlos, Pauline Oliveros, Annette Peacock, Laurie Anderson, la gran Yoko Ono o la británica Toyah y su música vanguardista para niños.
En el pop anglosajón -dirigido por críticos blancos de género masculino e ideología patriarcal y conductista- es donde surge aplastante la discriminación y la apropiación. A pesar de haber sacudido los conceptos musicales desde dentro o desde fuera, las figuras, admiradas y reverenciadas de Joni Mitchell o Patti Smith tienen una consideración siempre subordinada a la de sus equivalentes masculinos: Leonard Cohen o Neil Young, Keith Richards o Lou Reed.
La falacia indie
Posterior en el calendario a todas ellas, PJ Harvey pertenece a una generación bendecida por los medios y también por la industria. Encasillada en la falacia indie, Polly Jean fue fichada por Island nada más publicar su primer álbum y ha seguido publicando sus discos en el sello desde entonces. La industria corporativa no es siempre tan reaccionaria e inmovilista como queremos creer y, a menudo, son los sellos pequeños y más débiles los que actúan con más timidez y cobardía.
Polly ha sacudido conceptos musicales y estéticos desde el momento en que grabó su primer álbum en un pequeño estudio en Somerset, al oeste de Inglaterra.
Un poco antes, había tenido lugar un encuentro decisivo en su carrera. En un curso de fotografía, Polly conoció y trabó amistad con Maria Mochnacz, fotógrafa, videoartista y estilista que será su cómplice durante las tres décadas siguientes para diseñar una de las imágenes más fuertes del mundo del espectáculo contemporáneo.
Las dos amigas se dedicaron con fruición a pisotear los tabúes y estereotipos de la belleza y el sex appeal que condenan a la mujer a una infancia perpetua. Frente al canon imperante de la muñequita linda, Polly y Maria crearon una estética dura pero sofisticada pasando directamente del trapillo y el apaño al diseño y la alta costura. De la cara lavada al maquillaje exagerado de vedette del Teatro Argentino o, corrido y mal aplicado, como el cantante de The Cure. Lo bueno del caso es que el mundo del espectáculo, siempre ansioso de sorpresas y revulsivos, quedó encantado y aplaudió entusiasmado las mismas cejas espesas y las axilas sin depilar que despiertan burlas e insultos para la mujer de la calle.
La carrera de Polly se construye de este modo alrededor de una serie de imágenes duras y a veces revulsivas -esculturas con su pelo mojado, fotos en ropa interior o vestida de heroína de las Brontë, muerta en el agua como Ofelia o cruzando la calle con gafas y bolso. Cada una,un hito en la historia de la artista, viene en compañía de unos discos densos y sólidos que suelen clasificarse dentro de lo que se llama post rock y, en general, como música alternativa.
Experimentar con el sonido y jugar con la industria
Nacida en una granja e hija de padres bohemios, Polly Jean Harvey fue acunada con discos de Neil Young y Captain Beefheart en vez de las habituales ñoñerías musicales diseñadas para idiotizar y anular a los niños. Quería ser escultora y, después de algunos escarceos, consiguió formar su propio grupo musical, un trío bautizado con el epónimo PJ Harvey que acabaría siendo su nombre artístico. Por inverosímil que parezca, Polly consiguió desde el principio el apoyo de los poderes de hecho musicales, y Dress, primer disco del grupo, –sobre una chica que se viste para agradar a un hombre y acaba en el suelo llorando abandonada-, fue elegido single de semana por John Peel.
El primer álbum de PJ se tituló Dry - es el de la boca con el pintalabios corrido- Polly compuso todas las canciones, sola o en colaboración. El disco fue recibido con los brazos abiertos, y, al año siguiente, NME lo ascendió a su lista de los mejores álbumes de todos los tiempos. Llamaron mucho la atención sus comentarios sobre sexo desde el punto de vista de una mujer insumisa. Con la excusa de analizar su obra, Polly fue sometida a un cruel escrutinio de su vida privada y tuvo que recurrir a terapia para superar el stress. Es un disco que entonces parecía musicalmente rompedor pero que ahora suena perfectamente integrado en las músicas y conceptos del momento.
Su éxito internacional llegó con el álbum de 1995 titulado To Bring You My Love -Polly en el agua vestida de rojo y aparentemente muerta- que puede considerarse como el comienzo de su carrera en solitario tras disolver el grupo. Habla de mujeres que sacrifican todo por el amor y utiliza una difícil imaginería religiosa. Es un disco lleno de aristas que procede directamente de los blues machacones de Jim Morrison interpretados con la emisión de voz de Patti Smith, cuya influencia, por algún motivo oculto, Poly se empeña en negar. Recibió el disco de oro en el Reino Unido y ascendió hasta el top 40 de Billboard: demostración de que lo que los críticos llaman música difícil y cuyo disfrute convierten en un alarde de supremacía masculina, resulta lo más normal del mundo para el público consumidor.
Demos un salto en el tiempo y repasemos el que parece su álbum más ligero, Stories From The City, Stories From The Sea –Polly en las calles neoyorkinas vestida de oscuro- del 2000. Con él, Polly consiguió un premio Mercury, uno de los más prestigiosos para un artista británica. Se trata de una grabación que se acerca a los grupos pioneros del rock en femenino como Birtha y Fanny. En este disco, Polly deja más clara que nunca la influenciada de Patti Smith con el mismo fraseo, el uso del melisma de la neoyorkina, incluso algunos tics de vocalización. Incomprensible su empeño en negarlo.
Su último hito musical se llamó Let England Shake –el primero sin foto de Polly en la portada- y contiene una feroz descripción de la historia de su país, sus guerras y su historia. Con él, Polly cerró una carrera regular, continuada sin pausa durante 20 años. Let England ascendió hasta la cima de las listas y mereció otro premio Mercury: la única artista que lo ha recibido dos veces. Jugando con diferentes emisiones de voz, Polly se desliza entre su habitual fraseo a lo Patti Smith, la voz infantil y hippy de Licorice Likky y algunas reminiscencias de Kate Bush, una de sus favoritas reconocidad. Es un disco variado y juguetón que dice mucho más de lo que aparenta. Posteriormente, su autora mantuvo ocho largos años de silencio.
En 2013, Polly se puso un traje masculino de color oscuro y se fue a Buckingham Palace para recibir de manos de la reina una medalla que le acredita como MBE o Miembro del Imperio Británico por su contribución a la música inglesa. Dos años después, regresó de una larga serie de viajes por Kosovo, Afganistán y Washington DC para presentar el libro de poemas, The Hollow of the Hand, con fotografías de Seamus Murphy, que había colaborado con la artista en los videos promocionales de Let England. No fue recibido con tanta admiración como sus discos y había llegado tal vez el momento de volver al estudio de grabación.
En febrero del mismo año, y todavía con las impresiones de su periplo poético, Polly convirtió la grabación de su noveno álbum en una performance artística diseñada por un equipo de creadores conceptuales. Ella y sus músicos se encerraron en un centro de arte londinense, detrás de una pared de cristal opaco por un lado pero que permitía a los visitantes ver lo que ocurría detrás. Allí se grabó un disco que vería la luz el pasado mes de abril con el título The Hope Six Demolition Project y un contenido abiertamente político. Tiene las melodías más fáciles que ha compuesto Polly en su vida y una instrumentación que pretende huir de los tópicos roqueros. Publicado tras seis años de espera, se ha convertido en el primer número 1 de Polly en la lista inglesa de álbumes.
El próximo sábado día 4 Polly estará en Barcelona. Se admiten apuestas sobre su repertorio y, sobre todo, sobre su vestuario.