Con la resaca del Orgullo y en un día en que la indignación por el asesinato del joven Samuel convocó a miles de personas en las calles de decenas de ciudades en España, llegó la noticia de la muerte de Raffaella Carrá. Hechos todos ligados por el simbolismo. La italiana, representante indiscutible de la fiesta, también era todo un icono de la comunidad LGTBIQ+. Hace apenas unos años, en 2017, fue nombrada reina del World Pride en Madrid donde expresó su estupefacción por tener que estar defendiendo los derechos de esta comunidad a estas alturas.
“Al recibirlo dije: Viva esta semana con alegría, pero las luchas no han terminado. Todavía hay que 'hacer mucho fuego' para romper prejuicios. Tendremos éxito. Mi frase favorita dice: Puedes quitar todas las flores, pero no puedes quitar la primavera”, sostuvo en una entrevista concedida para la ocasión. Discursos como estos y letras como Luca, que en 1978 hablaba de la homosexualidad y se convirtió en un himno, responden a la pregunta que ella misma se hizo: “En mi tumba dejaré escrito ¿Por qué le he gustado tanto a los gais?”.
La militancia vestida de lycra con brilli-brilli fue un signo distintivo de una mujer que mientras cosechaba éxitos sin parar defendía los derechos laborales de sus compañeras, cantaba sobre la masturbación femenina y se significaba políticamente. De hecho, la imagen escaneada de la entrevista que la artista concedió a la revista Interviú en 1977 titulada con su cita “Yo siempre voto comunista” circula por las redes –hoy más que nunca– como una reivindicación de que la alegría no está reñida con el pensamiento de izquierdas.
En 2018, la escritora y guionista Almudena Montero publicó un hilo en Twitter [ya no está disponible] que circuló por la red social a la velocidad del rayo donde contaba cómo era la artista en el trabajo. Había coincidido con ella en la época del programa ¡Hola Raffaella!, que se emitió en 1992 en TVE, y recordaba a la diva italiana como una mujer con más poder que muchos hombres de la cadena.
“Por los pasillos se hablaba de culos de tías, malversación de fondos y luego de penas de cárcel. Y en medio de todo ese horror catastrófico, aparecía Raffaella Carrà. Se te acercaba como no se te ha acercado en la vida un famoso, te bajaba la piel del ojo y te decía: ”Estás anémica perdida“. Te preguntaba por tus condiciones laborales, y cuando se las contabas, apagaba la luz del plató. (...) La tipa vivía permanentemente en un estado de excitación política de izquierdas, mientras dirigía departamentos enteros, vestida de lentejuelas rojas”, contó Montero a elDiario.es cuando su publicación se hizo viral.
Tanto se difundió aquel hilo que llegó a la cantante italiana, que haciendo alarde de la naturalidad que se le atribuía se puso en contacto con la guionista. Entre otras cosas, la instó a que luchara y le recordó que la frase “Yo voto comunista” era más que un titular: “Implica un modo de vida y una responsabilidad muy grande”.
Éxito a golpes de melena
Atrevida desde sus inicios, fue la primera en enseñar el ombligo en la televisión italiana, para escándalo y rubor –y quién sabe si gozo– del Papa. Poco después llegó a España de la mano de Valerio Lazarov, rey Midas de la televisión, que en cuanto vio el éxito de la aparición de Carrà en ¡Señoras y señores! convenció a los directivos de Televisión Española para que le dieran un especial de cuatro capítulos emitidos en marzo de 1976: La hora de Raffaella Carrà.
Pero fue en 1992 cuando se metió del todo al público español en el bolsillo gracias a su programa ¡Hola Raffaella!. Por aquel plató pasaron todo tipo de invitados, desde Santiago Carrillo a Mel Gibson, Celia Cruz, o Alaska, “una mujer de pelos largos y grandes ideas”, según la definió la anfitriona. Uno de los grandes momentos del programa era cuando Carrá cogía las Páginas Amarillas y marcaba un número de teléfono al azar: si la persona que contestaba decía “¡Hola, Raffaella!” se llevaba dinero.
No solo hizo que media España respondiese a sus llamadas con la frase durante la emisión del programa, sino que se convirtió en una broma recurrente de la época. Su naturalidad, con sus carcajadas y su manera desacomplejada de hablar en español, fue su gran arma de seducción. No se despeinaba a la hora de hacer comentarios como: “Estoy llamando a Valladolid, cuna del castellano” –ojo, Toni Cantó– o “Mira, te he dado dinero y un conocimiento. Hoy vas a cenar más contenta”. En 1995 se mudó a Telecinco donde tuvo el programa En casa con Raffaella, cuyo título hacía honor al espíritu de sala de estar de los platós en los que reunía a sus invitados.
A esas alturas, la italiana ya había grabado 21 discos (en italiano y castellano), diez películas y era una estrella de la televisión gracias a shows como Pronto, Raffaella? y Raffaella Carrà Show (que también se emitió en TV3 con subtítulos en catalán). Por el primero llegó a cobrar 600 millones de pesetas al año durante tres años en una pelea por su sueldo. La artista se había enterado de que había presentadores de la cadena que ganaban más que ella aunque su programa atraía a diez millones de personas y no dudó en quejarse. En aquella época –y tampoco ahora– que los hombres cobrasen más no era algo extraño, pero ella no lo consintió y ganó.
Almudena Montero contó a elDiario.es que ella había presenciado un momento de feminismo en activo de Raffaella Carrà en los platós de TVE. “Un día pasaba yo por delante de la sala en la que ensayaban las bailarinas de un programa la coreografía. Yo estaba cotilleando desde la puerta y entró Raffaella. Estuvieron ensayando un buen rato, a mí me encantaba ver los ensayos. Entonces, tras una pausa de 5 minutos en los que ella desapareció, volvió hecha una fiera, reunió a todas las bailarinas, y se largó un discurso, que ahora entiendo feminista. Yo era una enana. Flipé. Decía cosas como 'los hombres son como los perros, que huelen el miedo', 'tenéis que protegeros…'”.
La diva, que nació con el nombre de Raffaella Maria Roberta Pelloni, se mantuvo en activo hasta 2016, cuando anunció en una entrevista de Canale 5 que se retiraba de la televisión para dar paso a las nuevas generaciones. Por aquel entonces, participaba en la versión italiana del programa de nuevos talentos La Voz. A partir de entonces sus apariciones fueron cada vez más esporádicas, aunque su figura seguía igual de presente. De hecho, el año pasado se estrenó la comedia musical Explota, Explota, basada en canciones de la artista y dirigida por Nacho Álvarez.
Icono de la cultura pop por derecho propio, será recordada por muchas cosas: sus estilismos, sus coreografías, su movimiento de cabeza inimitable, sus carcajadas y sobre todo, por el poder de liberación de su música. Si se puede bailar, puede haber una revolución y Raffaella lo sabía: “Goodbye, my friend / Sigue a la banda / Que con la banda todo va bien”. Te echaremos de menos, Raffaella.