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El rechazo de Drake a los Grammy apunta al desprecio hacia la música urbana

Drake posa con sus premios premios Billboard Music Awards este año

Pablo Vinuesa

7 de diciembre de 2021 22:20 h

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La Recording Academy, asociación norteamericana que gestiona los Grammy, ha aceptado la retirada voluntaria de Drake para la 64 edición de sus premios, unos de los más importantes de la industria musical. El de Toronto estaba nominado en dos categorías, Mejor Álbum de Rap por su último disco, Certified Lover Boy, y Mejor Interpretación de Rap por la canción Way 2 Sexy, donde le acompañan Future y Young Thug.

Tras la decisión del artista, la academia ha actualizado su lista de nominaciones, que en la categoría de Disco del Año incluye a nombres como Jon Batiste, Lady Gaga, Justin Bieber, Doja Cat, Billie Eilish, H.E.R., Lil Nas X, Olivia Rodrigo, Taylor Swift o Kanye West. Según informa la revista Variety, no se sabe con certeza si Drake registró su participación también para esta categoría u otras tan valoradas como Canción del Año. Sí lo hizo en las dos concretas de las que ahora se retracta. Los galardones se conocerán en una gala prevista para el día 31 de enero.

Una relación tan larga como turbulenta

La lista de desencuentros entre el artista y los Grammy es extensa. Ya en 2017, durante una entrevista en la radio, Drake intentaba explicarse por qué su éxito Hotline Bling, que había sido premiado como Mejor Canción de Rap y Mejor Interpretación de Rap, se había enmarcado en esa categoría. “¿Es quizás porque he rapeado antes o porque soy negro?”, se preguntaba. Como 'venganza' posterior retiró su mixtape More Life, uno de sus mejores trabajos según críticos y aficionados, de posibles nominaciones para la siguiente gala.

Otro momento clave fue el abrupto paso a publicidad durante su discurso al recoger el galardón a Mejor Canción de Rap para God’s Plan en 2019, mientras explicaba que el éxito no era recibir un Grammy, sino contar con el apoyo del público. Luego ironizó en Instagram definiendo sus palabras como demasiado crudas para la televisión. Tanto él como Kendrick Lamar, los artistas con más nominaciones aquel año, habían rehusado actuar durante la gala. Otro de los grandes de esa generación de talentos, Frank Ocean, ya había retirado en 2016 su monumental Blonde de las nominaciones y publicó una durísima carta abierta en Tumblr contra los organizadores.

La penúltima trifulca entre el canadiense y los Grammy sucedió el año pasado, cuando apoyó el boicot de su vecino de Toronto, The Weeknd, tras no recibir nominación alguna a pesar de haber arrasado en las listas con su disco After Hours. Fue tajante en sus stories: según Drake, unos premios “que antes fueron la mayor forma de reconocimiento”, han perdido a día de hoy toda relevancia y están “desconectados”. Una lista de encontronazos demasiado abultada como para pensar que la retirada se deba solo a una pataleta por parte del artista.

El rap, una fuente de fricción

Este debate, que ahora se reabre con la retirada voluntaria de Drake, es de todo menos original. El primer boicot de la escena hip-hopera se dio en 1989, primer año en el que figuraba como categoría en los Grammy. ¿La razón? La entrega de los premios de rap no se televisaría, mientras que otro género debutante como el metal, sí. Artistas como Will Smith, LL Cool J o Salt-N-Pepa se negaron a participar y dos años después Public Enemy seguía manteniendo su renuncia a los galardones por razones éticas.

Hay más casos notorios, como el de 50 Cent, quien jamás ha ocultado públicamente su desprecio. Y es que la aparente falta de sensibilidad de la Recording Academy con un género tan importante durante las últimas décadas ha provocado momentos tan delirantes como el de Adele convirtiendo su discurso de aceptación del Grammy al Mejor Disco del Año por 25 en un alegato de la importancia que tuvo el Lemonade de Beyoncé en su vida.

Otra polémica que perdura en el tiempo y aún genera memes a día de hoy fue cuando Macklemore y Ryan Lewis recibieron cuatro galardones en 2014, uno de ellos a Mejor Álbum de Rap, por encima del Good Kid m.A.A.d City de Kendrick Lamar. El propio Macklemore afirma que se llevó aquel premio por ser blanco y que le benefició un sistema al que él mismo ha intentado combatir artísticamente. Incluso pidió disculpas personalmente al de Compton, reconociendo que “a Kendrick se le robó” en aquella velada.

Hay más galardones acusados de perpetuar perspectivas hegemónicas

La reciente bronca entre Residente y J Balvin, dejando al margen los piques personales entre ambos, tenía como asunto de fondo algo tan relevante como el trato dispensado por los Latin Grammy al reguetón. De hecho, ya en 2019 un pionero como Daddy Yankee encabezó la campaña #SinReggaetonNoHayGrammys, boicot al que se unieron artistas urbanos como Karol G, Natti Natasha, Anuel AA, Maluma o el propio Balvin. Lo más curioso del asunto es que estos premios nacieron, precisamente, para contrarrestar la falta de representación latina en sus 'hermanos mayores'.

Hay demasiados ejemplos. El fulgurante éxito de Montero parece haber borrado que Lil Nas X fue expulsado de la listas de country porque su hit Old Town Road no se ajustaba a la ortodoxia del género, algo que muchos interpretaron como una maniobra abiertamente racista. Y aunque las formas no fueron precisamente las más indicadas, la famosa invasión de escenario de Kanye durante la entrega de un MTV Video Music Award a Taylor Swift tuvo como origen lo que West consideró como un desprecio a la carrera de Beyoncé.

No es un problema circunscrito únicamente al sector musical. Los Oscar tuvieron que anunciar “cambios drásticos” en su reglamento tras la campaña #OscarsSoWhite, en la que se señalaba a la Academia por una obvia falta de diversidad. Y España tampoco es una excepción, con ejemplos recientes como el polémico Premio Planeta a Carmen Mola o la controversia alrededor de unas acomodaticias nominaciones a los Goya. La realidad parece demostrar que la industria reconoce de manera desigual a mujeres, minorías raciales, estilos callejeros o expresiones innovadoras, lo cual pone el foco en la mirada conservadora de los responsables de tales distinciones.

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