El regreso de Las Odio: “Todo el mundo habla de amor, es un agotamiento”
La ya eterna Concha Velasco insufló su espíritu transgresor a una tonada de Augusto Algueró para convertirla en uno de los primeros himnos de emancipación femenina con permiso de la copla. Y es de esa cultura que coloreó la España de los sesenta de donde toma su nombre Las Odio, una banda a años luz del discurso que exhibía entonces la vallisoletana pero con el mismo corazón yeyé. “Nos apetecía que fuera ‘las algo’ por mantener el rollo yeyé de grupos como Los Relámpagos o Los Diablos, pero en tías, y nos hizo gracia lo de Las Odio por el juego de palabras. Como las letras son afiladillas, dijimos: pues ya está, vamos con el odio por delante”, dice Paula JJ (voz y sintes) dejando escapar una expansiva carcajada para rematar la frase. Ella, junto a Sonsoles Rodríguez (bajo), Ágata Ahora (guitarra) y Amanda Palma (batería) conforman este combo de mujeres radicado en Madrid que lleva desde 2015 repartiendo poderío ovárico a través de su efervescente repertorio, entintado por un personalísimo sonido entre el garaje y el post-punk.
Un dominio en lo discursivo que evidencia esa raigambre activista como hito fundacional. “Venimos del do it yourself, de la autogestión y de la horizontalidad. Las Odio surge porque la anterior batería, Alicia Holgado, y yo militábamos en un colectivo feminista, Sisterhood, con el que montábamos conciertos, hacíamos fanzines... Aunque nuestro objetivo era sacar el activismo de las casas okupas, de los espacios ya conquistados, y hacernos con las salas de Malasaña o los bares a donde solíamos ir, que esto ahora suena muy obvio pero en 2013, cuando empezamos con el colectivo, no era así. A partir de ahí decidimos montar el grupo y contamos con Sonsoles, a la que también conocíamos del activismo”, explica Paula.
Aquella primera Vitaminas (2015), que saltó de las pequeñas emisoras autogestionadas a medios con mayor proyección, adelantaba ya esa idiosincrasia de la banda –saña feminista, humor cáustico y ritmos alborozados– que moldearía su primer álbum Futuras esposas (2017), su continuación Autoficción (2019) y el que será su próximo lanzamiento Presente perfecto (2024). Una propuesta que apela al movimiento riot grrrl de los noventa en lo ideológico y a un cóctel de variadas referencias en lo musical. “Tenemos referentes muy diversos individualmente, pero como grupo coincidimos en grupos del post-punk como AuPairs o Delta 5, también ESG y otros que aunque no tengan mucho que ver con la música que hacemos nos inspiran por actitud, como puede ser La Mala en sus primeros álbumes”, apunta Sonsoles, a lo que Paula añade: “También Ian Svenonius, que ha tenido grupos como The Make-Up y Chaing and the Gang, un tío superpolitizado que escribe libros y cuya visión del underground y su pensamiento en torno a la música y la creación nos ha influido muchísimo”.
A pesar de su fuerte inclinación política, se resisten a que el cariz de sus textos acabe eclipsando el señuelo de su música. “Es un 50/50. Incluso creo que es más importante la música que la letra porque con una mierda de música, ¿qué haces? Con una mierda de letra se han hecho millones de canciones buenísimas. Siempre nos preguntan por las letras y me da rabia porque las canciones son temazos. Es cierto que la letra cobra mucho protagonismo, pero es así porque la música lo permite”, puntualiza Paula, quien también reconoce que en el proceso creativo de Las Odio su aportación musical es limitada aunque “mete teclas de vez en cuando”. “Pero lo hacemos todo entre todas y aunque yo haga las letras, siempre las consensuamos. Siempre pensamos antes de qué temas nos apetece hablar, y escribo de manera que nos represente a todas. Aunque sea esa la dinámica, es muy horizontal”, añade.
Llama la atención en ellas su desafección por la temática romántica que ocupa una porción residual –por no decir nula– de su repertorio fruto de ese compromiso con el postulado feminista. “Todo el mundo habla de amor. Es un agotamiento. Para mí las letras siempre han sido importantes. No es que no escuchemos canciones de amor, pero es una decisión artística buscada, es decir, no vamos a hacer canciones que redunden en la droguita de las chicas, que es el amor y que ya bastantes hay. Somos mujeres haciendo canciones para que otras mujeres se identifiquen con cosas que no sean el amor, por ampliar un poco”.
“Dame más complicaciones para componer canciones”, dicen en Autoexplotación, segundo sencillo extraído del inminente Presente perfecto (2024) para corroborar que, efectivamente, sus temas se nutren de cuestiones propias del espectro feminista y de otras que, siendo más genéricas, se ven agravadas por motivos de género. Y todas ellas expresadas a través de inquietudes cotidianas. “De lo que partimos es de cosas pequeñitas que de fondo tienen problemas políticos gordos que no están en tu mano y que no son denunciables, pero que cuando las enuncias en público son compartidas. Como la ansiedad o la angustia existencial provocada por el capitalismo y no por el romanticismo. En general, iba a decir las injusticias, pero no las grandes injusticias, nos inquietan estas pequeñas injusticias como que te roben la bici”. “Nos preocupa el tema laboral, las relaciones sociales”, añade Sonsoles, y “que en el trabajo no te den mucha chapa, que te dejen vivir. Pero básicamente, sobrevivir”, remarca Amanda, la más reciente incorporación de la banda.
Entre sus temáticas más celebradas, destaca la que destila cierto resquemor hacia la escena indie nacional, presente en canciones como Yo lo vi primero, Indiespañol y la inédita La fiesta del año, que formará parte de Presente perfecto y que elDiario.es ha podido escuchar antes de su publicación. Ellas se desmarcan. “No es personal, de hecho tenemos un montón de amigos en el indie que son un amor como personas, pero luego como estructura da bastante asco”, afirma Paula, quien es rápidamente matizada por Sonsoles: “Aunque da el mismo asco la estructura indie que la del rock, por lo que se trata más de un sistema capitalista y de industria musical y de cómo está organizado”. Y zanja la cuestión Amanda: “Es la escena en la que nos situamos y, por tanto, la que conocemos mejor, por eso hablamos de ella”.
Lo que es innegable es que se trata de cuatro chicas en una escena tradicionalmente masculina abonada de prejuicios y estereotipos con los que habrán tenido que lidiar. Por no decir insultos. Otras girl groups, como Hinds, han sido frecuentemente vilipendiadas, menospreciadas y mansplaineadas. Las Odio, de hecho, recogían algunas de estas experiencias en un tema homónimo de 2019 en el que cantaban: “Quiénes son Las Odio comentas en internet, que menudas guarras, no saben tocar, son cuatro payasas, solo buscan destacar…”. Aunque, aseguran, esto parece remontar. Al menos para ellas. “Las cosas han mejorado significativamente en poco tiempo. Ha habido algunos grupos que han abierto camino, pero eso no quita para habernos llevado lo nuestro. Tampoco mucho. De hecho, yo toco en otro grupo que es mixto y con ellos sí que he vivido más tratos machistas por parte de técnicos, dueños de sala, etc., en cambio con Las Odio conocen nuestro discurso y es otra cosa”, comenta Sonsoles, que a continuación dirige la atención sobre otro importante asunto: “Son otras comunidades las que están sufriendo ahora. La presencia de mujeres en la música, en concreto mujeres blancas, euroblancas, está más asumida y la lucha debería centrarse en la presencia de otros colectivos, otros cuerpos, de la diversidad real”, comenta Sonsoles, a lo que Paula apostilla: “Nosotras estamos en el punto número dos del privilegio, no somos tíos blancos, pero sí tías blancas con cuerpos normativos y sin discapacidad”.
Una inquietud y sororidad que invita a imaginar posibles colaboraciones, terreno completamente inexplorado por las madrileñas, que parecen ir a contracorriente en este asunto. “No ha surgido. No estamos cerradas a hacer colaboraciones. De hecho, sí que han salido nombres de amigas o personas a las que admiramos pero por lo que sea no lo hemos activado”, dice Sonsoles, quien formula a continuación un deseo que es recibido con gran entusiasmo entre sus compañeras: “Estaría genial hacer algo con las Bush Tetras, que son un grupo de post-punk que lleva ya muchos años y ahora mismo son señoras mayores, fundamental por el tema del edadismo. Mujeres mayores en la industria musical que son un referente. Nosotras las vimos en el Primavera Sound de 2019 y quedamos maravilladas”.
Tampoco se cierran a propuestas publicitarias, o eso dicen, porque en 2017 ya renunciaron a una que les hizo El Corte Inglés para convertir Yo lo vi primero en sintonía de Los 8 días de Oro. Negativa que, como mínimo, descoloca. “En un principio nos hizo hasta ilusión. Pero el resultado fue que a nivel conceptual lo que nos propusieron nos horrorizó porque vaciaba de significado la canción, es más, la pervertía. Por eso dijimos que no. Pero no es porque tengamos una oposición directa a participar de la publicidad o del capitalismo, porque es el sistema en el que estamos y en el que remamos como podemos”, cuenta Sonsoles. Y esta, al parecer, no ha sido la única. “Ha habido otras propuestas de publicidad –dice Paula– aunque al final nunca salen. Ninguna nos ha cubierto unos estándares. En cambio, el tema macrofestivales, sobre si es o no incoherente tocar en ellos, lo zanjamos rapidito porque cuando empezamos, una de las cosas más importantes era difundir mensaje y ocupar espacio y no podíamos arrancar diciendo no a los festivales. Se trataba de un espacio en el que no había tías, al menos no en los carteles de 2017”.
En breve regresan a los escenarios para presentar su nuevo trabajo, Presente perfecto, que llega tras un hiato de cuatro años debido a la pandemia solo interrumpido por lanzamientos puntuales o conciertos como el que hicieron en el evento de Micromachismos de elDiario.es en 2020: en 2022 ponían sintonía al podcast Dos rubias muy legales (Moderna de Pueblo y Henar Álvarez), a finales del mismo año publicaban el sencillo Conjuro/Maldición y a dos días de las elecciones generales hacían lo propio con Cambio a peor, un tema con el que advertían sobre las consecuencias de nuestras decisiones y que, sin ser premeditado, “venía como anillo al dedo”, afirma Amanda. Sin embargo, ninguno de estos cortes se integrará en su próximo disco, que ha sido, de nuevo, autoeditado. “Seguimos apostando por la autoedición, sí. Estás al mando del 100% de todas las decisiones sobre tus canciones”, comenta Sonsoles. “Si ya nos lleva su tiempo ponernos de acuerdo, imagínate si participaran otros elementos. Así es más cómodo”, puntualiza Amanda, a lo que Paula añade: “Además políticamente tiene un significado que nos representa”.
El álbum se compone de seis píldoras con las que desechar el pasado, impugnar el futuro y bailar la sola certeza, el presente, pero con un ánimo transformador. “Partiendo de que no estamos reivindicando el carpe diem, Presente perfecto se refiere a que no podemos proyectar al futuro por falta de expectativas y no queremos reproducir el pasado. Eso solo nos deja el margen del presente. El pesimismo es reaccionario, te paraliza e inmoviliza, y sin que optemos por una postura naif, sí creemos que debemos vivir con alegría para transformar la vida”, dice Paula en referencia al título. Un brevísimo paseo –no más de 15 minutos– por sus ritmos infecciosos y algunas de esas temáticas que las caracterizan: la esclavitud a las redes sociales en Atrapada, el retrato del plasta inaguantable en Pesado o el mazazo de realidad en Expectativas. El disco, que ha sido producido por Fran Meneses y la propia banda en los estudios Metropol de Madrid y masterizado por Álex Ferrer / The Groove, estará disponible desde el 19 de enero. Unos días después, el 8 de febrero, lo presentarán oficialmente en el Café Berlín de Madrid y, de momento, solo tienen cerrada una fecha más, la del Mallorca Live Festival en junio.
2