Rosalía paraliza Madrid con un concierto que la consagra como la diva del pop 'millennial'

Faltaba una hora (aunque al final resultaron ser dos) para que Rosalía (Barcelona, 1993) ofreciese su primer concierto otoñal en Madrid. La plaza de Colón estaba irreconocible con una marea de gente que cortaba el tráfico como en las manifestaciones que suelen atravesar esta arteria de la capital. Solo que, en esta ocasión, las pancartas no reivindicaban nada más que el esperado disco El mal querer y varios logos de Red Bull, patrocinador de este concierto “sorpresa”.

A los pies del escenario, gente muy joven parecía que había adelantado su disfraz de Halloween para caracterizarse de Rosalía: grandes pendientes de aro, eyeliner, ropa estampada de leopardo y oscuras melenas al viento. Algo es indudable: en menos de un año, la catalana ha sumado a sus filas una generación entera a la que el flamenco le sonaba como un quejío lejano de Camarón.

Al fin, media hora después de la hora prevista, Rosalía aparecía en el escenario junto a su enorme cuerpo de bailarinas. Ataviadas como siempre de Palomo Spain, la joven cantante lucía un body con motivos flamencos y aparatosos volantes rojos en las mangas y en la cintura. Un vestuario que hacía juego con la bandera de 300 metros cuadrados -la más grande de España- que preside la plaza y que esta noche parecía formar parte de su atrezzo.

Comenzó su repertorio con Maldición y De madrugá, dos temas que remiten al flamenco del primer disco de Rosalía, Los Ángeles (2017). Las coreografías de Charm La Donna, en cambio, recuerdan que aquella Rosalía minimalista quedó atrás, y que ahora sus espectáculos son parecidos a los de una diva del pop como Madonna o Beyoncé.

Tras otros temas -casi- inéditos, la catalana consiguió sembrar el silencio en el centro de Madrid gracias al primer momento cúlmen del concierto. “Estoy aquí para presentar El mal querer, pero me gustaría cantar el primero que me conectó con vosotros”. Así ha introducido Catalina; efectivamente, la canción que le hizo saltar de los tablaos al gran público.

En las pantallas, de las que también estaban pendientes miles de personas a través del streaming, se ha podido apreciar que le caían dos lágrimas mientras cantaba aquello de “ponme la mano aquí que la tienes fría”.

En un concierto pop, el público (sobre todo si es joven como era el caso) va a corear los himnos de su ídolo. No ha ocurrido tal cosa en Colón, ya que Rosalía ha creado un fenómeno en base a las expectativas. Unas que, de momento, se han cumplido con los tres sencillos del nuevo álbum y que han protagonizado el clímax del evento.

El primero ha sido Di mi nombre, tema que apenas lleva unas horas publicado, pero que ya acumula más de un millón de visitas en Youtube y cuya letra ya se sabían casi todos los asistentes. Después ha llegado Pienso en tu mirá y, como no podía ser de otra forma, Malamente ha cerrado el repertorio.

Todo esto ha ocurrido en menos de media hora, en la que Rosalía también ha tenido tiempo de tirarse al público como una estrella del rock. O, quizá mejor, como una virgen de la Macarena a la que todos quieren tocar. El concierto ha contado con todas las piezas de una apertura de gira, pero a cámara rápida y con elementos millennials: incluido un directo en Instagram que ha colado en su setlist como si fuera un hit más.

Para algunos quizá no ha merecido la pena esperar con el frío de Madrid -la cantante no ha dejado de preocuparse por el estado de sus seguidores ni de repetir cuánto les quería- más tiempo de lo que han podido disfrutar de la música. Pero al final del concierto, a unos metros del escenario, una chica de la edad de Rosalía le comentaba a su acompañante que no recordaba haber vivido algo así. “La presentación de un disco en el centro de Madrid, con tantísima gente. Quizá antes de que yo naciese sucedió algo parecido, no lo sé”.

Que la noche de Halloween en Colón quede como evento generacional es algo que lo dictarán los años, pero el entusiasmo de los feligreses, sin duda, parecía adelantarlo.