Que 30 Seconds to Mars es una de las bandas del momento que más gente arrastra es un corolario. Sus seguidores se cuentan por millones y son capaces de hacer locuras por ellos. E incluso de perdonarles todo. Aunque les ofrezcan un concierto corto y donde los grandes momentos pudieron haberlo sido mucho más; a pesar de que la organización no les tenga en cuenta y les ponga obstáculos para disfrutar una noche de música; y si Jared Leto está flojo de voz, tampoco le pasan la factura. Han ido a disfrutar y punto.
La banda liderada por el actor norteamericano pasó este miércoles por la noche por el Palacio de Vistalegre de Madrid para ofrecer ante unas 9.000 personas una exigua parte de su repertorio de rock con retazos de pop, ya que sobrepasaron por muy poco los 90 minutos en una actuación mejorable. Para suplir la carencia de temas en directo, los de Leto optaron por un escenario llamativo y por números de acróbatas en algunos descansos que fueron lo más espectacular que se vio sobre el escenario. Y es que el sempiterno mal sonido de este recinto madrileño no hizo ningún favor a una banda que tiene un solista tan limitado ante el público. Pero la veneración lo puede todo y nadie salió a disgusto de allí anoche.
Comenzó Leto desde el techo de su escenario movible con Birth, presentando por primera vez en España los temas de su último disco, Love, Lust, Faith and Dreams. Para imbuir a la gente que esperó durante horas para verles (hubo chavales que llevaban haciendo cola desde el viernes de la pasada semana), y tras sorprenderles con la escenografía, los thirty seconds apostaron por Night of the Hunter y Search and Destroy. Tras eso llegó uno de los grandes momentos, gracias a This is War, una de las mejores canciones de la banda, y cuya interpretación estuvo acompañada de globos gigantes que recorrían el recinto para disfrute del personal.
Fue cuando comenzó el espectáculo personal del carismático Jared, que tras su particular baile sosteniendo una bandera española, dejó en segundo plano a su hermano Shannon (batería) y a Tomo Milicevic (guitarra). Y es que ellos tres se bastaron para ofrecer el show, con la participación testimonial de un grupo de Taiko drummers (los que tocan el tambor de origen japonés); y lo cierto es que tampoco necesitaban mucho más. Tras Conquistador, Leto empezó a hablar con el público y a practicar su español, cuyo desconocimiento le jugó la mala pasada de no emplear el género correcto al decir “me gustan los chicos”, lo que provocó las risas del público.
El echelon, como se conoce a los seguidores de 30 Seconds to Mars, pudo vivir posteriormente Do or die, End of All Days y City of Angels, temas enérgicos que dieron paso al momento íntimo del concierto. Ocurrió cuando el solista apareció en solitario con su guitarra acústica y se puso a declamar todo lo que quería al público español, que todo el aforo estaba invitada a su casa (aunque no dijo la dirección) y que si tenían peticiones para que él se las cantase.
Lo cierto es que sabía muy bien lo que iba a tocar antes de los gritos con las sugerencias del público. Así, Leto se ventiló temas como The Kill, Hurricane y From Yesterday. Entre canción y canción, se hizo fotos desde el escenario con todos los asistentes, a los que pedía que posasen para la cámara de un miembro de su staff. Los que estaban en la pista, que no estaba completa a pesar de que todas las entradas de esa zona estaban vendidas, se habían entregado a los designios de un Jared extremadamente delgado y mucho más tapado en su indumentaria de lo que acostumbra. Y él lo sabía. Por eso prometió que tras finalizar firmarían todos los discos y camisetas que hiciesen falta. Lo que no se sabe es si lo cumplió.
Una recta final notable
El espectáculo encaró así su recta final, si bien al principio se mantuvo el estilo sosegado del acústico previo. Fue gracias a Stay, una versión de la canción original de Rihanna con la que los californianos sorprendieron a los que desconocían que suele ser una de sus preferidas para los directos. El ritmo y la fuerza regresaron justo después, al sonar los acordes The Race, y sobre todo con Closer to the Edge, de la que se mostró el videoclip en la pantalla gigante dispuesta al fondo del escenario.
Ya solo restaba el single de su último trabajo. Para Up in the air, Jared escogió de entre los que estaban en la pista para que subiesen con ellos a la tarima a cantar su despedida de Madrid hasta dentro de un tiempo. Así fue como unos 50 chavales vivieron un adiós épico de 30 Seconds to Mars, que ofreció su mejor cara en este último tema. Quizá para compensar la escasa duración del show.
Para el echelon la espera mereció la pena. Y eso que los asistentes tuvieron que lidiar con una organización que no pocos calificaron de “desastrosa”. A la apertura de puertas con dos horas de retraso por “motivos de seguridad”, según informaron miembros del staff, mientras miles de personas pasaban frío en la calle (la cercanía del aniversario de la tragedia del Madrid Arena podría ser la respuesta), se sumó el inicio de la actuación de los teloneros, You me at six, cuando ni la mitad del aforo había entrado al recinto. Los periodistas tampoco lo tuvieron fácil: no hubo sitio asignado para ellos, y a los fotógrafos solo se les permitió tirar unas pocas instantáneas sin flash desde la alejada mesa de sonido. Al menos la salida de Vistalegre fue ordenada y sin incidencias.