Seun Kuti: “Estoy vetado en los festivales con dinero público por mi ideología”

Raúl Novoa

22 de diciembre de 2022 22:13 h

0

Mezclar lo nuevo con lo viejo no es una corriente musical exclusiva de nuestros tiempos. Es una fórmula de avance histórica. Eso pasó con el afrobeat en su momento: una corriente de música nigeriana de los 70 que mezcló los ritmos tradicionales con los entonces novedosos, como el jazz o el funk. El artista Fela Kuti estableció sus bases y su estrecha relación con la política. Hoy, su hijo, Seun Kuti (Nigeria, 1983), sigue su propio camino dentro del afrobeat. En sus letras se palpa esa relación con el contexto sociopolítico y la influencia de los ritmos tradicionales, pero sus sonidos exploran variaciones a los de su padre.

Tras estas primeras líneas, quien lea afrobeat puede confundirlo con el afrobeats y pensar en artistas como Wizkid o el francés MHD. Pero no. Esa letra ese al final de la palabra hace del afrobeats casi una antítesis del afrobeat. El afrobeats es una música más comercial, que aunque pueda hablar de política o tener ritmos tradicionales se caracteriza por venir de mezclas con el R&B o EDM. “No lo juzgo. Hay ritmos y canciones que me gustan más y otros que menos, pero el afrobeat tiene implícitamente un sentido político y revolucionario: busca un cambio social”, explica Seun Kuti a elDiario.es desde su Lagos natal por videollamada y añade que “el afrobeats está bien. Los africanos tienen derecho a hacer su música comercial igual que el resto, pero al final, refuerza el statu quo”.

Kuti estuvo nominado a los Grammy en la categoría de Mejor Álbum del Mundo por Black Times en 2017. Ahora acaba de publicar un nuevo epé: African Dreams. En él, hay varios remixes del álbum que lo llevó a la élite musical junto al rapero Black Thoughts y el productor DJ Molotov. Ambos claman al empoderamiento africano y al propio control de su destino. Lo buscan mezclando el hip-hop con el afrobeat. “Queremos construir una conexión en la diáspora africana y hacer que aunque la gente no viva en su país de origen, se sienta identificada. Es un proyecto muy pasional”, indica Kuti. Para él, “el ritmo en las canciones es importante, pero más lo es el mensaje”.

Eso sí, su objetivo no es el de estar en el mainstream ni volver a estar nominado a los Grammy. “No quiero salir en la MTV o que me escuchen porque crean que soy guay. Quiero que la gente acepte mi música porque les habla directamente y me escuchan. Me gustaría crear conciencia social y servir para empoderar a la gente”, declara Kuti en la entrevista. “No quiero ser como Kayne West”, comenta el artista nigeriano entre risas. 

Renovar el anticapitalismo

Seun Kuti es un músico muy involucrado políticamente. Su padre, Fela Kuti, fundó un partido político con el que se enfrentó a una brutal represión por parte de las autoridades nigerianas: el Movimiento del Pueblo (MOP). Seun quiere renovarlo. Para él, las contradicciones capitalistas son ahora más evidentes que en los 70 y eso “facilita el ascenso de los partidos anticapitalistas”.

Somos el pueblo social original. No necesito mirar al comunismo para saber cómo ser socialista

En el espectro ideológico, se posiciona claramente en el socialismo. Preguntado por el marxismo y su influencia en África, para él el comunismo es una interpretación europea del socialismo: “Marx obtuvo sus ideas estudiando las comunidades socialistas africanas. Somos el pueblo social original. No necesito mirar al comunismo para saber cómo ser socialista”. “Acabar con los problemas climáticos, garantizar el acceso a la educación y terminar con las desigualdades”, enumera.

Aunque dice compartir las ideas del panafricanismo, se considera “un revolucionario de clase”. En sus letras, no solo critica el colonialismo y el expolio que sufre el continente africano, sino que señala a las multinacionales responsables. “Estés en Madrid o en Lagos, hay una batalla entre ricos y pobres. Es la mayor batalla de la humanidad y las que más daño hacen son las élites; por eso las señalo”, argumenta y añade: “Hablo de cosas que puede entender cualquier trabajador y, si lo hace, habré conseguido mi objetivo, pero la forma es organizándonos entre todos”. 

El ritmo en las canciones es importante, pero más lo es el mensaje

A finales del 2020 en Lagos, la antigua capital de Nigeria, se sucedieron varios actos de brutalidad policial bajo el contexto de descontento contra el Gobierno y aumento del paro y las desigualdades. Seun Kuti estuvo en esas manifestaciones. “Mi país tiene un 72% de propiedad extranjera, sentimos mucha impotencia”, expresa. “El Gobierno de Nigeria es superopresor, pero hay un problema de la policía hacia las personas negras en todo el planeta”, dice. En su opinión, “la institución policial fue creada contra la gente africana que antes era esclava. Antes no se les llamaba policía y empezó a llamarse así cuando liberaron a los esclavos. La policía existe contra los cuerpos negros”.

La canción revolucionaria

La muerte de Pablo Milanés ha recordado a muchos que, en un momento histórico, la canción protesta fue predominante en la cultura. Era un símbolo de los movimientos revolucionarios de los 70. Para Kuti, “la música es una parte de la revolución. Puede inspirar, pero no es el único medio. Necesitamos médicos revolucionarios, abogados, profesores o ingenieros que prendan esa mecha. La música no hará nada en una sociedad nueva si no cambian el resto de los estratos”.

Preguntado sobre si sus canciones sirven para concienciar a las personas, contesta: “Hago lo que puedo, ojalá sirva”. Y continúa quejándose de la marginación que sufre por parte del Gobierno nigeriano: “Si piensas diferente y tomas partido en política, te excluyen. Estoy vetado de los festivales con dinero público porque no pienso igual. Pero así funciona en todo el mundo, hacen como si no existieses. Las propiedades no son públicas como en los 70, todo es privado. He estado nominado a los Grammy y me han silenciado”.

Su canción KuKu Kee Me ha sido seleccionada para la banda sonora del videojuego FIFA 23. Preguntado por qué significa para él, lo primero que hace Kuti es voltear la cámara de su teléfono. Nos enseña qué está viendo en la televisión: los cuartos de final de Francia-Marruecos en el polémico Mundial de Qatar. “Es una gran contradicción para mí. Me gusta mucho el fútbol, pero soy consciente de cómo invisibiliza otros problemas. Dicen que no se puede politizar mientras se llena de banderas de Ucrania y se ignoran las muertes detrás de Qatar o la guerra en Palestina”, explica.