La música popular sirve para hacer reír y llorar, para huir de la realidad, para el amor y el sexo y para comunicar mensajes. Pero sobre todo, para ganar dinero. La pregunta retórica es: ¿quién ganan dinero de la música? ¿El músico o el empresario? ¿El trabajador o el explotador? Las promesas de fama y fortuna y las palmaditas en la espalda de los amigos y críticos han mantenido callados a los músicos hasta ahora con el aliño de la caridad institucional y la apariencia protectora de organizaciones como SGAE y AIE. Hasta ahora.
La fundación de la Unión Estatal de Sindicatos de Músicos, Intérpretes y Compositoras obedece a una necesidad urgente cuando las carreras musicales solo las pueden mantener los que tienen otro trabajo asalariado, cuando hay que pagar a las salas por tocar y cuando los medios todopoderosos crean y destrozan carreras al grito de “me mola” y “no me mola” y el único modo de ganar algo de dinero es el trabajo publicitario, abierto (anuncios) o encubierto (festivales y conciertos esponsorizados).
Nacho Vegas, Amaral, Def Con Dos, Senior i El Cor Brutal, Cesk Freixas, Pablo Und Destruktion, Ainara Legardon, Pau Vallvé, Raynald Colom, el cineasta Nacho Vigalondo y el programa radiofónico Carne Cruda han demostrado ya su apoyo públicamente al recién fundado. No son los únicos; Mark 'Barney' Greenway, cantante de los británicos Napalm Death, se ha solidarizado públicamente con la asamblea anunciada para el sábado 4 con este texto:
Nacho Vegas, quizás el músico más conocido de las escenas alternativas, ha mandado un largo comunicado que termina así:
Para informarnos acerca del sindicato y sus acciones, hablamos con dos de portavoces de la unión: David García Aristegui, anarcosindicalista y colaborador del sindicato, y con Adriano Galante del grupo Seward.
Permitidme que actúe de abogado del diablo: ¿de verdad hace falta un sindicato de músicos? ¿No os basta con ser ricos y famosos? ¿No os basta con la protección de SGAE y AIE?
David García Aristegui: ¿Ricos y famosos? Pocos músicos de los que están impulsando este sindicato son “ricos” o “famosos”. Es el problema de la percepción del trabajo cultural en general y de la música en particular: se ve como una actividad de “pelotazo”. A nadie se le pasa por la cabeza que hay músicos que pueden tener una carrera sin necesidad de llenar estadios, tocando en salas de aforo medio. SGAE y AIE son entidades de gestión colectiva de derechos de autor, es necesario en el sector un sindicato.
De hecho, el camino que se suele recorrer es al revés. El sindicato Unión de Actores impulsó su propia entidad de gestión, AISGE. Tiempo después el sindicato de guionistas ALMA hizo lo propio con DAMA, que rompió en monopolio de la SGAE por primera y única vez hasta la fecha, por desgracia sólo en el sector audiovisual. Tras la nueva política llega el nuevo sindicalismo, con nuevos colectivos como las Kellys, el Sindicato de Manteros o este nuevo sindicato de músicos. El mundo laboral cambia y las respuestas organizativas también.
Contáis con bastante apoyos incluso internacionales, pero ¿por qué no hay ningún famoso como Ramoncín, Alaska, Santiago Auserón, Melendi, etc.?
DAG: Vamos a tener nuestra primera asamblea, no sabemos a priori quienes se irán sumando. Intuimos que el sindicato será interesante para las ligas medias o los grupos que empiezan, más que para artistas consolidados que pueden negociar mejor las condiciones de contratación.
¿Qué es lo que reivindicáis?
DAG: Es necesario un convenio en el sector musical análogo al Convenio colectivo de la industria de producción audiovisual. Nos parece muy interesante la propuesta del Estatuto del Artista que ha lanzado la Unión de Actores inspirada en los Intermitentes de Francia. Queremos confluir con todos los músicos que estén en sindicatos de clase (de momento hay contactos con CNT y COS) o específicos.
¿Quién o quiénes son la patronal? ¿Están organizados? ¿Habéis establecido contacto?
DAG: Hay muchas patronales: Ayuntamientos, promotores, salas… Me remito a lo dicho antes, esta es nuestra primera asamblea pública.
En música y arte todo siempre es vertical con más poder y capacidad de decisión para quién más éxito y más dinero tiene ¿Cómo pensáis evitar que se repita esa situación?
DAG: Con un funcionamiento asambleario: un socio, un voto.
¿Cuáles han sido vuestras primeras acciones?
AG: La primera acción ha sido reunirnos, informarnos y decidirnos.
La segunda fue un encuentro muy breve en la CNT de Madrid, organización que, como muchas, hasta ahora no se había ni planteado defender sindicalmente a los artistas porque “no pertenecen a la clase trabajadora”. Pablo Und Destruktion expuso las coordenadas de su caso contra La Sexta por uso inapropiado de una de sus canciones.
La tercera será una asamblea pública con forma de manifestación frente a las puertas del Primavera Sound en Barcelona.
La cuarta acción tendrá lugar en el Empordà el mismo día del Vida, otro festival que paga cachés irrisorios a los grupos estatales y cuyas negociaciones y condiciones se acumulan por vergonzosas. Este próximo julio, el sindicato organiza una huelga con forma de “festival” llamado Mortfort sin patrocinadores, ni presupuestos, ni marcas de por medio. Nuestra intención es encontrarnos allí con público, promotores, prensa, managers, fotógrafos… Y dialogar sobre las prácticas, las posibilidades y la validez del concepto y la forma del festival en nuestros días. El Festival tendrá lugar en la Fundación L'Olivar en el Empordà y la entrada será gratuita con reserva.
¿Para cuándo una acción del Sindicato de Músicos, Intérpretes y Compositoras en el Congreso? El sábado lo sabremos.
¿Cuál ha sido el conflicto con Primavera Sound? ¿Ha respondido la dirección del festival al comunicado de Seward? ¿En qué estado están las negociaciones?
DAG: Solicitamos una fecha para un concierto acústico gratuito de media hora para celebrar la publicación de nuestro disco en Europa. Días después y poco antes del festival, el Primavera lanza un mailing masivo a través de su web anunciando un ciclo patrocinado por Torres donde aparece nuestra foto y nuestro nombre, asociándonos directamente a la marca. Acto seguido, denunciamos el caso públicamente y cancelamos el concierto y solicitamos que eliminen los contenidos de su página. Respuesta pública al comunicado: ninguna. Respuesta privada por correo: minutos después de nuestro comunicado.
Nuestro caso no es excepcional. Es la norma. ¿Desde cuándo tenemos que informarnos de los posibles patrocinios que tienen las salas, tiendas y festivales? ¿No es obligación del promotor? Y en el caso de que una banda quiera tocar para una marca, ¿no debería poder negociar las condiciones económicas con anterioridad de la misma manera que se hace en publicidad, cine y otros sectores? En la mayoría de los casos, y no sólo en el Primavera, las cifras, si existen, son insignificantes comparadas con el resto de profesiones. Las marcas se están ahorrando miles de euros con los músicos porque no estamos organizados sindicalmente. Es vergonzoso.
¿Se prevé una solución a corto plazo o solo será posible tras un cambio de mentalidad y una recuperación de la idea de que la música es trabajo?
AG: Debemos concienciar a todos los profesionales de la música y denunciar todos los casos de precariedad, irregularidades y malas prácticas. El cambio de mentalidad viene con las acciones y estas han de cristalizarse con asiduidad: ¿Imagináis un año sin conciertos? ¿Un festival patrio sin grupos nacionales porque estamos todos y todas en huelga? ¿Tenemos la capacidad de parar la industria musical de nuestro país? Las condiciones laborales son inhumanas. ¡No será por falta de razones! Tenemos que pasar a la acción.
Nuestra intención es estar unidos, trabajar juntos y llevar al Congreso un Estatuto del Músico, al igual que hizo la Unión de Actrices y Actores con su Estatuto del Artista, y escribir de la mano de todas y todos un convenio del sector inspirado en el régimen francés, que es un buen ejemplo de objetivos cumplidos gracias a la lucha sindical. Para ello, hemos de construir una voluntad política inspirada en una nueva regulación y manifestar que nuestra profesión es una labor social, como la del profesor, la del médico…
¿Por qué causa o causas se ha dejado de considerar que la música es trabajo? ¿Puede ser que el éxito de artistas sin ninguna pericia tanto en la mainstream cono en las escenas alternativas haya devaluado la figura del músico?
AG: Nunca se ha dejado de considerar trabajo porque nunca se consideró trabajo… En España, claro.
La imagen pública de la industria musical se construyó en el boom del capitalismo de los años 60. Desde entonces, incluyendo el punk y el jazz, al músico -hombre casi por norma y por desgracia- siempre se le dice que su objetivo en la vida es triunfar, que se va a hacer rico y que va a morir joven. Jamás te dicen que puedes envejecer haciendo canciones mejores que las que hacías con veinte años. El público deglute esta imagen de juventud genial y vomita a cuarentones desencantados sin nuevas ideas y una vida a la que dar de comer desde una oficina... Resultado: el sistema siempre se mantiene vivo y da vueltas como una noria sin frenos. De ahí que ya no surjan nuevos géneros y que se niegue tal posibilidad… Ni los propios músicos asumen su responsabilidad a la hora de crearlos porque les han arrebatado su presente.
En 2016, hasta el músico más alternativo, hasta la discográfica más radical son dependientes del sistema, de las redes sociales y las plataformas de streaming. Otra de las interrogantes que nos echamos a los hombros en el sindicato es cómo construir un nuevo paradigma de industria musical que se enfrente a los problemas, los desequilibrios y las injusticias del S. XXI. Quizás dentro de unos años, tras distanciarnos por voluntad propia del control totalitario de la maquinaria digital, surja un nuevo movimiento cultural, que no se llame punk, ni vanguardia, ni contracultura, y sobreviva como “industria” cultural autosuficiente más allá del carácter público de los medios de comunicación, y donde el valor de la música se cuantifique por su presencia vital y duradera y no por su expansión viral y perecedera.
¿Os habéis percatado de que en algunos sectores de la música alternativa tiene bastante arraigo la idea de que ganar dinero por hacer música es perder la dignidad?
AG: No. La idea arraigada es no denunciar injusticias por miedo a perder lo poco, poquísimo que se gana, que, en la mayoría de los casos, no es ni el sueldo mínimo mensual de cualquier trabajador. A los músicos no les gusta nada aceptar públicamente que cobran menos que un camarero y que encima son ilegales porque todo su sueldo lo facturan en negro para acabar reinvirtiéndolo en el próximo disco, en la próxima gira… Desde esa situación se fundan esos principios de dignidad poética.
Otro de nuestros principales objetivos como Sindicato de Sector es la formación. Una vez empecemos a educar a músicos de todas las edades, procedencias y estilos, la profesión empezará a entenderse de otra manera, a practicarse dentro de unas condiciones laborales mínimas y a respetarse desde la legalidad. En ese momento, la opinión pública comenzará a considerar la música un trabajo como otro cualquiera.
¿Cómo podéis enfrentaros al modelo del negocio, tanto de la música comercial como independiente, basado en la explotación del artista precario en beneficio de un mánager, promotor, dueño de un sello o sala?
AG: A los músicos siempre se les intenta no pagar, es por desgracia algo muy extendido. Los ejemplos son innumerables. Nuestro primer objetivo es concienciar a todas y a todos de que seguir con este modelo no es viable. Es inaceptable. Hemos de tomar fuerza en conjunto para cambiar leyes y para poder trabajar en las mismas condiciones en cualquiera de los casos. Por tanto, damos la bienvenida a la asamblea del sábado a discográficas, managers, promotores, festivales. El diálogo es el arma principal de esta lucha. Tenemos que dejar bien claro que no existen sin músicos y sin música. Sólo conseguiremos que reaccionen y cambien sus rutinas irregulares cuando paremos en bloque y reclamemos una nueva normativa amparada por un Estado consciente de que la música es un bien común.
Machismo, viejismo y todo tipo de discriminaciones dominan el mundo de la música, ¿debe o puede el Sindicato enfrentarse a ello? ¿Cómo?
DAG: Prestando atención a quiénes integran el colectivo, qué peso tienen, asumiendo que hay que repartir tareas y siendo muy generosos durante todo el proceso. Al final parece que sí somos capaces de impulsar un sindicato. El camino va a ser largo. Keep on rockin’ in the free world, que decía el gran Neil Young.
Canciones, amor y Revolución
La Unión Estatal de Sindicatos de Músicos, Intérpretes y Compositoras va a estructurar su organización interna y método de trabajo siguiendo la experiencia de los músicos valencianos, pioneros del cambio a pesar de estar aún en estado embrionario.
“Los músicos valencianos hicimos el mes pasado una primera asamblea en la que se pusieron sobre la mesa los problemas que tiene el sector” explica Miquel Angel Landete, líder del grupo Senior i el Cor Brutal. “Hicimos un grupo en Facebook (Coordinadora per L'Escena Musical Valenciana) que cuenta ya con casi 1500 miembros y lanzamos una encuesta que respondieron los músicos con posibles soluciones a los distintos problemas detectados. Ahora, un comité de estudio analiza esas respuestas para crear un documento fundacional o manifiesto con diez puntos a partir del cual haremos una segunda macroasamblea -en un par de semanas a más tardar- para debatirlo y decidir el camino a seguir. Se formarán equipos de trabajo para asignar tareas y poner en marcha el sindicato (o el tipo de asociación que se decida) a la vuelta del verano”.
La única exigencia para participar en esta fase inicial es ejercer como músico (crear, interpretar, publicar discos) dentro de cualquier estilo y lengua. “La escena de la música valenciana estaba totalmente segmentada entre los y las que cantaban en valenciano y los que no. Esa frontera se ha diluido y salimos ganando todos y todas”, informa Miquel Angel. “Hemos intentado abarcar a todo el mundo pero la iniciativa surgió de músicos más de base, digámoslo así. Pero figuras musicales de aquí muy conocidas, como Obrint Pas o La Habitación Roja, apoyan totalmente el proyecto y forman parte de él”, continúa el músico.
El embrión de sindicato “ha surgido fluidamente” según Miquel Angel. “La evolución de la escena valenciana, luchando en contra del rodillo fascista de los últimos 25 años, ha hecho que nos juntemos y ayudemos todos independientemente de la lengua, el estilo, la tribu o el éxito”. “Definitivamente”, bromea, “debemos agradecer al gobierno del PP la unión que existe ahora. Han hecho muy bien ese trabajo”.
¿Dónde o a quién se han de dirigir los músicos que deseen formar parte del sindicato? “De momento, basta tener una cuenta en Facebook y solicitar ser incluidos en el grupo Coordinadora per L'Escena Musical Valenciana. Ahí pueden aportar opiniones, participar en la encuesta e interactuar con el resto de miembros. Tras la próxima asamblea, vertebraremos otros canales de adscripción”.