Abel Tesfaye, nombre real que se esconde tras el alias de The Weeknd, publicó el pasado viernes su quinto álbum de estudio, Dawn FM. Fue un lanzamiento inesperado, desvelado días antes por una publicación en redes, y que se produce en fechas nada habituales para un artista de repercusión masiva. El disco, cargado de melancolía y nihilismo, parece anticipar un inminente punto y aparte para su figura artística y mediática.
The Weeknd no siempre ha sido, como ahora, uno de los artistas más exitosos del panorama. Antes de protagonizar el espectáculo musical de la última Super Bowl, bailar una bachata junto a Rosalía o superar el récord de permanencia histórica en la lista Billboard 100 con su single Blinding Lights, Tesfaye se tuvo que ganar el apoyo del underground. Un ascenso al estrellato que ha sido más gradual que explosivo.
De las calles de Toronto a la Super Bowl
El canadiense comenzó a subir música a YouTube en 2009 bajo nombres como The Noise o Kin Kane. Un par de años después inventa su discurso ideal: temas de R&B oscuros y atmosféricos, dulces al oído pero con historias turbias de juergas interminables, relaciones tóxicas y resacas devastadoras. Uno de los primeros productores con los que trabajó, Jeremy Rose, le acusó de haberle robado el concepto, pero nada de eso importó en cuanto compañeros de escena le ofrecieron su apoyo.
Entre marzo y diciembre de 2011 editó bajo su propio sello XO tres embriagadoras mixtapes, House of Balloons, Thursday y Echoes of Silence. Además, prestó su voz a la capital Crew Love de su vecino Drake en el disco Take Care. The Weeknd se convertía en uno de los protagonistas de la incomparable generación de artistas urbanos que debutaron aquel año, lo cual anticipaba un casi inevitable salto a la fama. El camino, no obstante, no sería del todo sencillo.
Una trayectoria esquiva y marcada por la polémica
Tesfaye es hijo de una pareja de refugiados políticos etíopes y su adolescencia en Toronto no resultó idílica. En su biografía se cita un gusto decidido por los excesos, incluyendo pequeños hurtos para pagarse la fiesta. El abuso de sustancias también parecía estar normalizado como parte de su proceso creativo hasta hace poco. Su camino al estrellato no reúne titulares especialmente dramáticos, pero tampoco retrata un perfil perfecto, cincelado al gusto del gran público.
Una de las características de su personaje, desde el inicio, ha sido su aversión a la promoción. Nacido artísticamente en plena explosión de internet, se ha comunicado con sus fans sobre todo a través de las redes. Nunca ha sido demasiado proclive a conceder entrevistas a medios masivos y en sus apariciones públicas siempre se ha mostrado distante. Puede ser una de las razones por las cuales su innegable éxito comercial no haya tenido un reflejo proporcional en cuanto a premios de la industria se refiere, y por ejemplo con los Grammy mantiene una mala relación.
Sus romances han sido sonados, por lo que ha tenido que asumir el acoso continuo de los paparazzi. Entre sus parejas más conocidas están la modelo Bella Hadid o la cantante y actriz Selena Gómez. Recientemente se ha especulado con que pudiera estar manteniendo una relación con Angelina Jolie, un rumor que para la prensa rosa “confirma” con la letra de Here We Go Again, una de las canciones de su reciente disco.
Actualizar el sonido ochentero, clave en su ascenso al éxito
Si Drake fue el impulsor inicial de su carrera, se puede considerar al dúo francés Daft Punk como elemento crucial en su salto al estrellato, pero The Weeknd necesitaría dos discos más para encontrar la fórmula perfecta. Tras recopilar sus primeras mixtapes en Trilogy, en 2013 aparecía su primer disco oficial de estudio, Kiss Land, bien recibido por crítica y público pero demasiado continuista en cuanto a sonido.
Dos años después ya se puede hablar de un artista plenamente integrado en el mainstream. En su álbum de 2005 Beauty Behind The Madness presenta colaboraciones de Labrinth, Ed Sheeran o Lana del Rey, revienta las listas con singles como The Hills o Can’t Feel My Face y hasta coloca Earned It en la banda sonora de Cincuenta Sombras de Grey.
Pero serían temas como Starboy o I Feel It Coming, junto a Daft Punk, los que marcan el presente arrollador de Tesfaye. En su disco de 2016, Starboy, se acerca más que nunca a uno de sus ídolos, Michael Jackson, con una propuesta más bailable y pegadiza, que aligera su habitual melancolía con guitarras rítmicas de corte funk, voces sintetizadas y teclados planeadores. Aunque en canciones como Party Monster todavía se reconocía al macarra irredento, The Weeknd había escalado un peldaño y no pensaba bajarse de él.
El 2018 aparcó con su EP My Dear Melancholy, la búsqueda del hit, pero solo se trataba de un amago. En After Hours, publicado en 2020, se permitía un trío consecutivos de hits del calibre de Blinding Lights, In Your Eyes o Save Your Tears para demostrar que ese rol de Barry White del siglo XXI le encajaba a la perfección. Cierto es que se empezaba a entrever cierta ironía: en vídeos y actuaciones aparecía con un vistoso traje rojo, calcetines blancos y la cara deformada por la cirugía o maquillada como si le acabaran de pegar una paliza. Parecía que Tesfaye quería llevar su personaje al extremo.
Un viaje al final de la noche para el 'personaje' The Weeknd
Su intención ha quedado demostrada con Dawn FM, reverso tenebroso del disco anterior. El aire ochentero de sus canciones se mantiene, pero resulta proverbial su alianza en la producción con Daniel Lopatin, el artista de electrónica vanguardista conocido como Oneohtrix Point Never. Suyos son los paisajes más oníricos, unos interludios que aportan hilo argumental al disco y que protagonizan su amigo y vecino Jim Carrey o el productor Quincy Jones, quien desvela cómo la ausencia de figura materna contaminó su conducta sentimental. Un dato que se refleja en la vida de Tesfaye, a quien su padre abandonó de niño.
Hay dos lecturas distintas y complementarias sobre Dawn FM. A simple vista resulta otro compendio de hits por parte de un artista que ha perfeccionado su fórmula. Pero un análisis en profundidad revela interés por encima del más que probable éxito comercial. The Weeknd ha definido este trayecto como “un nuevo universo sónico” que describe un viaje al purgatorio: el protagonista está escuchando una extraña cadena de radio, atrapado en un atasco dentro de un túnel, y la luz que vislumbra al final de mismo no es ni más ni menos que su propia muerte.
El futuro: ¿punto y aparte para Abel Tesfaye?
Resulta curioso que un músico multitudinario introduzca detalles tan lynchianos en un disco, además, conceptual. Las firmas de productores de renombre como Max Martin, Calvin Harris o Swedish House Mafia responden a su estatus y canciones como How Do I Make You Love?, Take My Breath o Sacrifice se convierten en éxitos instantáneos. Pero interesa más el subtexto, los homenajes nada ocultos a bandas como Depeche Mode o Human League y un título que rinde tributo a Less Than Zero, la decadente novela de Bret Easton-Ellis.
La portada del disco presenta a un cantante envejecido, de mirada triste. Así lo refuerzan también los dos vídeos aparecidos hasta el momento, los de Take My Breath y Sacrifice, donde la fiesta conduce al desastre, y unas visuales en YouTube que lo caracterizan como un DJ pasado de rosca disfrutando de sus últimos momentos de gloria en la cabina. ¿Está anticipando The Weenkd un fin de ciclo artístico con la “muerte” de su personaje? Puede que sea el momento perfecto para reevaluar, desde otra óptica, sus ya un tanto manidas historias de farra infinita y relaciones insanas.