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La obra que mejor explica el lío de los NFT en ARCO vale “solo” un Ethereum

El QR de Daniel G. Andújar.

Mónica Zas Marcos

25 de febrero de 2022 22:48 h

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El plato fuerte de la galería àngels barcelona, que expone estos días en ARCO, es un código QR diferente, con aspecto artesanal. A lo lejos no dista de cualquier cuadrado blanco y negro que permite abrir en el móvil el menú de un restaurante o buscar un paquete de Correos. Pero de cerca, el ojo percibe que se trata de una pintura acrílica sobre lienzo, aunque tiene poco trabajo artesano puesto que la ha dibujado un robot.

El autor de la obra es Daniel G. Andújar y es uno de los cuatro artistas que han presentado un NFT (Non Fungible Token) en la última feria de arte contemporáneo de Madrid. Los NFT son una tecnología de funcionamiento complicado pero que, a grandes rasgos, permite registrar la autenticidad y la propiedad de un archivo digital, algo que cada vez interesa más a las galerías y sobre todo a los creadores.

Si hay una temática que puede presumir de haber acaparado la atención de esta edición de ARCO es el criptoarte. Es decir, piezas que están alojadas en la blockchain, que es la misma que da soporte a las criptomonedas. Digital Economy Principles QR –que así se llama la obra de Andújar– es en efecto un QR. Si el visitante apunta con la cámara de su móvil al cuadro, se abre una pestaña de OpenSea, el mayor mercado online de las NFT.

Ahí encontrará el mismo código QR pero en formato digital y NFT. Ambas obras, la tangible y la intangible, son independientes y cuestan un Ethereum cada una, cuyo valor fluctúa en relación al mercado de esta criptomoneda. En el momento de escribir este artículo, un Ethereum equivale a 2.393,74 euros. Como todo el arte, están gravadas con un 21% de IVA, lo que quedaría aproximadamente en 3.000 euros por obra.

“El coleccionista que se interese debe decidir si se lleva uno, el otro o los dos”, explica Andújar. “El que compra el formato físico puede hacer una foto a su cuadro y ver si el valor del NFT que está en OpenSea ha incrementado o no. En esta burbuja inflacionista, un día puede tener un valor muchísimo más alto o literalmente no valer nada”, explica el artista, que resume su trabajo como “un trampantojo”.

La pieza de Andújar da respuesta a uno de los principales debates sobre el criptoarte. ¿Qué compramos cuando adquirimos un NFT? En el caso del QR de la galería àngels, el cliente puede decidir si prefiere una pieza de arte al uso que decore su casa o un activo digital exclusivo dentro del mercado de la blockchain. O ambos, pero en ese caso tendrá que comprar dos obras. Es normal que haya un objeto tangible que represente el NFT en una feria. Pero la naturaleza de los activos digitales es permanecer en la red y lo que realmente adquiere el cliente es el contrato que vincula el token NFT a la obra.

Solimán López, otro de los artistas que exponen un NFT en ARCO, lo explica de la siguiente forma: “La criptomoneda tiene un smart contract, un contrato inteligente, que rige su comportamiento dentro de la blockchain: cuántas unidades de moneda hay, cuánto valen, cuándo se lanzan o quién es el propietario”. Eso es lo que da autenticidad y exclusividad a la pieza de arte.

López fue el pionero de los NFT en la feria y el único al que se le permitió exponer una obra de estas características en 2021. Se trataba de The Hash, la digitalización de un bonsái real, cuya geolocalización estaba conectada a la obra en formato NFT. La vendió por 10.400 euros. En esta ocasión regresa a ARCO con OLEA, una moneda gigante en la que ha fundido el código informático del contrato NFT con código de ADN y lo ha implantado en un recipiente de aceite de oliva.

“Consigo conectar dos economías: la más antigua que viene de la tierra, el aceite, con una emergente que ha venido para quedarse”, explica López. Como ocurre con el QR, el comprador obtiene varios activos en el intercambio: “Con OLEA te regalamos unidades de la criptomoneda, pero también un NFT audiovisual puro y duro”. Pero Solimán López todavía no ha establecido un precio.

“Estamos en la fase ICO (Inicial Coin Offer). Lanzaremos a principios de abril después de pasar por Dubái y después se establecerá el valor. Ahora tiene un valor ficticio”, dice sin desvelar ni siquiera una cifra aproximada. Esa es otra de las cuestiones que subraya la obra de Daniel G. Andújar, el único que se ha atrevido a darle un precio cerrado a su obra: un Ethereum. “Nos interesa más el cuestionamiento de las cosas y el debate crítico que el valor”, dice un portavoz de la galería ángels barcelona, que representa a Andújar.

“Quería ver si se especula más con la pieza digital o con la pieza física, el óleo sobre lienzo”, explica el autor del QR. ¿Es más justo el precio establecido por el mercado del arte o el de la blockchain? “Muchas veces el mercado del arte hace que una pieza se revalorice, volviéndola a vender en otra galería, por ejemplo. Ahora es muy muy pronto para saber si va a afectar. En unos años tendremos esta conversación y se verá si la burbuja NFT ha reventado”, propone Andújar.

Estoy totalmente de acuerdo en que no es arte. Hay mucha confusión porque es un protocolo de propiedad digital. Nada más

Solimán López

De lo que está seguro, más allá del arte, es de que “hay todo un sistema económico en el que el dinero y el valor económico en euros, tal y como lo entendemos, prácticamente no existe”. Lo que está por ver es si los galeristas y coleccionistas tradicionales se quieren sumar a él.

Los NFT, ¿arte o no?

Decir que ARCO ha abrazado los NFT en su última convocatoria es una exageración. Y tanto la dirección de la feria como los pocos artistas que han sido agraciados para exponerlos lo saben. “El NFT abre posibilidades que hasta ahora no existían y tiene un potencial increíble, pero no hay que tener tanta prisa por igualarlo al arte: no hay que confundir el arte con el márketing”, dijo la directora Maribel López el primer día.

La galería Baró, que acoge tanto la obra NFT de Solimán López como otra de Amparo Sard, una destacada artista mallorquina, lo defiende. “Es un activo para ver el arte como un valor de intercambio. Eso nos interesa mucho y también que haya una depuración de calidad porque ahora está todo muy confuso”, reconoce María Baró, fundadora de la galería pionera en NFT dentro de ARCO.

En cuanto a la cautela, Baró considera “inteligentes” las palabras de la directora. “Todos los galeristas estamos preocupados por este boom tan rápido y desmesurado sin que haya tenido evolución suficiente para fijar un criterio de calidad depurado”, expresa. Pero a diferencia de Maribel López, que manifiesta sus dudas, María está segura de que los NFT “han venido para quedarse” y que en cuestión de meses estarán mucho más asentados.

“El NFT no es arte en sí mismo porque tampoco lo es todo lo que se pinta ni es una escultura todo lo que se crea en tres dimensiones”, comparte Sard. Ella ha creado un NFT que forma parte de toda una instalación. Por una parte hay un árbol de plástico reciclado que irrumpe en el estand “como si hubiera crecido antes de tiempo”. La obra NFT es un autorretrato táctil que el visitante puede perforar “como si estuviese rompiendo la carne del artista”. “Es lo que deberíamos sentir frente a las noticias desgarradoras de que nos estamos cargando el planeta”, expresa la artista.

Su compañero de galería, Solimán López, está “totalmente de acuerdo en que no es arte”. “Hay mucha confusión porque es un protocolo de propiedad digital. No es más que eso. Lo que pasa es que las oportunidades que tiene de firma son infinitas”, explica el creador de OLEA.

Hay coleccionistas que compran por el mero placer de disfrutar una obra de arte y otros que lo hacen por inversión. Lo mismo ocurre con el NFT, si lo quieres lo cuelgas y si no, lo tienes como una inversión en criptomonedas

Amparo Sard

En los últimos meses se han vendido obras de arte digitales como NFT por cantidades desorbitadas, llegando a 57 millones de euros por un cuadro virtual. Pero a Sard no le genera desconfianza este boom y lo entiende como una prolongación del fetichismo en el arte contemporáneo tradicional. “Hay coleccionistas que compran por el mero placer de disfrutar una obra de arte y otros que lo hacen por inversión. Se han llevado obras mías a casa y las han metido en un almacén. Las van acumulando. Lo mismo ocurre con el NFT, si lo quieres lo cuelgas o si no, lo tienes como una inversión en criptomonedas”, compara.

Las ventajas para el artista

Precisamente la firma, la autoría y los derechos de autor son las cuestiones que lo hacen más goloso para los artistas. “NFT quiere decir que es una pieza hecha con la idea de que ser autentificada. Hasta ahora, los artistas digitales lo tenían muy difícil, porque copias o duplicas, y ya está”, lamenta Amparo Sard, que cree que “el desdén surge porque no hay conocimiento sobre cómo funciona”.

“Yo tenía muy claro que a la producción digital le hacía falta ese marchamo de propiedad, y ahora con los NFT y la blockchain la sociedad ha entendido que un activo intangible tiene valor. Es la bomba. Porque hasta ahora estábamos asociando el valor a las cosas materiales”, opina Solimán López, que puede presumir de ser el primero en apostar por un sistema que hoy se ha multiplicado por cuatro en ARCO.

Ver que hay gente que está ganando muchísimo dinero es muy tentador

Daniel G. Andújar

“Es muy atractivo, ten en cuenta que los artistas viven en un sistema de precariedad absoluta y más con la pandemia, donde ha habido muy poca empatía social, incluso de las propias instituciones de la cultura o del arte. Y los artistas nos vamos a coger absolutamente a todo como a un clavo ardiendo”, reconoce Daniel G. Andújar. “Si ves que hay gente que está ganando muchísimo dinero, pues es muy tentador”.

Este último señala también algo clave. Mediante estos “contratos minados”, si una obra se revaloriza, el artista sigue recibiendo un procentaje de ese valor el resto de su vida. Es lo que se conoce como efecto Van Gogh. “Para los artistas es una reclamación histórica. Está en la ley, pero no opera igual en todas las leyes europeas. De hecho yo no he conocido a casi ningún artista, salvo a los herederos de Picasso, que reciban el 3% estipulado por ley cuando se vende en (las subastas de) Sotheby's un cuadro por 100 millones de dólares”, critica el autor del QR.

“Es decir, que si alguien explota o está especulando con tu obra, a ti te llega un porcentaje de este valor de forma automática a tu monedero digital”, destaca. Aun no se atreven a vaticinar si esto mejorará sus condiciones de vida, pero merece la pena intentarlo.

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