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El nuevo museo que Carmen Thyssen quiere en Barcelona: en un antiguo cine y con sus mejores pinturas catalanas

Foto de archivo de Carmen Thyssen-Bornemisza en el Museo Carmen Thyssen de Málaga. EFE/Daniel Pérez

Jordi Sabaté

15 de mayo de 2024 22:49 h

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El pasado 14 de enero Barcelona perdió a uno de sus referentes. Podría hablarse de otro más en esta ciudad profundamente turistificada, pero en este caso la pérdida fue doble, ya que además de un edificio histórico en uso, se perdió uno de los cines más queridos por los barceloneses, puesto que se situaba en el céntrico paseo de Gràcia: el Cine Comedia.

Desde el primer minuto, la pérdida del Comedia generó todo tipo de preguntas y especulaciones sobre qué sucedería con el edifico que lo albergaba, una joya modernista conocida como el Palau Marcet. Se habló de un teatro, unas galerías comerciales, una nueva tienda de Zara, H&M o cualquier otra empresa de moda que pudiera atraer a los turistas de los cruceros, etc.

No obstante, no ha sido hasta hace exactamente una semana que ha aflorado la primera propuesta concreta sobre el nuevo destino del equipamiento: un nuevo museo Thyssen. No se trata, ni mucho menos, de un émulo del que ya existe en Madrid y que alberga la mayor parte de la colección que el barón Thyssen-Bornemisza vendió en su momento al Estado Español, así como 300 obras de la colección particular de su viuda, la actual baronesa Thyssen Carmen Cervera.

De confirmarse la noticia, aparecida en diversos medios, el proyecto consistiría en el alquiler del edifico para desarrollar en su interior un museo que albergaría parte de la colección que Cervera todavía posee en sus museos de Andorra, Sant Feliu de Guixols o Málaga; junto a la totalidad o parte de las 27 obras depositadas desde hace 20 años en el Museu Nacional d'Art de Catalunya (MNAC), o incluso las que ella misma guarda bajo su cuidado. Además, añadiría espacios adicionales dedicados a actividades culturales.

Un monográfico sobre pintura catalana

Por el momento la propuesta, para la cual la baronesa Thyssen se ha aliado con el fondo de inversión suizo Stoneweg, no ha recibido la aprobación final de los propietarios del palacio, las familias Pla y Planàs. Según La Vanguardia, aunque la reconocen y valoran positivamente, aseguran que no han tomado todavía una decisión y que les llevará su tiempo hacerlo.

Alegan que, entre una decena de iniciativas presentadas, hay otras propuestas culturales también interesantes en la recta final, algunas relacionadas con conciertos y otras con exhibición cinematográfica. Aun así, a la espera de confirmarse el visto bueno al proyecto presentado por la baronesa y el fondo Stoneweg, ha trascendido que la intención de Cervera es albergar su colección de pintura catalana.

“Poder albergar ahora en mi ciudad, Barcelona, un museo importante de algunas de las mejores obras del arte catalán es el mejor legado que puedo dejar a las siguientes generaciones”, ha reconocido la coleccionista a La Vanguardia. Es entonces cuando surge la pregunta que puede inquietar a aquellos museos que tienen obra de la colección Thyssen, tanto en alquiler como en cesión: ¿Puede llevarse cuadros a su nuevo museo?

Consultadas por este medio, fuentes del Museo Thyssen-Bornemisza aseguran que haciendo valer el contrato que el anterior ministro de cultura Miquel Iceta firmó con la baronesa, “solo podría sacar de museo tres de las 330 obras”, que tiene cedidas por diez años, a cambio de 97,5 millones de euros. “Exceptuando la icónica Mata Mua pintada por Gauguin”, que deberá permanecer en el museo mientras dure el contrato.

El contrato da a Cervera la libertad de disponer libremente de hasta tres obras tanto para moverlas a otros espacios fuera del museo como para venderlas o donarlas. Respecto al resto, puede ponerlas a nombre de otras personas, pero no puede sacarlas del Thyssen-Bornemisza durante los diez años que dura el contrato. Finalmente, el museo deja claro que están hablando “de la Colección Carmen Thyssen, en ningún caso del catálogo permanente del museo que pertenece al Estado español”, respecto a la que Cervera no tiene ningún derecho de propiedad.

El MNAC, posible afectado

Miquel Molins, historiador del arte, reconocido comisario y gestor museístico que fue director del Museu d'Art Contemporani de Barcelona (MACBA) entre 1995 y 1998, cree que el principal museo afectado en caso de que el proyecto llegue a buen término sería el MNAC. “Es difícil decirlo a priori, pero también parece lógico pensar que si la idea de Cervera es dejar en Barcelona su colección de pintura catalana, las principales candidatas son las obras que tiene cedidas en el MNAC”, apunta.

Se trata de 27 piezas entre las que destacan La catedral de los pobres, de Joaquim Mir; Picador ferit, de Marià Fortuny; Interior al aire lliure, de Ramon Casas, además de lienzos de Hermenegildo Anglada Camarasa, Joaquim Sunyer o Santiago Rusiñol, y una colección de arte más contemporáneo que comprende obra de Tàpies, Torres García, Cuixart y otros. Todas estas obras permanecen en el museo, en una sala específica que reconoce a la coleccionista, en régimen de cesión gratuita.

El hecho de que a los pocos años de haber realizado dicha cesión Cervera mostrara públicamente su malestar por cómo habían sido dispuestos los cuadros y amenazara con llevárselos, avala la tesis de Molins. Consultadas al respecto, fuentes del MNAC reconocen que este conjunto pictórico está en régimen de libre cesión y por lo tanto podría ser sustraído del museo e incorporado al nuevo espacio sin mayores problemas legales. No obstante matizan que el resto de la obra de la colección Thyssen que atesora el MNAC, conocida como Colección Pedralbes y que es propiedad del Estado Español, no pude ser movida.

Un proyecto de museo privado

El hecho de que para lanzar la propuesta se asociase con el fondo Suizo Stoneweg, ha despertado otro tipo de especulaciones. En este caso, sobre la posibilidad de que la intención de Cervera sea la de crear un museo privado con ánimo crematístico como hay tantos actualmente en la ciudad condal.

Desde el Moco Museum, propiedad del matrimonio de coleccionistas Lionel y Kim Logchies, pasando por el Museu Europeo d'Art Modern, que apuesta por el arte “no abstracto”, hasta la reciente apertura de la White Rabbit Gallery, centrada en el arte urbano, han proliferado en Barcelona los espacios que exhiben arte con un interés puramente comercial. Para Molins, en estos casos, aunque considera lícito el objetivo comercial, “no se puede hablar propiamente de museos, porque no tienen un relato cultural; son un conjunto de obras sin hilo argumental y muchas veces de escaso interés”.

No obstante, este experto no cree que sea esta la intención de la baronesa Thyssen: “Creo que ella desea de verdad dejar parte de su obra en Barcelona, siempre lo ha querido”. Lo cierto es que ya en 2012 Cervera mostró su intención de donar entre 600 y 700 obras de su colección a la Generalitat, previsiblemente para que el gobierno catalán creara un museo en el recinto de Montjuic con su nombre y pagara una cantidad no menor por la donación.

Finalmente la idea fue desechada por su alto costo y porque se enmarcaba en un proyecto más amplio que comprendía la creación de un amplio espacio museístico al pie de la colina, algo que finalmente no cuajó. De todos modos, el hecho de que su socio sea el mismo fondo que estuvo una década batallando con la anterior alcaldesa, Ada Clau, para crear una sede el museo Hermitage de San Petersburgo en Barcelona con fines claramente turísticos, apunta a que se busca una rentabilidad a la colección.

Molins, que conoce bien el mundo de las colecciones privadas –hasta fechas recientes ha sido responsable de la colección que atesora la Fundación Banc de Sabadell–, duda de que un museo monográfico sobre los gustos de un coleccionista pueda ser rentable a largo plazo. “No lo son ni en Estados Unidos, donde la mayoría de estas instituciones parten de donaciones de colecciones de magnates, así que no creo que sean sostenibles aquí”, expone. De hecho, el experto duda incluso que el Thyssen-Bornemisza tenga beneficios a final de año. “Habría que ver las cuentas”, dice.

Lo que preocupa a Molins es que “a largo plazo este tipo de museos deben ser rescatados por las instituciones públicas”. El arquitecto, comisario de exposiciones y profesor titular de Estética en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona Pedro Azara, coincide con el ex director del MACBA: “El coste del mantenimiento de la temperatura, la humedad, la higiene ambiental, la seguridad, los seguros y muchas otras cuestiones que atañen a museos y colecciones son terriblemente caros, cosa que los hace difícilmente rentables desde el punto de vista comercial”.

Añade que museos como el Metropolitan de Nueva York, aunque son instituciones privadas, “reciben ayuda en aspectos como la limpieza y el mantenimiento”. Azara, por tanto, concluye: “Lo lógico es que haya un compromiso del donante en que las obras no se moverán del espacio donde están si se busca ayuda pública”.

Respecto al actual proyecto, el arquitecto no tiene claro que se pueda realizar de manera privada y pide total transparencia: “En caso de ayuda pública debe saberse cuánto se pone y para qué, y sobre todo debe dejarse claro un compromiso de dejar la colección en Barcelona”. Por otro lado, Azara también coincide con Molins en que al espacio que cree Carmen Cervera no se le debería denominar técnicamente “museo”.

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