“El Gobierno del PP es uno de nuestros mejores colaboradores”

De los protagonistas del libro, José Miguel Monzón es el único al que no conozco, en el sentido de que los demás son ellos mismos en pantalla, pero él interpreta un personaje y no sé exactamente cómo es la persona que está detrás. El hecho de haber visto al Wyoming de hace veinticinco años en La noche se mueve, ser igual que el actual, me hizo pensar que, si el tiempo cambia a las personas, para los personajes es diferente. Wyoming es casi como Homer Simpson, que se conserva prácticamente igual tras un cuarto de siglo.

¿Cuál fue el programa que hiciste tú más solo, más tuyo?

He tenido mucha suerte porque he hecho programas, no de éxito, pero sí que han tenido un público muy claro y han sido muy especiales. Por ejemplo, ese de cine era raro. Hice uno con José Miguel Contreras, por cierto, que era La noche se mueve en Telemadrid.

Hace treinta años, veinticinco, por ahí.

Sí, hace un montón de años. Bueno, estaba mi hija recién nacida, veintitrés años casi. Ese programa fue un hito, porque fue el primer late night que se hizo en España. A la gente le sorprendió mucho, tuvo mucho éxito. Luego, por ejemplo, el Caiga Quien Caiga también gustó muchísimo. Y fue muy reconocido por la gente. Y otro programa que hicimos, que cortaron de raíz en TVE, se llamaba El peor programa de la semana. Era acojonante. Cogimos a un grupo de actores desconocidos y estaban Santiago Segura, que no había hecho nada, Pablo Carbonell, Ramón Barea -gran actor-, Jesús Bonilla; Jimmy Barnatán, que ahora va cantando, entonces era un niño, Anabel Alonso -buenísima- y dos mayores, Chus Lampreave y Luis Ciges, que eran dos monstruos también.

¡Pedazo de casting!

Joder, eso no se podría hacer ahora pero entonces eran todos desconocidos. Luego te metes en YouTube y buscas sketches, son todos cojonudos.

Lo haré, lo haré.

Ahora quedan un poco antiguos pero son buenísimos. Eran programas que no pasaban desapercibidos. Independientemente de que tuvieran más o menos audiencia, eran muy significados en la televisión, como el de ahora, El Intermedio, que lleva diez años. Entre estos que te digo son ya veintitantos años. Y por esa cosa de que yo era un presentador entre progre, extraño, rockero, no sé qué, todos los programas buenos me los daban a mí. Cuando había un proyecto cojonudo decían: “Esto, este hombre”. Porque este es un oficio en el que rara vez eliges, te llaman. He tenido la suerte de que me han ofrecido proyectos que han sido un exitazo.

¿Y tú consideras que El Intermedio es el mejor programa en el que has estado? ¿A ti personalmente cuál es el que más te ha gustado?

El Intermedio 

No lo sé. Es que cada uno tenía una cosa, ¿no? Por ejemplo, en Caiga Quien Caiga éramos como una banda. Estábamos muy unidos, éramos que si Pablo, que si Sergio... Y todos los viernes después de grabar el programa nos íbamos de juerga... durante años, y todavía años después quedábamos para comer, por lo que a ese programa le tengo un cariño especial. En otros no pasaba. Aquí, estoy encantado con mis compañeros y compañeras, pero cada uno tiene su vida y ya está. Eso lo recuerdo como si fuéramos el Rat Pack que hicieron Dean Martin, Sammy Davies y Frank Sinatra, que eran un grupo de artistas que se iban por ahí de juerga. Y en su día tuvo una repercusión tremenda. Nos llamaban de todo tipo de sitios para hacer todo tipo de cosas. Convenciones, historias, salíamos a un balcón de un pueblo y era un fenómeno fan. Eso tuvo mucha gracia, éramos los Backstreet Boys. El Intermedio es el programa con más penetración en la audiencia, en el buen sentido, no es que a mí me haya ido bien con el género femenino.

Sí, en la ideología de la gente.

Sí, la gente lo sigue para ver cosas, como un informativo realmente, y esto es muy curioso porque es un programa de entretenimiento.

Yo estudio comunicación audiovisual, y los profesores suelen preguntar lo que vieron los alumnos la noche anterior y prácticamente la totalidad de los alumnos dice que ven todos los días El Intermedio. El Intermedio

Sí. Lo sigue gente muy distinta, lo siguen jueces... Hay quien me dice: “En mi casa lo vemos todos los días”. Tiene un público de todo tipo. Saramago, por ejemplo, me dijo que le encantaba el programa. O gente así, quiero decir que no es un público habitual en televisión. Me mandan mensajes hasta directores de cine, tiene una audiencia de mucha calidad, ¿sabes? Y además tiene una relación afectiva con la audiencia muy grande porque ha coincidido con la crisis y la gente en esta época de desolación agradece mucho que se haga.

[Yo soy de una generación que ya cuenta con que puedes acabar de reponedor en Mercadona siendo ingeniero, y agradecemos que por lo menos alguien busque a los culpables].

Sí, y también ha ayudado al éxito del programa el gobierno del PP.

Ahora es uno de nuestros mejores colaboradores. Ahora tenemos a Bárcenas también fichado en nómina. Y otra cosa, probablemente si no estuviera este programa hay muchas cosas que no se dirían. Ha pasado un poco como con el fenómeno Podemos. Aparte de todo, Podemos ha hecho que los políticos hablen de cosas de las que antes no hablaban. Ahora están hablando de volver a hacer cosas que se habían quitado, que el Partido Popular va a hacer primarias... ¡Acabáramos ya!

Con nuestro programa ha pasado un poco lo mismo. Nosotros decimos unas cosas que obligan a otros medios a que no estén callados, porque decimos: “No, no. Esto está pasando”. La gente habla más de cosas que estaban silenciadas. Yo creo que este programa está siendo importante dentro del mundo de la televisión. Y desde luego, está teniendo algo único en un sentido: nunca en el prime time ha habido un programa diario que hable de estas cosas. ¡Un día estuvimos hablando unos 10 o 15 minutos del Tribunal de Cuentas! A ti en comunicación audiovisual te enseñarán que la televisión es un medio, fundamentalmente, de entretenimiento, información también, pero...

Y tiene una serie de horarios: por ejemplo el horario infantil. Ya verás como te dicen que la gente en el prime time viene de trabajar, cansada, y lo que no quiere es que le coman el coco, desea relajarse. Bueno, pues nuestro programa es estresante. Es la primera vez que un programa a diario en prime time está dando información, se habla de cosas complicadas: economía, política, los problemas de la gente. Y esto es una cosa nueva, en ningún manual de la televisión viene esto. Algunos días somos líderes, que es todo un éxito. No es lo mismo ser líder con esto que tener a Sharon Stone en bikini. Eso ya tiene una audiencia de por sí cojonuda, aquí te la tienes que levantar todos los días.

[Si tengo que elegir entre el Telediario y El Intermedio elijo el segundo. Con los dos te informas y te deprimes, pero con Wyoming por lo menos te echas unas risas].

Me dijo Maikol que te preguntara por eso de que llevaron un oso a plató.

Sí... Pues sí, llevaron un oso a plató porque resulta que el rey de entonces, Juan Carlos I, había matado a un oso en un pueblo. Y era un oso al que querían mucho en ese pueblo, porque era borracho, bajaba por los bares y le daban de beber. Ese oso se hizo famoso, y nosotros llevamos uno a plató que hacía cortes de manga. Le decíamos: “¿Qué opinas de la monarquía?”, y los hacía (risas). La gracia es que colocaron al oso y los cuidadores salieron todos, y yo dije que no me dejaran solo con el bicho, y los tíos que lo traían no se acercaban al animal y a mí me decían: “Pégate un poco más, Wyoming”, y yo: “No, no, no. ¿Por qué los cuidadores no se pegan?”. Por eso se ríe Maikol. Y además lo primero, cuando me dijeron que iban a traer un oso, fue meterme en Internet y buscar “osos en plató”. Eran todo desastres (risas).

Te pagarán un plus por ese tipo de programa, ¿no?

¡Cero! Me someten a pruebas de alto riesgo, jugándome la vida, sin ningún tipo de consideración.

Aunque bueno, mejor eso que entrevistar a Esperanza Aguirre, ¿no? (risas).risas

Sí, sí. Prefiero el oso.

¿Cómo recuerdas ahora el rifirrafe que tuviste con Intereconomía con una becaria? Grabasteis un vídeo en el que salías echándole una bronca descomunal y luego se lo enviasteis. Y los muy brutos lo pusieron sin verificar nada

Vamos a ver... es una historia larga. Todo viene de que como El Intermedio sacaba imágenes de todas las televisiones, no les gustaba lo que sacábamos y los comentarios que hacíamos. Entonces el director de Intereconomía salió en un programa diciendo que Beatriz Montañez, la señorita que salía conmigo, era prostituta. Y dijimos: “Joder, pero este tono...”. Porque claro, tendrá familia, tendrá su tía la del pueblo que dirá: “¿Qué hace esta niña en Madrid?” (risas).

No tenía gracia y como sabíamos cómo hacían las cosas, para ponerlos a prueba les mandamos un vídeo, este que estaba hecho allí, como un sketch, que tuvimos que hacer con mucho cuidado todo en un plano para que no fuera dudoso, que no hubiera edición ni dudas respecto a aquella bronca. A mí no me hacía mucha gracia, no era partidario, porque pensé que iba a filtrarse en Internet y se iba a liar un pifostio. Efectivamente tuvo en un fin de semana 250.000 visitas. Cuando estas cosas se arreglan resulta que del vídeo te acuerdas, pero del desmentido no.

Nunca tiene el mismo interés porque lo bonito es el vídeo. Pero bueno, lo enviamos. Y había un pacto que era que si llamaban para consultarnos sobre el vídeo, que les había llegado de forma clandestina, les decíamos que no, que no era verdad. Pero ellos, ¿qué hacen? Ese mismo día, nada más llegarles, lo meten y hacen un programa especial diciendo que ese tipo de cosas no podían salir en televisión, pero lo pusieron veinte veces. Son ellos los que lo ponen, los que lo difunden y hacen un debate de cuatro horas cagándose en el vídeo, cagándose en mí, cagándose en todo. Y claro, cuando el lunes lo desmentimos hicieron el ridículo. De hecho, la APM (Asociación de Prensa de Madrid) nos regañó diciendo que cómo emitíamos eso, y nosotros dijimos: “No, no. Ha sido Intereconomía, díganselo a ellos”.

Faltaría más...

No, lo digo porque me extraña que por ejemplo nunca regañaron a El Mundo por decir la tontería con la teoría de la conspiración del 11-M, que era una cosa muy grave. Y por esta tontería se molestaron en mandarnos una nota.

[Ahí se retrató todo el mundo. En una mano una broma, en otra una noticia sin confirmar; no es que se incline la balanza, es que se rompe].

No tiene sentido.

Deberían de velar un poco por la ética periodística también. De todos modos, les contesté que yo no soy periodista, que yo estoy haciendo el papel de un personaje. Yo vengo del mundo del show bussiness. Me tienen aquí haciendo esto e igual mañana es otra cosa.