Pedro Pastor y su padre Luis darán sendos conciertos en un Aravaca en fiestas. No es lo que estaba previsto, pero sucederá a la misma hora y a unos 750 metros del lugar reservado para la actuación de honor de los festejos, la que pone el broche final el domingo por la noche.
No serán dos conciertos, tal y como la Comisión de Fiestas de la Junta de Distrito los había planificado. Serán mucho más cortos y el sonido no sonará, necesariamente, tan profesional. Nada de eso importa ya: la técnica pasa a un segundo plano cuando la movilización entra en juego. El evento será un acto de apoyo, una concentración de personas molestas o preocupadas por la anulación de esas dos actuaciones y, en general, por lo que interpretan que esta cancelación significa. Contará con un escenario por el que pasarán estos dos artistas, pero también muchos otros, como Rozalén, Ismael Serrano y Los Fesser, el grupo que fue llamado a sustituir a los Pastor en un primer momento y que declinó la oferta.
Durante seis horas, prácticamente un festival, se sucederán las entradas y salidas de escena, presentadas por el actor Carlos Olalla y la periodista Olga Rodríguez. El lugar es el parking del centro comercial de la urbanización Rosa Luxemburgo, un recinto privado, por lo que las asociaciones organizadoras (Osa Mayor y Acrola) no han tenido que pedir permiso al Ayuntamiento, tan solo notificar a la Delegación del Gobierno que se realizará una concentración de más de 20 personas. Cuánto público llegue, es una incógnita. Caben unos 500, pero hay previsión de que pueda desbordarse.
“A largo plazo, a nadie le interesa censurar”, dice el cantautor Pedro Pastor durante una convocatoria de prensa tres días antes del concierto. El acto del domingo podría considerarse ya una evidencia de ese largo plazo: la respuesta de la cultura y del movimiento vecinal a lo que Pastor denominó, desde el primer momento que se le comunicó la cancelación del concierto de su grupo (Pedro Pastor y los Locos Descalzos) de “censura”. “Es un error que una institución niegue la participación o rescinda el contrato de una banda porque no piense como tú piensas, es antidemocrático”, dice. “Utilizar la censura como una herramienta contra la cultura es torpe porque se ha demostrado que al final juega en su contra, se ejerza desde donde se ejerza la cultura”, dice el músico, aludiendo a que, cuando lo hace la izquierda, “pecando de superioridad moral” es también un acto de torpeza.
Para María José Zamora, de la asociación Osa Mayor, una de las organizadoras del acto, la suspensión de estos conciertos tiene como antecedentes relacionados: la prohibición de unas jornadas antirracistas en el centro autogestionado La Gasolinera, la cancelación del concierto de Def Con Dos en las fiestas de Tetuán y también del saludo de inicio de las fiestas de Lavapiés por parte de un colectivo de trabajadoras del barrio.
Los ciclos ideológicos del poder, especialmente municipal, post 15-M, han generado nuevas alianzas entre los agentes culturales y los programadores de las instituciones. La ciudad de Madrid, donde este ciclo de la izquierda ha sido corto y donde las proposiciones municipalistas apenas han tenido desarrollo, está asistiendo a la rápida desintegración de este frágil tejido. La política cultural está desorientada y los agentes programadores que intervienen en ella, a la espera. Es durante este momento de transición del Gobierno madrileño que sucede la cancelación de los conciertos de Pedro Pastor y Luis Pastor. Las personas que respaldaron ambas contrataciones forman parte de la Comisión de Fiestas, que en todas las Juntas de Distrito están formadas por miembros del gobierno pero también por las asociaciones de los barrios, pues son quienes mejor conocen la personalidad de sus calles, el carácter de lo que se festeja.
Alfonso Sobrino, de Acrola, es uno de ellos. Estuvo en las reuniones de la comisión donde se lanzaron las propuestas. Todos los nombres sugeridos fueron aprobados por unanimidad, sin voces discrepantes. Se abrió la licitación para el servicio de organización de fiestas y se adjudicó a Merino y Merino Producciones —la única propuesta— el 16 de mayo. En este distrito de Madrid, la organización, coordinación, programación cultural y ejecución de las fiestas está subcontratada, de esa manera el Ayuntamiento resuelve con una única licitación pública lo que sería un quebradero de cabeza de contratación para los técnicos municipales. Unos días después, en torno al 22 de mayo, la empresa contrató a Luis y a Pedro Pastor para sendas actuaciones en las fiestas. La formalización tuvo lugar el 10 de junio. Desde la Junta Municipal quieren dejar claro que no es el Ayuntamiento quien cancela el contrato, sino la empresa adjudicataria, la cual realizó la contratación artística antes de que la adjudicación estuviera legalmente formalizada. Cosa que, por otro lado, es habitual en el sector de la contratación en el que la anticipación es un factor clave, sobre todo si solo hay un concurrente y la adjudicación ya se ha publicado.
A finales de julio, Pedro Pastor y Luis Pastor recibieron la comunicación de que la contratación sería rescindida. Sobrino, incrédulo, comenzó a mandar mensajes a sus contactos en la Comisión de Fiestas. Recibió una llamada de Víctor Pampliega, quien actualmente es asesor de la concejal presidenta de Moncloa-Aravaca Loreta Sordo y, en la legislatura anterior, portavoz del Partido Popular en Aravaca. En el momento de la llamada estaba cesado y llamó, como amigo, a Alfonso Sobrino. Este relata que la idea que extrajo de la conversación con Pampliega fue que “la razón de la cancelación era darle otro aire a las fiestas, despolitizarlas”. Sobrino lleva en la comisión de fiestas desde el año 2004, durante muchos años de alcaldes populares, y nunca había vivido un problema semejante. En esta conversación amistosa, Sobrino recuerda que dijo: “Mira, Víctor, aunque te pongas de rodillas y me lo jures sé que no es tu talante y no me creo que ni tú ni la nueva concejala hayáis dado este paso”. Después de un silencio, Víctor habría contestado: “Alfonso, esto es lo que me toca”. A lo que este le respondió: “Pues si a ti te toca esto, a nosotros nos toca otra cosa, y eso es lo que vamos a hacer”. Pampliega no recuerda las palabras exactas ni el detalle de aquella conversación, recreada por Alfonso Sobrino en la rueda de prensa. Como miembro de la Comisión, quiere aclarar que no lo considera una cancelación sino un cambio en la orientación de la programación para darle más amplitud y variedad. Que más vecinos se puedan sentir identificados. Que no hay, valora, ninguna decisión ideológica.
Lo que toca, esa otra cosa que toca, que decía Alfonso Sobrino, es lo que va a suceder el 8 de septiembre a las seis de la tarde.
¿Debe una cultura crítica, para ejercerse a sí misma plenamente, para hacerse entender, hacerlo a las espaldas de las instituciones? Muchos de esos tejedores artísticos y culturales que habían reestablecido sus lazos con las instituciones, se hacen esa pregunta. Pedro Pastor es un artista con una profunda convicción ideológica también al respecto de la industria musical. Admite haber rechazado todos los contratos ofrecidos por las discográficas. Ha publicado cuatro álbumes de estudio y uno en directo y todos ellos autogestionados. Tanto él como su banda viven de la música. “Somos artistas underground”, dice. Y a pesar de su radical independencia, está a favor de la cultura subvencionada. “Entendemos la cultura como una herramienta social y por lo tanto también como una herramienta pública”, explica. “Creo que es un error negarse a la cultura pública porque la cultura debería ser un bien público, mucho más de lo que lo es. Vivimos en un país culturalmente pobre, incluso rancio. Es triste que los artistas alternativos que tenemos opiniones críticas, sea de la opción política que sea, estemos fuera de la contratación. No es justo para la ciudadanía. Un ciudadano que paga sus impuestos tiene derecho a que en la fiesta de su barrio toquen bandas de reguetón, de rock y artistas underground. Me parece superinteresante que no siempre mi público tenga que pagar una entrada para acceder a un concierto. Que la gente que no tiene dinero para pagar una entrada pueda venir a un concierto de un grupo que tenga conciencia social y opinión crítica”. Y, tras ello, se atreve a usar un término con un guiño incorporado: “Creo que es la opción más generalista, incluso, me atrevo a decir”; buscar un público “más generalista” fue el argumento que dieron fuentes municipales al diario El País para justificar el cambiazo de los Pastor por Los Fesser. Fue también la misma palabra que usó la portavoz del Gobierno municipal, Inmaculada Sanz, ese mismo día para justificar el cambio en la programación.
Nadie cobrará el domingo. No hay subvención alguna. Se pasará la gorra para recibir aportaciones voluntarias con las que pagar el sonido, la iluminación, la tarima, las pancartas, el alquiler de los baños químicos y el cáterin de los artistas. Esa noche, las casetas de las asociaciones de vecinos y de algunos partidos políticos harán un simbólico cierre “por censura”. En el escenario del recinto ferial Río Nela estarán tocando Lunáticos, contratados previamente a la rescisión de los contratos de los cantautores, y el cuarteto zaragozano de pop latino para bailar Team D’Luxe, que ha sido finalmente el grupo contratado en sustitución. “Lo que no sabemos es cómo lo habrán pagado”, lanza Alfonso Sobrino, ya que se han tenido que pagar las indemnizaciones por cancelación a Pedro Pastor (la mitad de su caché, 1.250 euros) y de igual manera a su padre (2.000 euros).
Según Sobrino, la canción que irritó a alguien, no se sabe aún a quién, y que aparentemente provocó todo se titula ‘Harto’. No aparece en ninguno de sus cuatro discos pero sí en un video publicado en YouTube hace cuatro años. Habla de cosas que le hartan a Pedro: los informativos, los debates de la televisión, las series de la televisión, los partidos de la televisión, la televisión, los medios de desinformación y las radiofórmulas... (sí, el periodismo se lleva lo suyo) y los plenos del congreso y los congresistas… (por supuesto, la política también) también se harta de acumular y acumular y de comprar y comprar, de gastar y de tirar... (la economía de mercado, cómo no) y del amor cursi, del casarse porque sí, de tener hijos, de la unilateralidad del amor, de la lucha de egos de la fidelidad y del amor que nos venden en las marquesinas y cumplimos a rajatabla (ahí está, contra el amor romántico). Y entre la larga lista de objeciones que recita el autor, aparecen las líneas dedicadas a la monarquía que llegaron a oídos del PP en Aravaca: “Harto del rey, de la reina, del príncipe, de sus cuñados, sus abuelos, sus yernos y todos sus muertos, harto de la realeza y de los vagos que viven a costa del resto”. Y, como un presagio o un flash forward, Pastor añadía: “harto de que eduquen el odio y prohíban la cultura”.
“Hoy me ha tocado a mí, pero mañana le puede tocar a otro”, dice el joven músico, volviendo al presente. “Esto es más peligroso de lo que abarca este concierto. Esto trasciende a Pedro Pastor y a Luis Pastor y a cualquier otro grupo. Es mucho más peligroso porque nos puede llevar a que aceptemos la censura y la autocensura como modelo social”.